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LOS ENEMIGOS DEL COMERCIO
IX. LOS SIGLOS OSCUROS (II)
Dios proveerá64.
Para renacer es preciso sucumbir, y un funeral aplazado desde el Bajo
Imperio debe esperar hasta mediados del siglo VIII, cuando convertirse
en hereditarios privatiza los cargos y dominios (beneficios).
Las comarcas llevan siglos descartando la creación de excedentes
y un comercio acosado al tiempo por el estado de cosas y la moral desaparece
en más de un sentido para siempre. Diez generaciones después,
cuando reaparezca, el previo baldón de vileza y codicia no podrá
aplicársele de modo automático y unívoco, pues para
entonces han empeorado aún más las condiciones de vida y
los aventureros comerciales traen consigo el proyecto de una sociedad
distinta, aunque fervorosamente cristiana. Veamos esto algo más
de cerca, empezando por los últimos años de la agonía.
1. Telones, caminos y especias
La falta de datos directos sobre volumen y naturaleza de la actividad
mercantil no excluye algunos indirectos como las rentas del peaje o telón
(thelonium), que se cobraba al usuario de caminos, diques, puentes
y puertas. En Franconia con su larga dinastía de reyes merovingios-
el hecho de que la recaudación sea bastante pareja entre 500 y
670 indica un movimiento pequeño aunque regular de bienes65.
A lo largo de este periodo la zona menos empobrecida de Europa es el sur
de Francia, donde llegan productos del norte de África y Asia Menor.
Mucho más arriba los neerlandeses elaboraban ya antes de sucumbir
el Imperio unos paños frisios (pallia fresonica) con materia
prima criada en el archipiélago, donde la proximidad del mar templa
algo el clima y permite la cría de ovejas con vellones finos. Objeto
precoz de codicia por parte de algunos escandinavos66,
esa zona donde entonces destaca La Haya- no dejará de ser
saqueada hasta que concluya la era vikinga.
Más arriba aún, en Jutlandia, han aparecido dos mercados
con casi cien mil monedas bizantinas, persas y árabes67,
un dato poco conciliable con el estado supuestamente prehistórico
de esa zona a principios del siglo VIII. Hasta entonces esas poblaciones
vivían en aldeas o granjas, compensando la escasez de cereales
con cría de ganado, caza y pesca, y en algún momento sus
herreros y carpinteros descubrieron cómo hacer barcos de robustez
jamás vista. No mucho después comienzan las expediciones
de dos ligas que conmueven a Europa tanto como las de sus ancestros en
tiempos de Tácito. Los normandos, oriundos de Noruega, surcan todo
el Mar del Norte (hasta América) y saquean Frisia, Inglaterra y
Francia como prólogo a incursiones por el Mediterráneo,
que les llevarán a conquistar Sicilia, todo el sur de Italia y
hasta un reino en Palestina. Los vareng o varegos suecos se lanzan a una
expansión terrestre que desemboca en la fundación del reino
ucraniano de Kiev, abriendo una ruta que los más antiguos anales
rusos llaman camino vikingo a los griegos.
Pero antes de que lleguen incursiones de nórdicos y otros pueblos
las rentas del peaje mantienen una hebra de información, pues las
vemos mantenerse en niveles discretos hasta finales del siglo VII, cuando
los bizantinos comienzan a ceder ante el empuje árabe y el traslado
de bienes merma drásticamente. Llega entonces un periodo donde
apenas hay viajeros registrados, de los cuales cuatro quintas partes son
clérigos y el resto peregrinos laicos68.
Las vidas de san Wilibaldo y san Bonifacio, algunas de las más
antiguas documentadas, tienen en común proponer a los príncipes
y obispos ingleses que se abstengan a enviar peregrinas a Roma y Jerusalem,
porque demasiadas compatriotas se han convertido en adúlteras
y rameras de aldeas y fondas del camino.
Gastos de conservación
Este tipo de transeúnte no dispone de efectivo ni de otros bienes,
e impone un cese simultáneo de aranceles y gastos en infraestructura.
Como la nobleza es el único grupo capaz de prestar gratuitamente
servicios administrativos, convertir a los señores en magistrados
ejecutivos y judiciales implica que el poder [del rey] recaiga sobre
personas cuyo interés se cifra en disminuirlo69.
A veces la corona puede elegir cuando el noble con ambiciones sobre
el territorio no es una amenaza-, y delega entonces la administración
en la Iglesia, que tras hacerse territorial (Landeskirche) pasa
a ser imperial (Reichskirche) con Carlomagno. Para él, y
para sus sucesores, los clérigos son los funcionarios y el
principal apoyo del Imperio70.
Pero que el señor sea duque u obispo no modifica la tendencia recesiva.
Reinando el último monarca merovingio subsiste cierta relación
entre la Provenza francesa y la modesta industria de Frisia, con pequeñas
estaciones de depósito71
que aseguran el intercambio de paños y lanas por dátiles,
pimienta, papiro y otros productos llegados del norte de África.
