VII. LOS SIGLOS OSCUROS
Los visigodos pensaban que el hombre libre nunca pierde el control
sobre su persona, y la Lex visigothorum les reconoce capacidad
para cambiar de señor mientras no sea en vísperas de una
batalla. Mucho más restrictiva, la legislación de los
francos enumera qué tipos de ultraje del señor
lo justificarían, prohibiéndolo en otro caso. En la España
no carolingia el homenaje es por eso más bien un acto cortés,
sin otra formalidad que besar la mano. De ahí también
que el estatuto de caballero no se limite a los jefes y lugartenientes
de mesnada (los criados del Mío Cid) y corresponda
igualmente a una nobleza campesina, formada por los terratenientes
más prósperos12.
En cualquier caso, la sociedad altomedieval no deja resquicio para el
empresario. Lo magnánimo de los señores brilla en que
su canon se reduzca a varios sacos de grano, alguna oveja o cabras e
incluso 4 gallinas y 20 huevos, como prescribe la ley de
los bávaros para el más humilde, siendo en todo caso una
fracción mínima de aquello que su parcela proporcionaría
a un granjero diligente. Lo magnánimo de los siervos brilla en
su disposición a ser reclutados como tropa, regalar trabajo cuando
proceda, obedecer en general y rendir pleitesía. No les une una
relación utilitaria como los contratos, sino la regla de que
el inferior se esforzará de corazón en obedecer
a su superior y éste le tratará cristianamente.
Sólo la carrera eclesiástica permite entonces trascender
el destino escrito por la cuna de cada cual. El afán de libertad
si existiese- choca con una incomunicación que anula la
capacidad de desplazarse o cambiar de oficio, además de resultar
indeseable (contumaz) para el poder temporal y el espiritual.
Adquirir y retener lo adquirido aquello que le vino dado al campesino
con el caos de la última decadencia- resulta por ahora una facultad
vacía.
Los sacramentos medievales
Jesús promete salvación a quien sea capaz de amarle incondicionalmente,
y el Sermón de la Montaña empieza diciendo: Benditos
los pobres de espíritu, porque suyo es el Reino de los Cielos13.
Desde su perspectiva la lucidez mundana sólo puede engendrar
angustia, mientras el simple -también llamado niño
e inocente14-
será redimido al tiempo de las complejidades unidas al más
acá y los tormentos del más allá. El infeliz y
el crédulo se han entrelazado armónicamente en la figura
del pecador, que obra como no quisiera debido al conflicto entre su
alma y su carne, y desde san Pablo los mejores cristianos se reconocen
grandes pecadores.
Siglos después la jerarquía eclesiástica ha descubierto
un refugium peccatorum más específico que amar
al Mesías sin reservas, e introduce el sacramento originalmente
maniqueo de una confesión periódica. No ya un obispo sino
cualquier clérigo pueden oír las culpas del fiel, prescribir
que rece cierta penitencia y absolverle en nombre de Dios y la Iglesia.
Si el confesado falleciera de seguido, sin tiempo material para pecar,
dispone de una certitudo salvationis que le asegura ir al Cielo
o en el peor de los casos al Purgatorio15,
nunca al Infierno. Es un rito que en los comienzos ocurría una
sola vez al año -el Jueves Santo-, pero evoluciona de acto público
y colectivo a ceremonia privada e individual. Hacia 700 constituye ya
un autoanálisis supervisado, que soslaya las posibles indiscreciones
del confesor arbitrando para él un voto solemne de secreto. Primero
ha sido un acto obligatorio indirectamente- porque comulgar sin haber
confesado podría ser sacrilegio- y luego pasa a serlo directamente,
porque se prohíbe no confesar al menos una vez al año16.
Exigir el desnudamiento íntimo anticipa técnicas freudianas
cuando la medicina hipocrática17
ha sido desplazada por magias, y todo el medievo abunda en personas
que gritan ¡confesión, confesión! cuando
sienten algún peligro. Hace falta esperar a mediados del siglo
XII para que cátaros y otros herejes acusen al clero de vender
el perdón de los pecados18,
y sólo desde John Wyclif a finales del siglo XIV- el confesionario
es visto como algo que se compadece del simple condenándolo a
más simpleza, y a una negligencia apoyada sobre absoluciones
mecánicas. Como añadirá Lutero, además otorgar
al clero un instrumento abusivo de control, la propia promesa de rescate
in extremis sólo conduce a que el fiel sea menos exigente
consigo mismo, y menos digno del perdón divino.
Pero dentro de la misma religión, y en el mismo marco territorial,
ha de transcurrir casi medio milenio para que se consolide el cambio
de criterio. La fe cristiana nace tomando partido por los párvulos
o infantiles, y el medievo lleva hasta sus últimos límites
lo que esto implica de presión sobre otros temperamentos y actitudes.
La movilización general en torno al proyecto de salvarse -amando
todo salvo el mundo- se concilia difícilmente con
reglas cívicas que son espontáneas en algunos y otros
adquieren por educación, rodeando de peligros adicionales la
independencia y la búsqueda de conocimiento. Las cargas del rico
espiritualmente están llamadas a aumentar tanto como su opuesto
monopolice el favor divino y las atenciones de la Iglesia, imponiendo
que los hércules se disfracen de lisiados, las afroditas de frígidas,
los sabios de necios y los elocuentes de tartamudos19.
La sencillez del bien y el mal, la luz y las tinieblas, configura un
tipo de masa recurrente, y para adentrarse en detalles del fenómeno
tanto da leer lo que escribe Amiano Marcelino sobre incendiarios de
bibliotecas en el siglo IV como La guerra del fin del mundo20.