Dos generaciones más tarde el sur de Francia se reduce al mismo
estatus de supervivencia que el resto de Europa, y Marsella desaparece
como ciudad para convertirse en una aldea de pescadores que faenan por
el litoral en botes. Los cronistas no consideran calamitosa esa tendencia,
sin duda porque han nacido en sociedades donde el valor de uso se ha sobrepuesto
al de cambio, y reina una relación extramonetaria entre sufragadores
y sufragáneos.
En 730, por ejemplo, algunas diócesis y abadías reparten
a clérigos y frailes una cesta periódica de artículos
aromáticos o pigmentos (comino, pimienta, canela y
clavo), y la interrupción del suministro motiva una queja firmada
por párrocos de Reims. El incidente motiva una curiosa carta pastoral
de su arzobispo, Hincmaro, donde lamenta que los sufragáneos pidan
superfluas pensiones in pigmentis, cuando algunos las revenden
y piden por placer (voluptate), no por necesidad72.
Esto no modifica que especias y otros productos aromáticos fuesen
medicamenta, como atestigua un texto atribuido al abad de Saint.Gall:
Preocupándonos por tu longevidad, te enviamos aromas, ungüentos
y especias medicinales, para que puedas deleitarte oliendo, untándote
y probándolas73.
Encarnaciones del deleite físico no culpable, las pomadas ofrecen
al absorbido por el más allá atmósferas de un más
acá exótico, donde los árboles exhalan un perfume
sensual y al tiempo curativo. Situados a medio camino entre las virtudes
hoy atribuidas a vitaminas y antibióticos, ciertos productos aromáticos
son artículos de primera necesidad para nobles y religiosos. Aunque
una evitación de lo superfluo reduzca al mínimo las importaciones,
¿qué modo hay de poder pagar las imprescindibles, como el
incienso de palacios y templos?
2. La nueva fuente de ingresos
Cuando el arzobispo Hincmaro reconviene a sus dependientes, en 730, el
Mediterráneo es en gran medida un monopolio musulmán, aún
no se ha abierto la ruta entre el Báltico y el Mar Negro y el ideal
de autarquía coincide con una Europa literalmente bloqueada por
tierra y por mar, que no puede salir de sus confines pero está
indefensa ante todo tipo de visitantes. Es entonces cuando los niños
y adolescentes sanos pasan a ser la moneda de cambio, y el mercado tradicional
de esclavos se transforma en mercado de cautivos.
Uno de los milagros que se atribuyen a san Elías el Joven, un siciliano
de muy buena familia, fue sobrevivir a dos esclavitudes derivadas de rapto;
la primera concluyó por rescate, y la segunda porque su propietario
árabe le manumitió. Tanto en las costas como tierra adentro,
toda Europa es un coto para ojeadores y tratantes en ese tipo de caza,
si bien la zona más mencionada por las crónicas es el oscuro
aunque rebosante depósito humano de los principados eslavos74.
El neologismo carolingio más destacado es sclavus75,
un término que absorberá todos los previos para nombrar
al no libre76,
y la situación general guarda estrechos paralelos con la de África
en el siglo XVIII. Entonces el cazador era algún reyezuelo africano
y el intermediario solía ser árabe, mientras ahora el cazador
es múltiple (nobles europeos, vikingos, magiares, piratas sarracenos)
y el tratante puede ser tanto europeo como bizantino o musulmán.
Las sacas de los Balcanes se mantendrán durante tres siglos, y
nadie ayuda tanto a las poblaciones danubianas como dos hermanos griegos
san Cirilo y san Metodio- que fundan la Iglesia eslava desarrollando
un alfabeto en el cual siguen escribiendo rusos, ucranianos, serbios y
búlgaros. La gran obra filantrópica de Metodio es cristianizar
Moravia, vedándola así en teoría a cazadores amparados
en el paganismo de los eslavos. Pero su diócesis molesta al arzobispo
de Salzburgo y a Luis el Germánico, rey de los francos orientales,
y la muerte del santo basta para que unos doscientos diáconos de
la escuela catedralicia sean capturados en 885; los de más edad
son abandonados en el páramo, y los jóvenes pasan a ser
mercancía77.
Dos décadas más tarde la princesa Berta de Toscana regala
al califa de Bagdad veinte eunucos eslavos y otras tantas
hermosas y elegantes siervas eslavas.
Sentido y entidad del tráfico
Las noticias europeas entienden el proceso con cierto fatalismo. En su
crónica sobre los lombardos, escrita hacia 775, Pablo el Diácono
habla de Germania como un territorio que se extiende desde
el Atlántico Norte al Don, cuyas bondades climáticas
el frío ante todo- lo destinan a ser granero humano. Quienes viven
en medios cálidos tienen más enfermedades y se reproducen
menos, y he aquí la causa de que incontables muchedumbres
de cautivos sean llevados desde esta populosa Germania y vendidos a los
pueblos meridionales78.