Esto último es una descripción novelada de eventos acontecidos
en Brasil hacia 1900, cuando en el interior de Bahía cierto sujeto
tenido antes por lunático António Conselleiro-
encabezó una rebelión contra la recién estrenada
República21.
Durante la etapa semiamnésica que va del siglo VI al X un número
indeterminable de sujetos análogos empezando por Adalberto
el Milagroso y la profetisa Theuda- seducen a muchedumbres ansiosas
de salvación con símbolos y criterios como los exhibidos
por el movimiento antialfabetización en tiempos de san Agustín.
Pobrismo y capital humano
Mantener y renovar un stock de individuos sin personalidad jurídica,
ampliamente mayoritario como sector de población y con tasas
muy bajas de natalidad, fue algo que la cultura grecorromana intentó
especializándolos como marinos, ebanistas, médicos, escribientes,
prostitutas, etcétera. Esto comenzó a ser inviable con
la recesión generalizada, y recibe su golpe de gracia al progresar
el aislamiento. Falto de liquidez en términos radicales, el señorío
medieval se adapta al estado de cosas con el dominio sobre alguien que
se mantiene a sí mismo, es más fértil y devuelve
su recomendación con labor.
Las actas medievales más antiguas de confiscación y confirmación
de propiedad usan la fórmula finca y no emancipados
(res et mancipia) para designar al esclavo clásico, que
va cediendo su lugar al siervo de la gleba. Pero a la vez que se contrae
la demanda interna de mancipia crece una demanda externa, que
convertirá a niños y jóvenes de ambos sexos en
artículo prácticamente único de exportación.
A la inmovilidad del estamento servil corresponde por eso un movimiento
voluntario e involuntario de personas, que incluye esclavos vendidos
por sus dueños, individuos (libres o no) capturados por distintos
cazadores e incluso un sector que prefiere el albur de ofrecerse en
las lonjas de esclavos a las miserias de su tierra, apostando por encontrar
un amo benévolo y mejores condiciones de vida en Bizancio, Bagdad
o Córdoba.
Por lo demás, la única mercancía capaz de desplazarse
por tierra sin costes exorbitantes es el semoviente humano, que además
de andar puede ir cargado de paso con esto o lo otro. A tal idoneidad
sólo cabría oponer reparos morales, que ahora brillan
por su ausencia. Hacia 599 el papa san Gregorio I trata de emplear las
rentas que ha cosechado en la Galia comprando jóvenes ingleses22,
y a partir de él Roma se consolida como el mayor mercado de cautivos
durante los siglos oscuros, exportándolos desde el puerto de
Civitavecchia y luego desde los dominios papales en Campania. Las primeras
noticias al respecto indican que la mayoría de los embarcados
allí hacia Bizancio son lombardos, un pueblo cuya vecindad incomoda
mucho a la Santa Sede. Siglos después el negocio persiste, y
la primera muralla vaticana es levantada por captivi árabes
tras la derrota de una escuadra suya en Ostia (849), cuando el Papa
ejecuta a los jefes y se nombra propietario del resto.
No uno sino cinco monarcas europeos reprochan al Papado que consienta
el tráfico con sus súbditos23,
estimulando así a piratas y salteadores. Pero la Santa Sede y
los Califatos han suspendido su mutua intolerancia para articular dicho
tráfico, y en 806 el jurista Ibn Sahnun aclara que no está
permitido capturar barcos cristianos, estén donde estén,
si son comerciantes conocidos por sus relaciones con los musulmanes24.
Seda, incienso, otras especias y metales nobles sólo pueden pagarse
con esclavos obtenidos por medios violentos, y este negocio será
el primer gran impulso para el desarrollo de la economía
comercial europea25.
Por lo que respecta a la salvación, el credo paulino entiende
que es indiferente ser amo o siervo y hasta resulta más prometedor
lo segundo. En el pórtico del medievo Gregorio I se declara servus
servorum Dei, inaugurando una actitud asumida expresamente a partir
de él por obispos y clérigos en general26.
Lejos de prohibir la adquisición, captura o venta de personas,
el Concilio de Clichy (626) da por hecho ese tráfico como cimiento
del orden social, y establece a título de excepción que
no podrán destinarse a judíos y paganos. Idéntica
regla consagra poco después el Concilio de Chalon-sur-Saône
(647-653), seguido por una larga serie de cónclaves ulteriores
cuya propia reiteración sugiere un sistemático incumplimiento.
Cuando los árabes se conviertan en adquirente mayoritario aumentan
las penas para quienes se los vendan, porque el cristiano podría
abrazar otra religión y perder no ya el gobierno de su vida terrena
sino su alma inmortal27.
Pero antes de entrar en el mercado de esclavos algo debe decirse sobre
el mundo bizantino y el islámico, tan esenciales para la Europa
medieval.
2. El bastión grecorromano
Constantino fundó su Nea Roma sobre el estrecho que comunica
el Mediterráneo y el Mar Negro. En esa estratégica península
había una ciudad desde tiempos inmemoriales -que se alineó
con Esparta en su guerra contra Atenas-, pero Constantinopla sólo
se convierte en la Bizancio que sobrevivirá hasta 1453 merced
a extraordinarias obras de fortificación terminadas a mediados
del siglo V28.
Para entonces es la sede del Imperio de Oriente y dispone de una clase
media considerable, tanto rural como urbana, que testimonios árabes
ulteriores ligan a la explotación de distintas técnicas:
Mientras Occidente entra en un sistema de grandes dominios, con un
circuito de víveres y servicios que excluye el comercio, la desaparición
del dinero en gran parte del Oeste coincide con lo opuesto en el Este,
y reinando Anastasio I (491-518) las rentas han crecido tanto que la
contribución rústica puede pagarse en metales nobles.
Aunque este emperador no escatima en obras públicas, sus dos
décadas de gobierno aportan a la tesorería 160 toneladas
de oro, un saldo neto cuyo origen no son conquistas o saqueos sino granjas
rentables y actividad mercantil. Florecen, sin excepción, todas
las ciudades que jalonan rutas conducentes a su capital.
Idéntico a Roma por leyes y memoria colectiva, el Imperio romano
de Oriente está hecho a producir e intercambiar, lo cual supone
un empleo distinto de sus recursos humanos y materiales. Dos de sus
señas de identidad la magia civilizadora y
el imperialismo defensivo- vienen de no comulgar con el
desdén romano hacia la industria, y su diplomacia se liga a lo
mismo. Cuando Atila amenaza al país, por ejemplo, las negociaciones
con Teodosio II desembocan en que recibirá 950 kilos de oro.
Pero tan importante como esa cláusula del convenio es otra, por
la cual se establecen puestos comerciales bizantinos en territorio huno,
que además de importar materias primas recobran el oro extorsionado
con la venta de sus manufacturas. Junto a la pompa asiática hay
medidas como suprimir el impuesto sobre profesionales y hombres de negocios
creado por Constantino, y una burocracia eficaz para mantener expeditas
las vías de comunicación.
Constantinopla tiene entonces más de medio millón de habitantes,
y además de los bienes mencionados exporta vinos, entre ellos
el fuerte tinto de Gaza. Monjes nestorianos han roto el
secreto celosamente guardado por China, trayendo gusanos de seda que
permiten limitar a variedades muy específicas su importación.
Pero ya antes de que se ponga en marcha la nueva fuente de ingresos
el superávit de caja sugiere a Justiniano (527-565) varios proyectos
colosales, entre ellos una reconquista del Imperio occidental que consuma
en considerable medida30.
Mucho más duradera y útil iba a ser la compilación
de edictos y dictámenes de los jurisconsultos clásicos,
el Corpus iuris civilis. Otra de sus obras inmortales, la catedral
de Santa Sofía, se erige cuando están calientes aún
los rescoldos de una revuelta que incendia buena parte de Constantinopla,
causando 30.000 muertos31.
El bizantinismo
Las finanzas van tan bien que ni siquiera esos gastos extraordinarios
interrumpen los planes de recobrar el Mediterráneo. El excedente
permite también subvencionar a los persas para que su celo preislámico
la religión zoroástrica- no imponga sacrificar por
sistema a toda suerte de infieles hallados en sus territorios, disuadiéndoles
también de su ancestral disposición expansiva. Pero el
brote de peste bubónica (541-543) mata a un tercio de la población,
liquidando el excedente de personas dispuestas a trabajar o alistarse.
La escasez de brazos dispara una espiral en los salarios que Justiniano
intenta corregir legislando sobre sueldos máximos, y el resultado
de la plaga a medio y largo plazo es convertir a los bizantinos en importadores
masivos de esclavos como mano de obra, cuando precisamente el rendimiento
del trabajo libre distinguía hasta entonces sus productos.
Otras culturas padecen pestes sin cambiar estructuralmente. La bizantina
reacciona ante esa catástrofe haciéndose más militar
y más clerical, un proceso que en pocas generaciones acaba con
la clase media agraria y la urbana. Desde fuera sus ciudades parecen
fortalezas, y miradas desde dentro se organizan como conventos. Ya precozmente
ese elemento monástico justifica que Justiniano clausure la Escuela
de Atenas (529), imponiendo un código de costumbres que subvenciona
formas célibes de vida y estorba de modo espectacular la repoblación.
Le quedan a Constantinopla casi mil años de vida, pero ya no
como Imperio romano de Oriente sino como alianza de feudos, radicada
en un lugar natural de poder convertido por obra humana en fortaleza
inexpugnable.
El marasmo que acompaña a los sucesores de Justiniano parece
invertirse con la llegada del enérgico Heraclio, que reconquista
Alejandría venciendo de modo concluyente a los persas, y que
para recobrar una agricultura no latifundista devuelve tierras expropiadas
por sus antecesores. Pero en 622 -cuando accede al trono- Mahoma se
ha ido de La Meca a Medina para fundar la ummah musulmana, un
movimiento de pujanza sólo comparable al cristianismo y de expansión
mucho más rápida, que en dos décadas conquista
gran parte de Asia Menor, sitiando Constantinopla desde 647 a 678. Aunque
tenga las mejores bibliotecas, y abundantes polígrafos, el Imperio
oriental se ve forzado a entrar en una existencia de espora.
Por lo demás, el bizantinismo sembró la discordia más
enconada entre diofisitas y monofisitas, y serán estos últimos
quienes rindan Egipto y Siria a los árabes con la esperanza de
tener autoridades políticas y religiosas más tolerantes
que su Emperador o su Patriarca. Juan el Gramático, principal
scholar de esta civilización, combina intuiciones sobre
cinemática con filigranas teológicas, y al tomar los hábitos
decide bautizarse como Juan Filoponos (amante del quebranto).
Símbolos de sutileza protocolaria, los principales funcionarios
bizantinos fueron eunucos, mientras innumerables personas perdían
la vida por cambiarle una letra a cierta palabra32. A caballo entre
la prosa del comercio y la poesía del dogma, sus ciudadanos se
polarizaron en la defensa de versiones menos y más misteriosas
de la ortodoxia. Esas disputas irían haciéndose cada vez
más sangrientas, hasta provocar un siglo de guerra entre iconófilos
e iconófobos33.
La progresiva clericalización se hace en detrimento de la vida
mercantil, desde luego, que si en el siglo V y VI resultaba floreciente
en el IX aparece exhausta. El emperador Teófilo (829-842) ve
con escándalo que su esposa sea propietaria de un mercante anclado
en el puerto, y ordena destruirlo. A su juicio, el comercio es
incompatible con el imperio34. El colmo del mal se encarna en
los judíos, que son exterminados desde Justiniano y acaban por
desaparecer completamente de sus dominios.