Si se omite el temor a que los raptados renieguen de su fe, sólo
un monje de Monte Cassino lamenta -en 802- la prosaica verdad del caso;
esto es, que allende el mar las obras están siendo levantadas
por cautivos de nuestra raza79.
Los demás son lacónicos hasta el silencio, cuando no minimizan
el fenómeno. Los primeros captivi registrados en anales
europeos son dos jóvenes visigodos en 724, por ejemplo, si bien
fuentes árabes afirman que ya diez años antes no menos de
30.000 (visigodos e hispanorromanos) fueron enviados desde España
a Siria80.
Los musulmanes exageran a veces, como cuando dicen que tomar Barcelona
y la Septimania le procuró a Almanzor califa de facto
en Al Ándalus- más de 200.000 cautivos en 793. Pero los
cronistas eclesiásticos, escandalizados ahora por esta exageración,
no lo están por el hecho de que en 796 el futuro emperador Carlomagno
ponga a la venta un tercio del pueblo sajón, amparándose
en el hecho de que no es (todavía) cristiano.
Comparar el precio del semoviente humano en Europa, Bizancio y Bagdad
muestra también que los márgenes de beneficio fueron siendo
progresivamente recortados por el desarrollo respectivo de estas civilizaciones.
En 725 un muchacho de la Galia se vende en Milán por
45 gramos de oro, y una muchacha hermosa [europea] en Irak
por la cantidad récord de 635,5 gramos -150 dinares-, siendo las
lonjas de Europa tres o cuatro veces más baratas por media que
las de Alejandría, Damasco o El Cairo hasta finales del siglo X81.
Esa diferencia de valor estimula a los bizantinos, porque incluso haciendo
una travesía doble (primero a Venecia, Roma, Nápoles o Amalfi
y luego al sur del Mediterráneo) sus gastos se compensan.
Más decisiva aún resulta para reyes y nobles francos, adalides
anticomerciales provistos de una mercancía lo bastante valiosa
para que después del intercambio aún les quedara dinero,
moneda nueva, en sus bolsas82.
Por lo demás, era imposible que esa inyección de dinero
y otros productos no suscitara otras varias consecuencias. La más
desagradable para ellos iba a ser una movilización de nórdicos
sedentarios hasta entonces, que se lanzan a imitar el negocio de hacer
captivi en vez de adquirir mancipia y pronto cazan francos
en masa83.
Junto con los precios, una variable a considerar en las cotizaciones del
capital humano es que estalle alguna plaga, fenómeno inseparable
de territorios comunicados y ajeno a una Europa incomunicada. El primer
brote de demanda masiva llega con la peste bubónica bizantina -en
tiempos de Justiniano-, y el segundo al irrumpir en el mundo islámico
(750). Pero los momentos puntuales de auge no interfieren con un gusto
sostenido por el lujo, y lujo son adolescentes europeos de ambos sexos,
especialmente los rubios y pelirrojos. En el siglo X, cuando la peste
ya no acosa al sur del Mediterráneo, el obispo de Verdún,
Luitprando, describe como principal industria del Sacro Imperio la fabricatio
de eunucos para el mundo árabe84.
Sus harenes necesitan este tipo específico de sirviente, y los
primeros talleres de castración han aparecido tiempo atrás
en Venecia
3. El proceso y su comprensión
K.Polanyi y su escuela85
ven el régimen de mercado como un sistema provisto de alternativas
eficaces, y llaman falacia economicista a la relación entre el
juego oferta/demanda y un abasto racional en condiciones de escasez. Polanyi
concretamente exhuma el desprecio grecorromano por los mercaderes para
presentar el comercio como regateo a gran escala, cuyo efecto
sería alterar el precio natural fijado por cada vendedor.
Ello impone una forma antinatural de intercambio [
] pues el
natural no tiene ganancias y asegura la autarquía86.
Las curtes altomedievales son un ejemplo singularmente válido
de autarquía, no sólo por prolongarse durante casi medio
milenio sino como parte de un plan general la Ley de Dios- destinado
a asegurar un abasto extramercantil de bienes y servicios. Con todo, aplicar
este modelo no es separable de que Europa sea un área endémicamente
desnutrida, donde la mitad de los niños mueren antes de cumplir
el primer año, coto para cazadores de cautivos y un territorio
castigado por tasas nunca vistas de lepra, una enfermedad ligada de modo
primario a condiciones higiénicas87.
Sanar de modo mágico a dichos enfermos o convivir heroicamente
con ellos fingiendo ignorar el carácter no contagioso de
su enfermedad88-
es el tema favorito de la primera literatura medieval, donde se mencionan
varios miles de leproserías (lazaretos) distribuidos
por el Continente89.
La leyenda más repetida habla del monje Ralf, que quiso contraer
esta enfermedad para unirse del todo a los afligidos y acabó lográndolo.
Por lo demás, clero y nobleza de sangre mantienen desde el comienzo
del medievo un acuerdo más nominal que efectivo. Las donaciones
logradas por la Iglesia con promesas de ir al Cielo se hacen a costa de
la casta bélica, que en otro caso heredaría tales bienes,
y tratan de equilibrarse con sistemáticos saqueos de ganado y otros
bienes eclesiásticos. Esos actos de latrocinio sólo cesan
al pactarse una inmunidad de los templos a cambio de que el alto clero
acepte un patronazgo del noble y pase a deberle investidura,
si bien dicho requisito acabará suscitando una guerra entre el
Imperio y el Papado. Precisamente hasta el Conflicto de las Investiduras
dura la llamada simonía, que vende no ya los cargos de párroco
y canónigo sino obispados y la propia Santa Sede, adjudicada al
mejor postor hasta finales del siglo XI, cuando llega la reforma gregoriana.
Producto y productividad
La cultura altomedieval ha borrado de su léxico las palabras lucro
y mercader, si bien la mentalidad caballeresca genera un afán
de ostentación como el del culto cargo polinesio, que en horizontes
de gran escasez alimenta rapacidad y agresiones. Con el trabajo como lote
del vil, terrenos que se aran y abonan de modo defectuoso son vencidos
una y otra vez por vegetación indeseada90.
Una desidia inseparable del culto a la largueza determina, por ejemplo,
que sostener a cada uno de los 63 monjes de la abadía de Saint
Bertin requiera los servicios de unas treinta familias campesinas91.
En el apogeo del Dios proveerá el rendimiento medio por
simiente de cereal está entre 2 y 3; al empezar a aproximarse a
condiciones de mercado en el siglo XII- ronda el 692,
y en el XVI las tierras de Flandes y Lombardía devuelven
18 veces la siembra93.
Mientras la cosecha mal supere la siembra calculando los años
de barbecho o inactividad-, incluso grandes feudos pueden no bastar para
que cada señor renueve su equipo bélico, y cada obispo el
litúrgico.
Si el comercio constituye una forma antinatural del intercambio, como
sugiere Polanyi, Europa no pudo realizar un experimento más prolongado
de naturalismo. Carlomagno es analfabeto, y en su tiempo las rutas comerciales
se han estrechado hasta servir sólo como sendas para peregrinos
o cautivos. El catastro de Saint-Germain-des-Près, una de las abadías
próximas a París, indica que en 806 tiene 2.788 cabezas
de familia trabajando sus tierras como siervos de la gleba (prácticamente
todos de apellido francoalemán), 220 esclavos y 8 campesinos libres94.
La desbandada de esclavos que siguió al fin del Imperio ha acabado
metiendo a casi todos en un proceso donde bárbaros, autóctonos
y ellos mismos salen reciclados como dependientes de variado tipo.
Quienes denuncian la falacia economicista aplauden cualquier limitación
a la libertad de oferta, por más que ni este régimen ni
su opuesto modifiquen la naturaleza humana o los efectos de la ineficacia.
Como dijo Pirenne, una economía ajena a la idea del beneficio
no puede considerarse un fenómeno natural y espontáneo;
los grandes propietarios no vendieron porque no pudieron vender, y no
pudieron vender porque faltaban mercados95.
El desplome final del intercambio responde también a acosos externos,
pero nace de una fuente tan íntima como la combinación de
desprecio por el trabajo profesional y desprecio por el mundo,
esclavismo y pobrismo.
La industria y las prácticas mercantiles habían ido languideciendo
en Europa ya desde el siglo III, y su naufragio funciona como revulsivo.
Aunque la reacción sea una dinámica colmada de mediaciones
y retrocesos, el hecho de que las ferias se vayan a pique les permite
rebotar desde el fondo, de un modo que relativiza lo indiscutido no sólo
en el medievo sino en toda la Antigüedad. En vez de conformarse con
el estancamiento, la lepra y la vida celestial, el continente europeo
va a inaugurar una mercantilización tan desoladora para algunos
como dignificante para otros. En último análisis, el
trabajo servil acaba desapareciendo al ser incapaz de soportar la competencia
del trabajo libre, que siendo más rentable lo hará ruinoso96.
4. Los primeros emporios
Junto a los precoces mercados de Jutlandia, nada ayuda tanto a combatir
el aislamiento como la fundación de Venecia, unida material y espiritualmente
a Constantinopla desde las campañas de Justiniano en Italia97.
Un siglo antes los vénetos habían dejado sus tierras para
establecerse en islotes vírgenes de la laguna ante la amenaza de
godos, hunos y lombardos, aceptando así no sólo un clima
insalubre en todas las estaciones sino la falta de agricultura, cabaña
e incluso agua potable. Pero tras una fase de mera supervivencia -cambiando
pesca y salazones por grano, frutas y carnes de los vecinos- sus precarios
poblados acaban dando lugar a la urbe más bella y rica de Europa.