3. Los imperios mahometanos.
El islam remite a una sociedad milenaria la Arabia Felix-
establecida en el borde más meridional de esa península,
que a través del Mar Rojo y el Índico recibía especias,
tejidos y otros productos de Extremo Oriente. A principios del siglo
VII dicha cultura agoniza, y compiten por hacerse con sus recursos un
partido de etíopes cristianizados y otro de yemenitas maniqueos.
Sus puntos de acuerdo y desacuerdo son el horizonte doctrinal cuando
aparezca un nuevo Libro en el valle desértico aunque abundante
en pozos de La Meca, donde repostan y negocian las caravanas que mueven
bienes entre el Índico y el Mediterráneo.
Junto a otros dioses, algunas tribus del lugar veneraban cierta piedra
negra (la Kaba), probablemente un meteorito, y allí
nace -como huérfano perteneciente a uno de los clanes principales-
el profeta Mahoma (c.570-632), a cuyo juicio esa piedra es símbolo
de Alá, el Dios de Abraham35,
que manda ser generoso con los débiles y asegura a todo ser humano
una retribución adecuada a sus obras en el Día del
Juicio. Alá es único, todopoderoso y a la vez personal
o providente, como YHWH, si bien no prefiere a ninguna tribu o raza.
En línea con la Biblia hebrea, y con el Nuevo Testamento, el
Corán no ve el conflicto entre bien y mal como lucha entre dos
dioses de potencia pareja36,
a la manera persa, sino la guerra entre Dios y un ángel rebelde.
Pero el dualismo zoroástrico reaparece en un fiel maniqueo por
naturaleza, soldado de la luz contra los sicarios de las tinieblas,
que castiga con pena de muerte la apostasía.
El Corán afirma que Jesús ascendió vivo al Cielo,
donde vive junto a Alá37,
y que anunció la venida de Mahoma38.
En otro pasaje hallamos a Jesús negando que él y su madre
sean dioses, tras preguntárselo Alá expresamente39.
Al igual que YHWH, no admite iguales ni la deificación humana
que más o menos secretamente expone el Evangelio. Mahoma tampoco
admite rival, pues sin perjuicio de reconocer autoridad a tres videntes
previos -Moisés, Jesús y Manes- se presenta como Sello
de la Profecía. En realidad, ha combinado judaísmo y cristianismo
de un modo que conserva y supera a ambas religiones, solventando enérgicamente
la relación entre fe y política. Su islam (rendición
a la voluntad divina) no sólo es de modo inmediato un Estado
sino el proyecto de un Estado planetario único, destinado a curar
las desavenencias derivadas del particularismo.
En medio siglo los sucesores (califas) de Mahoma conquistan
un territorio superior al que los romanos se anexionaron en medio milenio,
y llegan algo después hasta China sin usar la rueda como vehículo
de transporte40.
Su culto coincide con la cristiandad y disiente del judaísmo-
al considerar la esclavitud como una institución no ya lícita
sino inexcusable, que proporciona a amos y siervos las mismas oportunidades
de salvarse. Aunque todos los islámicos son miembros de una fraternidad
la ummah-, no hay en el Corán nada parecido a la
regla mosaica de que el hermano esclavo será redimido
al cumplirse los siete años de sumisión, recibiendo entonces
medios para inaugurar una vida independiente. La libertad está
lejos de ser un valor en sí, y al buen musulmán le basta
cumplir la regla de cortesía sugerida por san Pablo: el amo será
impecable mientras no trate con crueldad a su herramienta andante.
Esta circunstancia hará que el califato de Bagdad y el de Córdoba
sean para Europa la principal amenaza y a la vez un balón de
oxígeno económico, porque su demanda de esclavos supera
pronto a la bizantina. Adquirir los mejores ejemplares de latino, nórdico
y eslavo no resulta precisamente eugenésico para el Continente,
pero es su única fuente de efectivo.
Fraternidad y discordia
En su acelerada expansión, el islam solventa la existencia de
poblaciones afectas a cultos distintos arbitrando que quien quiera conservarlos
evitará ser perseguido pagando un tributo. Con todo, el Profeta
muere sin preparar su sucesión y esto no sólo suscita
algunas dudas41
sino que deja en el aire dos modos prácticamente opuestos de
entender la vida piadosa, sembrando una escisión crónica
entre sunitas y chiítas. En principio, la disidencia de los segundos
viene de que el nuevo jefe de la ummah musulmana es uno de los
suegros del Profeta -Abu-Bakr, padre de Aisha, su favorita- en detrimento
de Alí, marido de su hija Fátima.
Aunque sean dos individuos no separados por diferencia doctrinal alguna,
que veneran igualmente a Mahoma, la unidad islámica es tan profunda
como su división interior. Saltar del tribalismo beduino a un
señorío ecuménico cuesta el asesinato de los dos
califas posteriores a Abu Bakr, así como el de Alí y su
hijo Huseín, seguido por la escisión del califato omeya
que se establece en Córdoba. Los sunitas defenderán en
lo sucesivo un conformismo basado en creer que treinta años
de tiranía son preferibles a un día de desorden.
Los chiítas optan por una pasión victimista que expresa
la sentencia de Alí: No encontrarás opulencia sin
topar con derechos pisoteados de las personas [...] No hay bocado exquisito
libre del hambre de quienes trabajaron para hacerlo posible42.
La figura política adaptada a su apasionamiento es el imam,
que por encarnar la infalibilidad no es tanto una persona física
como un espíritu.
El chiísmo se expande y diversifica a través de las cofradías
sufíes, con Irán como centro permanente. El sufi
(místico) llamado también pobre
(fakir)- representa un integrismo marginal, tan minoritario como
diversificado. El mártir del amor, Ibn Mansur al-Hallaj,
es ejecutado en Bagdad (922) por ver en sí mismo la verdad
creadora, y de esa corriente parten otros fenómenos: una
lírica metafísica insuperada con Ibn Arabí,
Jayam43
y Roumi-, la muy influyente Destrucción de los filósofos
(1095)44
de Algacel, los derviches45
danzantes o los plañideros (quienes siempre lloran).
Anticipando el misticismo europeo, sus poetas borran la distinción
entre Alá y mundo, lo infinito y el yo personal, mientras sus
usurpadores políticos destejen cada noche lo tejido durante el
día46.
Algunas instituciones
Nunca se había producido un fenómeno de grandes ciudades
comparable a las mahometanas, que forman una cadena prácticamente
ininterrumpida desde Marrakech a Cachemira, con El Cairo como megápolis.
Entre el siglo VIII y el XII sus excedentes agrícolas y las manufacturas
que produce o transporta son el grueso del comercio mundial, basado
sobre una densa red de rutas terrestres y marítimas que sus mercaderes
roturan o amplían. No es de extrañar por ello que renueven
los usos jurídicos o que dispongan de juristas ilustres en Córdoba,
pues controlar el intercambio de productos europeos, indios y chinos
implica oportunidades formidables de negocio. Con todo, ya desde el
siglo XI el producto exportado va perdiendo importancia47,
con efectos que constriñen tanto el suministro como el desarrollo
interno de sus urbes. Esto remite a la inestabilidad política
de cada dinastía, a las desavenencias entre tribus y, finalmente,
al odio entre legalistas y esotéricos que dibuja la grieta entre
realismo y apasionamiento, modo de vida sunita y chiíta.
Por una parte, no tiene igual una civilización que ha nacido
fundiendo fe y política; y basta comparar Las mil y una noches
con el Chronicon vita sancti Macarii y otras hagiografías
escritas en monasterios europeos. Por otra, cada califato ventila sus
crisis con más integrismo, en detrimento de una vida civil nunca
aceptada del todo. En el siglo XI, por ejemplo, brota una corriente
de Gran Resurrección que es un calco del apocalipsis
propuesto por videntes hebreos: la Kaba desaparecerá,
se borrarán las letras en todos los ejemplares del Corán,
serán ejecutados quienes pronuncien el nombre de Alá,
etcétera48.
Algo paralelo sucede con el viejo culto maniqueo, cuya fe dualista revive
en las formas más populares del chiísmo.
El crédito se diría uno entre los cuatro tratos primarios49,
pero lo maniata una prohibición genérica de la ribah
o interés del dinero. Añádase a ello que el Corán
y la sharia prohíben no sólo el juego sino cualquier
tipo de iniciativa mercantil análoga. Esto implica vetar la relación
directa entre riesgo y beneficio, excluyendo expresamente las transacciones
especulativas o de resultado imprevisible. Su culto es un
modelo de sobriedad intelectual comparado con el del medioevo cristiano,
pero en vez de ir hacia la secularización y la mesocracia sus
imperios entran en un medioevo donde tanto la industria como las clases
medias se estancan o retroceden. A partir del siglo XII los avances
tecnológicos pierden impulso, al mismo tiempo que el nivel de
conocimiento y comprensión en el campo de las ciencias50,
y el tiro de gracia llega cuando los portugueses alcanzan India y China
por mar, liquidando su monopolio sobre el Índico.
Las comunidades suelen alcanzar una lucidez suprema cuando comienza
su ocaso, y eso ofrece la figura del aristócrata Ibn Jaldún
(1332-1406), cuya Introducción a la Historia sólo
puede compararse por profundidad y finura analítica con la obra
de Aristóteles y Hegel. Estudiando culturas y cambio social llega
al concepto de una cohesión (asabiyah) surgida
espontáneamente en tribus y pequeños grupos familiares,
que alguna ideología religiosa intensifica y amplía hasta
crear reinos e imperios. Factores psicológicos, sociológicos,
políticos y económicos captados en su interconexión-
le llevan a diagnosticar el ocaso inevitable de cada asabiyah,
que allana al mismo tiempo el camino a otra. Llamativamente, Jaldún
no ve en este proceso otra evolución que el paso de la vida silvestre
a la civilizada, común a toda sociedad no ágrafa. En este
elemento sólo hay pleamares y bajamares de un océano inmutable.
4. Un apunte sobre Extremo Oriente
En China la penuria material no puede atribuirse a motivos teológicos,
como los que se oponen a la institución crediticia entre cristianos
e islámicos. Si nos situamos allí a mediados del siglo
IV -cuando los obispos católicos celebran el sínodo de
Paflagonia51-,
leeremos en la crónica imperial que el producto agrícola
es insuficiente para las necesidades del Estado. He ahí
un dato paradójico, pues el Río Amarillo y el Chiangjian
depositan ellos solos casi diez veces más sedimentos que el Nilo,
el Amazonas y el Mississippi juntos, regalando grandes extensiones de
terreno aluvial que rinden hasta cuatro cosechas anuales, dos de ellas
de arroz, un cereal cuyo rendimiento en calorías por área
es seis veces superior al del trigo52.
Tan inmejorable base agrícola tiene como complemento campesinos
muy dóciles, que sus amos desplazan en masa como si fuesen semillas
de las plantas cultivadas por ellos. Trabajan la tierra con una meticulosidad
emocionante, y su virtuosismo en el ahorro jamás ha sido
alcanzado en otra parte del mundo53.