Vencer un grado semejante de intemperie ayuda a explicar rasgos insólitos
como no ser confesional en los tratos comerciales, o mover sus mercancías
con galere da mercato protegidas por arqueros, ballesteros y honderos.
Mientras los demás soportan el sacrificio en gastos militares anticipando
saqueos y conquistas, o sufren para pagar tributos de protección
a otros, los venecianos rentabilizan mejor el mismo esfuerzo asegurando
sus rutas comerciales. Como dirá el dux Mocenigo, si elegimos
estar en guerra quien tenga 10.000 ducados se quedará con 1.000,
y quien tenga diez casas sólo una, pero guardando la paz seremos
los dueños del oro de la Cristiandad98.
Y, en efecto, tratar sin remilgos con judíos y árabes convierte
a Venecia en el importador europeo por excelencia. Aunque no cabe ser
más inmoral para las pautas altomedievales, su flota disuade a
quienes querrían escarmentarles.
Venecianos y cordobeses
A mediados del siglo IX las diez grandes familias de Venecia han amasado
ya fortunas capaces de sostener indirectamente a una clase media profesional,
y sólo recursos inconcebibles para el resto de Europa permiten
los desembolsos aparejados a construir un solo edificio allí, trayendo
de lejos cada piedra y apilando miles de troncos sobre la arena o el barro
de la laguna. La Serenísima República no puede ser más
hostil a las instituciones democráticas, ahorca sin vacilar a cualquier
disidente de una oligarquía con maneras de déspota asiático
y, con todo, saber leer y escribir es allí algo tan común
como en la Atenas de Pericles99.
Si Bizancio concentraba hasta Justiniano gran parte del oro existente
en la comunidad mediterránea, ahora empieza a ser ella quien mueve
dicho recurso gracias a sus contactos con el califato de Bagdad y el emirato
cordobés, donde llega desde minas en el interior de África.
Antes de que los venecianos se acerquen a su esplendor han florecido Bagdad,
Damasco y Córdoba, que cuando pase de emirato a califato supera
el medio millón de habitantes, tiene unas 80.000 tiendas, casi
mil baños municipales y el primer sistema de alumbrado público.
Exporta tejidos y orfebrería de calidad extraordinaria, dispone
del único sistema monetario occidental estable -basado en monedas
de oro, plata y bronce que cumplen escrupulosamente su ley-, tiene tratadistas
de derecho mercantil100
y hasta se permite ser tolerante con los cristianos antes de que la Reconquista
hostigue. Es una edad de florecimiento para los judíos, que además
de asumir buena parte de la actividad mercantil destacan como traductores,
médicos y filósofos101.
Samuel el Grande, un caudillo y primer ministro del reino de Granada que
muere en 1056, es también uno de los mejores poetas hebreos de
todos los tiempos102.
No obstante, el brillo alcanzado apenas sobrevive a Abderramán
III (912-961). El último califa es una marioneta movida por Almanzor
(939-1002), un integrista muy belicoso103
que clausura la Universidad, cierra escuelas y quema bibliotecas en el
marco de una persecución generalizada a la cultura y al infiel.
Aplicar literalmente la ley islámica no apoya el desarrollo de
la industria y el comercio, ya de por sí mermados como consecuencia
de una guerra civil crónica, y con los reinos de Taifas que
llegan a ser 39- la moneda de oro empieza a desaparecer, la de plata se
adultera y el bronce se generaliza. A la discordia se añade hacer
frente a reinos cristianos cada vez más eficaces en términos
militares, y aunque ningún lugar de Europa se acerque vagamente
a Al-Ándalus en producto agrícola y manufacturas su riqueza
va mermando sin pausa.
Venecia no sufre el desgarramiento interno que acompaña por sistema
al poder musulmán y sigue creciendo, a la vez que sus escalas en
Barcelona y Marsella. Lo que ha aprendido comerciando con Bagdad y Córdoba
convierte a sus banqueros en magnates del crédito, cuyo interés
fijan en torno al 20 por ciento cuando se trata de venturas marítimas
y al 15 en negocios menos arriesgados. Para colmar su prosperidad sólo
necesita que Europa deje de ser paupérrima.
5. La civilización del incienso
Sin embargo, fuera de los impíos vénetos el clima de hostilidad
al empresario campa por sus respetos en el resto del Continente. El oficio
de buhonero, por ejemplo, que llena un carromato de cosas para venderlas
en otro sitio y volver cargado de cosas distintas, se percibe como una
codiciosa insensatez. Su justo castigo será una requisa practicada
no ya por salteadores sino por soldados de su señor en los primeros
giros del camino. A lo largo del siglo IX las fuentes sólo mencionan
19 individuos dedicados a mover mercancías104.