A despecho de estas condiciones, el emperador Tai-wu no tiene
suficiente ni para su digno sustento personal, mucho menos
para la Corte y obras públicas, y decide borrar el despilfarrador
anarquismo54.
Ordena a tales fines un censo de todos sus súbditos que permita
controlarlos estrechamente, pues la prosperidad de China peligra si
se dedican a consumir pasatiempos o amasar dinero. A su juicio, los
deberes procreativos y productivos del pueblo exigen pena capital para
quienes beban vino, asistan a espectáculos teatrales o
dejen la agricultura por el comercio. El efecto de estas medidas
es que algunos reos de ebriedad, pasatiempo y comercio sean exterminados,
aunque la normativa cae en desuso y la economía sigue estancada
o en retroceso. Ninguna religión subraya tanto como el confucianismo
la conquista de confort material, pero sacralizar la prosperidad no
implica permitir el desarrollo de una mentalidad económica55.
En vez de derecho los campesinos tienen edictos, un factor adicional
de desmoralización que contribuye a las hambrunas. Es hasta sorprendente
que sobrevivan sin taras genéticas graves, porque la obsesión
productiva aprovecha cada metro para el cultivo. No hay espacio para
criar otro animal que el cerdo, y como estiércol se usan el porcino
y el humano; lo transportan e insertan en semilleros y luego con el
arado seres de ciencia-ficción, portadores de enfermedades dantescas.
El poder del capricho
Mil años más tarde el país está fascinado
con la construcción de barcos. Una de sus flotas mandada
por el almirante eunuco Zheng He- dispone de 317 naves, algunas enormes
(130 metros de eslora, frente a los 25 de la Santa María),
capaces de transportar muchos regimientos. Toda Europa junta no puede
imaginar siquiera una armada semejante56.
Pero la Corte cambia de idea, y en 1500 quien construya una embarcación
con más de dos mástiles merece pena capital. En 1525 las
autoridades costeras ordenan destruir todo barco que surque la alta
mar, así como el encarcelamiento indefinido de sus propietarios.
El motivo expreso de este decreto es que al Imperio no se le ha perdido
nada fuera: China recibirá pleitesía y tributos,
permaneciendo ajena a la tentación del vil comercio, tanto como
a novedades de fabricantes. Las propuestas de mejora son superfluas
cuando no censurables57.
Ha llegado un nuevo brote de Imperio inmóvil, donde
los escasos testigos europeos observan cómo cualquier hombre
de genio inventivo se ve paralizado por la idea de que sus esfuerzos
no le valdrán recompensas sino castigos58.
Precisamente por esos años preparaba Portugal sus primeras expediciones
a Extremo Oriente, seguidas algo más tarde por las de holandeses
e ingleses, y tanto flotas comerciales como militares habrían
sido útiles para que China no pasase de su altivez a un estado
de genuflexión ante Rusia, Japón y las potencias occidentales.
La misma actitud se observa ante el cañón, un invento
chino del siglo XIII, pues en el siglo XVII el país ha olvidado
tanto producirlo como usarlo, y cuando en 1621 los portugueses de Macao
regalen al Emperador cuatro piezas deben complementar su obsequio con
otros tantos artilleros59.
Como la construcción naval, la metalurgia se estanca indefinidamente.
No sólo en estos campos sino en su conjunto, el desarrollo
chino plantea el mismo problema una y otra vez60.
Derecho y legislación
De alguna manera ventilará sus cuentas con la veleidad gubernativa
un país tan aventajado en genio inventivo61. El hecho de que
todas las comunidades chinas extramuros sean prósperas sugiere
que lo problemático está dentro. Hasta el más sanguinario
y venal rey godo, por ejemplo, debía aparentar buena voluntad
y rectitud para no granjearse una rebelión inmediata. En el Pekín
de Tai-wu -y en el Mao- eso sería una iniciativa extemporánea,
cuya flaqueza promueve sedición. Mientras el Hijo del Cielo está
decretando en 1525 un nuevo periodo de glorioso aislamiento los católicos
y los protestantes europeos coinciden en pensar el tiranicidio como
acto ético supremo, y llaman tirano precisamente a quien ignore
la buena voluntad y la rectitud.
Causa y efecto de esta diferencia es que el despotismo asiático
atribuya el dominio de todo al soberano, cuando cualquier ley
contra la propiedad es una ley contra la industria62. Tolerar
el liberticidio tira al desván los propios hallazgos y desincentiva
la diligencia. De Shi-Huang Ti (c.259-210 a.C.), primer Emperador, se
cuenta que mandó quemar los libros confucianos e hizo castigar
a un monte, deforestándolo, por haber dificultado su maleza su
augusto caminar. Todavía en 1455 otro emperador castiga al monte
Tsai por la misma falta de respeto63.
Cuando comparamos el Imperio romano con el árabe y el chino las
diferencias desbordan exponencialmente a los parentescos. Todo se diría
particular en cada caso, salvo que nunca pase de pequeña minoría
un estrato móvil y equidistante entre el príncipe y el
mendigo. Precisamente esto dejará de suceder en Europa, cuyo
destino incluye crear la clase media más amplia y estable de
todos los tiempos. Pero es una tarea en gran medida inconsciente, que
va cumpliéndose a lo largo de muchos siglos a golpes de azar
y necesidad, donde la civilización occidental sólo se
adelanta a otras por reaccionar de modo distinto a sus peculiares adversidades.
NOTAS
1
Sura 50:8.
2
Cf. Duby 1970, p. 108.
3
Ibíd, p. 97.
4
Monumenta Germaniae Historica (en lo sucesivo MGH), Legum,
II, vol. I, 1, p. 152.
5
Ibíd, p. 132.
6
Su principal presa son adultos de Maastrich, que está a 32 kilómetros
de la sede oficial de los emperadores carolingios, Aquisgrán.
7
Duby 1970, p. 109. A su juicio el ánimo de lucro minó
sostenidamente el espíritu de magnanimidad (ibíd
p. 270).
8
Romanos, 13:1.
9
Prescindiendo de prestaciones extraordinarias, lo normal es que cada
villano deba tres días semanales de labor en el dominio exclusivo
de su señor (la demesne). Cf. North y Thomas 1982, p.
10.
10
Cf. Duby 1970, p. 172.
11
Engels 1970, p.68-69. La región pasó a ser Marca carolingia
en 808.
12
Cf. Bloch 1961, p. 158, y 186-187.
13
Mateo 5:3. La New English Bible sustituye pobres
de espíritu [pneuma] por quienes conocen su
necesidad de Dios (these who know their need of God), pero
usa seis palabras para traducir tres, y no modifica el sentido.
14
Mateo 19:14
15
Del papa san Gregorio Magno (c. 540-602) parte esa idea de un lugar
intermedio, donde las almas no padecen el fuego infernal pero se consumen
de impaciencia por un cuerpo purificado.
16
La Iglesia católica y la ortodoxa griega entienden que la confesión
se apoya en ciertos pasajes del Nuevo Testamento, y deriva de la Encarnación.
Confirmación y extremaunción son dos sacramentos adicionales
introducidos por el Papado altomedieval.
17
Aquella que considera la enfermedad como un fenómeno natural
(physikós) y emplea remedios naturales para tratarla.
18
Según Bernardo Gui en su Manual para inquisidores; cf.
Robinson 1903, p. 383.
19
Una variante no mágica del confesionario es el diván psicoanalítico,
que trata la pobreza de espíritu como neurosis. Desde la cruzada
antidroga una iniciativa de misioneros católicos norteamericanos
en Filipinas- la galería de indigentes espirituales ha crecido
con el adicto, que en una línea análoga a la histeria
escenifica un drama de indefensión y dependencia: querría
trabajar y ayudar a los demás, de quienes solicita favores sin
pausa, pero lo traiciona una mala fe que ciertas veces reclama terapia
y otras se afana por engañar al terapeuta. Tras una serie indefinida
de otros adictos -ludópatas, bulímicos, anoréxicos,
erotómanos, movilmaníacos, musculópatas-, vuelve
con distintos nombres el parvulus, que en una época solicita
exorcismo y en otra tratamiento médico. Ver esas conductas como
simples vicios o malas costumbres de cada persona no es admisible para
exorcistas ni para otros terapeutas; cf. Szasz 1974, passim.
20
Cf. Vargas Llosa 2002.
21
Inocentes todos en sentido evangélico, reclamaron la vuelta del
rey y un reino de Jesús llamado a la expropiación del
incrédulo. Los treinta y tantos mil combatientes que acabaron
oponiendo al ejército muchos de ellos niños, ancianos
y mujeres- lucharon con enorme bravura, y ganaron varias batallas hasta
sucumbir a los medios abrumadores que finalmente reunió el país
contra ellos. La penuria intelectual les unía más aún
que la escasez material, fascinados como estaban por un Consejero para
quien toda desdicha o mutilación era belleza, excelencia.
22
Cf. McCormick 2005, p. 687.
23
El primer tratado medieval que se conserva es de 840 y constituye un
acuerdo entre el carolingio Lotario I y la república de Venecia,
donde ésta se compromete a no comerciar con los súbditos
de aquél, y a cerrar su industria de castración; cf. McCormick
2005, p. 710.
24
Ibíd., p. 595.
25
A probar esa tesis dedica McCormick su extensa investigación.
26
También los bizantinos se incorporaron a esa glorificación
formal de la servidumbre, entendiendo que no sólo era la actitud
ejemplar para el eclesiástico sino para el funcionario, cuyo
servicio al Estado implica una esclavitud (douleia).
27
La distinción entre cautivos sólo aparece en 880, como
cláusula de un tratado entre el Sacro Imperio y Venecia que excluye
el comercio con personas libres (captivi qui liberi sunt).
28
Esas murallas resistirían el embate de ávaros, búlgaros,
rusos, pechenegos, persas y sobre todo musulmanes, que hasta en siete
ocasiones intentaron tomar la ciudad. Su perímetro rondaba los
30 kilómetros, y el muro (once metros de alto y tres de grosor)
se completaba cada cincuenta por torres con el doble de alzada, capaces
de descargar un infierno de proyectiles cruzados sobre cualquier punto
de la muralla donde se concentrase un ataque. Ninguna urbe tuvo o tendría
defensas remotamente comparables, y ninguna evocó tanta codicia
en distintos vecinos. Juan Crisóstomo comenta, a finales del
siglo IV, que en los grandes palacios no sólo abundaban adornos
de oro y plata, mosaicos y alfombras, sino refinamientos como grandes
puertas de marfil perfectamente liso, con junturas invisibles.
29
Ibn Hawkal, en McCormick 2006, p. 553.
30
Recobra el norte de África, el sur de España, todas las
islas del Mediterráneo, toda Italia y la Dalmacia. Mandados por
Belisario -uno de los grandes guerreros de la Antigüedad-, los
ejércitos bizantinos se lanzan incluso a empresas en el norte,
frenando el avance huno en Crimea y cruzando el Danubio para contener
a otros bárbaros.
31
La rebelión llamada de la Nika es instigada por los Verdes y
los Azules, dos facciones del Hipódromo que representan a la
aristocracia terrateniente y a la comercial. Sempiternamente enfrentadas,
en 532 se unen para exigir la destitución del favorito imperial.
Justiniano se salva por poco de morir, pero acaba saliendo fortalecido.