Por otra parte, la propia feudalización hace que nobles y prelados
intenten mejorar las rentas de sus dominios, sustituyendo la política
de obsequio-expolio por un cobro de peajes al comercio ambulante y las
primeras ferias. Aunque haya pocos puntos de la geografía europea
capaces de producir excedentes agropecuarios, los grandes monasterios
benedictinos situados en los alrededores de París son uno de ellos,
y desde el siglo VIII cada 9 de octubre se celebra allí un mercado
bajo el patrocinio del abad de Saint Denis, que cobra telón por
la compraventa de sus productos, entre los cuales destacan ciertos tintes
vegetales, miel y vino. Este último se considera ya artículo
de alimentación, al igual que el trigo o las salazones, despuntando
como industria. El papel pionero de altos dignatarios eclesiásticos
en la reactivación económica se percibe desde mediados del
siglo X, cuando los derechos de comercio (peajes, licencias, tasas sobre
acuñación) pertenecen a obispos y arzobispos en nueve décimas
partes de los casos105.
En realidad, el sistema ajeno al mercado como asignador de recursos dura
tanto como la falta de salida para eventuales excedentes. Las ferias se
prolongan un día porque la demanda no basta para sostener contactos
más asiduos, aunque un siervo que ha quedado al margen de impuestos
monetarios y control efectivo puede cambiar todo con su oferta. Mientras
tanto, una población estadísticamente muy joven sigue reaccionando
al régimen de autosuficiencia con retrocesos106.
Fundiendo la Iglesia y el Estado
El paso de la larga dinastía merovingia a la carolingia ha sugerido
que Europa frenó su decadencia con los éxitos bélicos
y políticos de Carlomagno y el Sacro Imperio Romano-Germánico.
Como reza el subtítulo de un libro muy celebrado en su día107,
de allí vendrían los fundamentos económicos
y sociales de la cultura europea. Si le quitamos a esta proposición
el timbre de trompetas palaciegas, con su eco de grandeur geográfico-protocolaria,
dichos fundamentos no son dinámicamente otra cosa que el desasosiego
y la inventiva unidos a cotas máximas de indigencia. El nuevo César
está animado por la mejor voluntad, aunque es el primero en desgarrarse
venerando al tiempo la ostentación y el ideal del renunciante.
La más sublime altura de miras no puede evitar iniciativas que
en la práctica van de lo pueril108
a lo empobrecedor.
Cuando el papa Esteban II aproveche una estancia de Carlomagno en Roma
para coronarle, casi inopinadamente109,
todo ingreso público ha desaparecido hace un par de generaciones.
Él y la corte viven de las rentas que producen sus dominios privados,
tributos que pagan países sometidos y botines de guerra. Mejorar
esa hacienda le lleva a restablecer estaciones de peaje en las principales
vías de paso para rebaños de esclavos, pero el señorío
verifica dichas recaudaciones y algo definitivamente no funciona en la
gestión heráldica. El denario de plata carolingio pesa treinta
veces menos que el merovingio, exhibiendo un adelgazamiento casi sobrenatural
de la pieza que sólo permite acuñar una de sus caras110.
Aparte de cautivos, el único producto europeo con demanda exterior
son las espadas blancas, fruto de un genio metalúrgico
anónimo que no abandonaría ya sus orígenes septentrionales.
El trabajo está sometido a un estigma que el trabajador sólo
compensa con santa indigencia, y los hijos de algo distinto asumen como
deber una largueza que desprecia la contabilidad elemental, hasta rematar
una apoteosis de lo solemne organizada al servicio de una inmensa
mentira111.
Refinamiento circunscrito a la ferocidad, amor platónico adobado
por capas de hollín y tufo de pieles mal curtidas, culto a la muerte,
entusiasmo por el horror y otros tópicos anticipadores del melodrama
romántico son elementos que se atropellan en un cauce abierto para
la vida eterna, mientras el hambre permite vender carne humana como artículo
comestible en las aldeas, siempre que sea de infiel o réprobo112.
Hay una media de veinte hambrunas por año desde la constitución
del Sacro Imperio, y un número simplemente incalculable antes.
La peor llega en 1033, al cumplirse en teoría el milenio de la
crucifixión, cuando el cronista Glaber cuenta que tres años
de lluvia continua saturaron la tierra hasta hacer que fuese imposible
abrir surcos capaces de recibir la semilla113.
La pompa y la escoria
Carlomagno destruyó en Jutlandia y Lombardía los centros
de comercio accesibles para él, mientras su complejo en Aquisgrán114
-palacio y capilla palaciega- tiene como principal partida de gasto el
incienso. Es lo acorde con su ideario, que detesta lo prosaico y opone
al desahogo material un tipo u otro de heroísmo ascético,
si bien la cotidianidad emparenta esas aspiraciones con un culto a la
fantasía y el decorado. Cuando hace su regalo de eunucos y esclavas
al califa Muktafi (en 906), por ejemplo, la ya mencionada princesa Berta
de Toscana acompaña el obsequio con:
Veinte prendas de vestir hechas con cierto molusco recogido en
el fondo del mar, cuyos colores cambian como los del arco iris; tres
pájaros que al percibir veneno en comida y bebida emiten chillidos
espantosos; y perlas de cristal que quitan flechas y puntas de lanza,
aunque se hayan clavado profundamente en la carne115.
El califa no tarda en comprobar que ni las prendas ni los pájaros
ni las perlas de cristal son cosa distinta de fraudes, pero cuando el
incienso constituye la principal partida de gasto para un gobierno lo
fraudulento, lo sublime y lo cotidiano forman un conglomerado indisociable.
Mientras el dinero sigue tesaurizado, el uso de la escritura como vehículo
mágico determina que casi todas las cartas, escritos y datos sean
falsificaciones. Allí donde los libros no son pergaminos lanzados
por unos contra otros en forma de conjuros, la ocupación favorita
del escriba es inventar títulos de propiedad o hazañas pseudónimas116.
El sabio de los sabios resulta ser Silvestre II (999-1003), supuesto astrónomo
y algebrista eximio que en la práctica se limita a describir el
funcionamiento del ábaco. La realidad resulta demasiado poco, o
demasiado distinta de lo pretendido, para pensar en considerarla analíticamente.
Si salvamos la expresión pueblo de Dios, que recurre
con alguna frecuencia, la sociedad de cada territorio lleva siglos no
interesando a cronistas apasionados exclusivamente por la fabulación.
Bien pudo suceder que parte de las masas rurales expresaran sus padecimientos
apoyando brotes de profetismo milenarista, con santones seguidos por comitivas
de párvulos, y es muy probable que a pesar de las sacas y
las vertiginosas tasas de mortalidad- el estancamiento siguiera multiplicando
el número de los sobrantes en cada lugar.
Sólo es seguro que a mediados del siglo IX precisamente cuando
alcanzan su apogeo las incursiones de sarracenos, vikingos y otros saqueadores
externos- se detecta el comienzo de un tráfico terrestre regular
y a larga distancia de mercancías. Quienes lo asumen son siervos
fugados de su gleba, que combinan el arrojo del rebelde con capacidad
para sacar adelante una fuente civil de ingresos. Arriesgan morir si fuesen
devueltos a su señor, tienen en contra las instituciones del momento,
y se juramentan con otros llamados al mismo desarraigo para formar grupos
tan marginales en principio como las bandas de salteadores.
Por lo demás, viven de lo inverso, que es mantener abiertos los
caminos merced a su propia capacidad de combate y la colaboración
de algún soldado profesional que prefiere ser socio suyo a servir
como peón en las guerras privadas. El novus homo arriesga por costumbre
la vida para proteger algunos carros, si bien lo más distintivo
en él es soportar un desarraigo impensable para quien no levanta
la vista de su terruño.
NOTAS
64
Juan Crisóstomo, Homilía IX.
65
Cf. Pirenne 2005, p. 15 y ss.
66
El ataque más antiguo a lo que hoy es Holanda ocurre hacia 520,
protagonizado por un rey danés; cf. Bloch 1961, p. 36.
67
Ribe tenía en 721 una hectárea destinada a la feria; Haithabu.rondaba
el millar de vecinos, sumados a otros tantos residentes temporales,
una cifra alta para casi cualquier villa altomedieval. En ambos enclaves
se han encontrado balanzas, pesas, adornos, tejidos, elementos metálicos,
botones (un invento árabe) y otros utensilios domésticos.
Su existencia precede en un siglo a la primera incursión vikinga
registrada (el saqueo de una abadía inglesa en 793). Cf. McCormick
2005, p.567-573.
68
Cf. McCormick 2005, p. 165.
69
Ibíd., p. 31.
70
Troeltsch 1992, vol. I, p. 222.
71
Las fuentes mencionan Maastricht, Valenciennes y Cambrai.
72
Hincmaro, Epístola 52, Patrologia Latina, 126.274D.
73
MGH Formulae, Cod. Sangallensis 27, 412.22-23.
74
McCormick 2005, p. 684.
75
El inglés slave omite incluso la ce o la ka que enmascara
levemente el término en italiano, francés, español
y alemán
76
Andrapodon y doulos en griego, servus, mancipium
y famulus en latín.
77
La Vida de Naum, el texto más antiguo de la Iglesia búlgara,
afirma que los vendieron a los judíos por un precio. Y
los judíos los llevaron a Venecia, vendiéndolos de conformidad
con la divina Providencia. Vino entonces el hombre del Emperador, y
cuando supo de los hombres compró algunos y los llevó
a Constantinopla; cf. Kussef 1950, p. 143-144.
78
Historia langobardorum, 1, 1, 47.25-28.
79
Cf. McCormick 2005, p. 685.
80
Cf. Sánchez Albornoz 1973, p. 55.
81
McCormick 2005, p. 701-704.
82
Ibíd., p.705.
83
Los normandos tienen gran éxito penetrando por el Loire y luego
por el Sena hasta París, donde una de sus razzias les depara
un botín compuesto por varios centenares de jóvenes. Tampoco
tardan en tomar Aquisgrán, la capital de Franconia.