32
Omoousíos (misma substancia) y omoiousíos
(pareja substancia) es el centro de la disputa sobre la
naturaleza de Jesús. San Gregorio Nacianceno comenta que la capital
está llena de obreros y esclavos que son todos profundos
teólogos y predican en sus talleres y en las calles. Si pedís
a alguien que os cambie una pieza de plata os instruye sobre la diferencia
entre el Padre y el Hijo; si preguntáis el precio de una barra
de pan os contestan que el Hijo es menos que el Padre, y si preguntáis
cuándo terminará de hornearse os aclaran que el Hijo fue
formado de la nada (cf. Hegel 1967, p. 261). Obsérvese
que la ironía del santo parte de ver estas cuestiones abordadas
por obreros y esclavos, olvidando que su condición
de pobres materiales y analfabetos les capacita especialmente como fieles.
33
El culto de imágenes religiosas (iconos) como objetos
visibles que llevan a lo invisible llegó a oficializarse a finales
del siglo VI. Lo prohibió el emperador León III en 730,
extremándose la persecución entre 741 y 775. En 787 la
emperatriz Irene reacciona prohibiendo la iconoclastia con rigor, aunque
en 814 los iconoclastas retornarían. Finalmente la viuda de Teófilo
I restauró la veneración icónica en 843, un evento
que su Iglesia sigue celebrando como Fiesta de la Ortodoxia.
34
Así lo refiere uno de sus cortesanos, Teófanes Continuatus;
cf. McCormick 2005, p. 29.
35
Alaha es uno de los nombres de YHWH en arameo.
36
En una de sus tradiciones el dualismo iranio profesa que Zurvan (el
Tiempo) engendró a Ormaz y Arimán, cuya oposición
crea el universo físico como campo de batalla. La Luz y la Materia
son para Manes eternos e iguales en potencia.
37
Corán 43:61.
38
Ibíd. 61:6.
39
Ibíd. 5:116.
40
Lo puntualiza un historiador islámico contemporáneo; cf.
Hourani 1991, p. 72. Gran parte de sus dominios son desiertos como los
de Arabia y Asia central, donde cualquier carro quedaría inmovilizado.
41
Por ejemplo, qué actitud tomar ante alcohol, café, haschisch
y otros vehículos de ebriedad, cuestión resuelta póstumamente
por el derecho positivo (sharia) con 80 latigazos. El opio, considerado
tradicionalmente regalo divino (mash Allah) esquiva la prohibición
hasta mediados del siglo XX, cuando el Diván o Parlamento iraní
clausure en 1955 su fumadero.
42
Cf. Naipaul 2002, pp. 416-417.
43
En el caso de Jayam, cuya obra como matemático y astrónomo
está probada, sus maravillosos cuartetos (rubaiyats) pudieron
haber sido inventados en mayor o menor medida por E.Fitzgerald, el traductor,
pues no disponemos de original árabe remotamente parecido.
44
Texto escrito para desanimar a quien quiera cultivar las ciencias, allanando
así el camino al fervor religioso. Un siglo después
Averroes se ganó el destierro de Córdoba por su Destrucción
de la destrucción, donde considera insincero a Algacel (que
habría redactado su libro para escapar a acusaciones de herejía)
y le llama ingrato que vuelve contra el saber lo aprendido de
él (cf. Pioli, en Porto-Bompiani 1959, vol. III, p. 923).
Suele atribuirse al tratado de Algacel una anticipación de la
crítica hecha por Hume al principio de causalidad, pero su objeción
al pensamiento científico es que los filósofos no
pueden demostrar la existencia de Dios ni la inmortalidad del alma
(Ibíd. p. 924). Resulta ocioso aclarar que ambas cuestiones son
científicamente ridículas para Hume.
45
Dervish significa en persa lo mismo que fakir en árabe.
46
Su principio era la religión y el terror, como el de Robespierre
fue la libertad y el terror [
] que fundó muchos imperios
y dinastías. Sobre este mar ilimitado sólo reina un perpetuo
devenir, nada es sólido. Lo formado permanece transparente al
rizarse, y es reabsorbido. Tal como esas dinastías e imperios
no detuvieron la degeneración, por falta de solidez orgánica,
los individuos desaparecen. Pero allí donde se fija un alma noble,
como la ola en el mar rizado, aparece con una libertad tal que no hay
nada más noble, más generoso, más valiente, más
resignado; Hegel 1967, p. 276-277.
47
Cf. Hourani 2003, p. 151
48
Cf. Eliade 1983, vol. III/1, p. 132-133.
49
Venta (bay), alquiler (ijarah), donación (hibah)
y préstamo (ariyah).
50
Cf. Hourani 2003, p. 320.
51
Véase antes, p
52
Cf. Braudel 1992, vol. I, p. 151.
53
Weber 1998, vol. I., p. 508. En el delta de Tonkín los campesinos
mejor alimentados consumen al día cinco gramos de cerdo,
diez gramos de salsa de pescado, veinte gramos de sal y hasta un kilo
de arroz hervido (Braudel ibíd, p. 151).
54
Cf. Landes 2000, p. 38-39.
55
Weber ibíd. p. 515.
56
Cf. Landes 2000, p. 100.
57
Ibíd., p. 316.
58
Cf. Peyrefitte 1992, p. 286.
59
Ibíd., p. 314.
60
Braudel 1992, vol. I, p. 377.
61
Entre otros hallazgos, China es cuna de la carretilla, el estribo, el
compás, el papel, la imprenta, la pólvora, los fuegos
artificiales, la porcelana, una máquina hidráulica para
hilar y el alto horno; cf. Elvin 1970, p. 184 y 297.
62
Burke, citado en Acton 1952, p. 57.
63
Cf. Weber 1988, vol. I, p. 302.