84
Cf. Engels 1970, p. 188.
85
Cf. los capítulos de Neale, Oppenheim, Chapman y Benet, en Polanyi
1976.
86
Polanyi 1976, p.139-140.
87
Un factor antihigiénico relevante son criterios sobre pureza
que definen a la conciencia infeliz. Aguijón de lo carnal, la
desnudez se evita por todos los medios, forzando sacrificios como bañarse
vestido en agua fría. Los nórdicos solventaban sus cuentas
con la limpieza mediante saunas y baños grupales por supuesto
desnudos- en lagos y ríos gélidos, una costumbre que asombró
a Julio César por el respeto al aseo implicado en ella. Los romanos
construyeron termas gigantescas, donde se bañaban cotidianamente
sin remilgos, pero ambas prácticas desaparecen con la cristianización.
Los santos se comportan como el célebre Dionisio Cartujano, que
prefiere alimentos rancios a los frescos, chilla de horror si se le
acerca una mujer joven y limita su aseo a persignarse con agua bendita.
Las santas tienen a gala no haberse desnudado desde antes de ser púberes.
88
La lepra puede transmitirse genéticamente cuando alguno de los
progenitores esté ya infectado., y aparecer entonces sin necesidad
de una previa desidia higiénica. Pero esto sigue sin hacerla
contagiosa para terceros, y es sólo una leyenda que el personal
de leproserías pueda contraerla sin descuidar su propio aseo.
89
Aún en 1230, cuando la población se ha multiplicado por
tres y la renta por otro tanto al menos, hay más de 250 leproserías
en Inglaterra; cf. Wikipedia, voz leper.
90
Bloch 1961, p. 61.
91
Cf. Duby 1970, p. 92.
92
Cf. Cipolla 2003, p. 126-127.
93
Cantillon 1755, XV, 7. La campagna de Nápoles, añade
el Essai, puede superar la tasa de 20.
94
Cf. Engels 1970, p. 193.
95
Pirenne 2005, p. 34.
96
Mises 1995, p. 744.
97
Ya en 571 el bizantino Casiodoro la menciona como patria de mercaderes
marítimos.
98
Cf. Braudel 1992, vol. III, p. 120.
99
Pirenne 2005, p. 76.
100
Cf. Aguilera-Barchet 1989, p. 37.
101
Ya habían florecido en la España visigoda, aunque al pasar
sus monarcas del arrianismo a la fe católica acabaron proscritos
y hubieron de emigrar o bautizarse.
102
Cf. Shahak 2002, p. 155.
103
Mandó despellejar con sumo cuidado a uno de sus enemigos, por
ejemplo, para que la piel pudiera rellenarse luego de algodón
y ser crucificada públicamente. Emprendió 52 campañas
militares entre 978 y 1001.
104
Cf. McCormick 2005, p. 646.
105
Cf. Troeltsch 1992, vol. I, p. 386.
106
Hacia el año 1000, cuando el comercio ha empezado a mitigar este
rigor, la población de Europa (incluyendo Rusia y los Balcanes)
se calcula en torno a los 30-35 millones. Tres siglos antes faltan noticias
para hacer un cálculo análogo, pero debió ser bastante
o muy inferior. Sí sabemos que consolidar las redes comerciales
coincide en 1300 con una cifra próxima a los 80 millones. Cf.
Cipolla 2003, p. 147-157.
107
Dopsch 1982 (1918).
108
Combinando sueño y vigilia, Carlomagno concibe obras colosalistas
que terminan en rápidos fiascos, como una fossa carolina
destinada a unir el Rin con el Danubio, donde no toma en consideración
que los picos podrían topar con roca dura. Tampoco logra acercarse
a la meta más admirable de cuantas se le ocurrieron, que fue
abrir escuelas en todas las aldeas.
109
La Santa Sede no quiere seguir sometida jerárquicamente a Bizancio,
y está padeciendo el celo iconoclasta desplegado por la emperatriz
Irene.
110
Cf. Pirenne 2005, p. 29.
111
Hegel 1967, p. 283.
112
Ibíd., p. 285.
113
Cf. Duby 1970, p. 159.
114
También Aachen, y Aix-la-Chapelle.
115
McCormick 2005, p. 683.
116
Como la Donación de Constantino, que inventa un legado
territorial de este emperador al Sacro Imperio, la Vida del beato
Silvestre que pretende estar redactada en el siglo IV-, el
Canon de los obispos, supuestamente acordado en un concilio de
314, las falsas Decretales (atribuidas a san Isidoro de Sevilla) o las
falsas Capitulares del diácono Benito. Ya el poema de Beowulf
aparece precedido por una imaginaria carta de Alejandro a Aristóteles.
©
Antonio Escohotado
LOS ENEMIGOS DEL COMERCIO
http://www.escohotado.org
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