|
|


LOS ENEMIGOS DEL COMERCIO
XXIV. LA REVOLUCION TRAICIONADA
Recomendé incansablemente compromiso pero pensaron de otro
modo, y los acontecimientos han demostrado su lamentable error: treinta
años de guerra exterior y doméstica, la pérdida
de millones de vidas, la postración de la felicidad privada y
el dominio extranjero sobre su país durante algún tiempo
[
] ¿Quién podía prever la melancólica
secuela de su bienintencionada perseverancia?1.
Como otros aspirantes a burócratas revolucionarios, Fouquier-Tinville
y Robespierre portaban peluca empolvada y casaca de seda, con medias blancas
terminadas en zapatos de hebilla. Otros tribunos lucían largas
melenas, evitaban los calzones de raso y calzaban botas altas, como el
Rectilíneo o Babeuf. Pero la magnánima devoción
por el interés general2
se llevó por delante a atildados y aguerridos, pues el escenario
se diría hecho para aventureros capaces de aparentar doctrinarismo.
El superviviente modélico de la nueva clase política es
Sieyès, a quien David retrata envuelto en un capote oscuro de cuello
alto y paño grueso, lo bastante amplio para esconder un par de
pistolas y una bolsa de monedas que compre delatores.
Presentando una u otra teología como terapia laica, la salut
publique ha exhumado la pretensión tradicional de unanimidad,
y entre aclamaciones constantes a la liberté opera un deslizamiento
implacable hacia lo obligatorio. La camaradería que empezó
anteponiendo a cada nombre propio un ciudadano/a, por ejemplo,
se convierte en prohibición de llamar señor o señora
a otra persona3.
El reglamentismo aspira a enseñorearse de conductas y opiniones,
aunque la incertidumbre reinante no puede sino crear autonomía
práctica y ciertos cambios liberales -divorcio libre, matrimonio
de sacerdotes y monjas, un prestigio de la desnudez elegante- no pueden
ser atajados.
Reviviendo a Aspasia, la compañera de Pericles, damas de vida alegre
como Teresa Cabarrús o la posterior emperatriz Josefina se convierten
en figuras centrales del Directorio, y un país que era ya árbitro
del gusto en tiempos del Rey Sol dicta estilo con razones aún más
sólidas. La Cabarrús en particular, hija de un banquero
español, demuestra con el ejemplo cómo cabe ser bella, inteligente,
licenciosa y llena de humanidad al tiempo4.
El contrapeso para esa inclinación hacia la naturalidad es la propia
dictadura revolucionaria, cuyo fundamento sentimental reposa sobre un
romantisme que exalta los duelos, venera genéricamente el
misterio y alimenta la teoría del genio tenebroso. Actualizando
el conflicto del más allá con el más acá,
núcleo de la conciencia infeliz paleocristiana, el espíritu
romántico practica un culto por lo enfermizo que percibe rudeza
de alma en la lozanía.
Para no limitarnos a un debate entre personas e ideas sólo queda
esbozar la situación económica en 1793-1794, y más
concretamente la relación entre decisiones y resultados. En Roma
el acuerdo entre Imperio e Iglesia fue financiado inicialmente por la
expropiación de cualquier templo pagano. En Francia la transformación
es financiada inicialmente por una expropiación de la Iglesia,
a la cual sigue una requisa de emigrés que acaba afectando
también a familiares no emigrados.
1.Pagarés y metálico
Al abolir el feudalismo, en agosto de 1789, la Asamblea aprobó
grandes reformas de la hacienda pública y entre ellas un impuesto
directo y progresivo sobre la renta (el impôt foncier recomendado
por Turgot), suprimiendo de paso algunos impuestos indirectos, peajes
internos y trabas gremiales. Hacer justicia fiscal era al mismo tiempo
relanzar la economía, abriendo perspectivas a medio y largo plazo
que en el corto se sostenían mediante emisiones de asignados
con cargo a los antiguos bienes eclesiásticos. Una sensible mejora
en el nivel de vida era probable, si bien el acoso y posterior fuga de
los reyes dispara una crisis de confianza que cambia el panorama. A finales
de 1792 cuando el parlamento francés delibera sobre matar
o no a Luis XVI- la recaudación es ridícula5,
y las llamadas contribuciones patrióticas al Tesoro han desaparecido.
Expropiar a nuevas oleadas de emigrados no ofrece una mínima parte
de lo requerido para cumplir con proveedores internos y externos, sin
los cuales parece imposible mantener las guerras revolucionarias. Alguien
tan poco sospechoso de posibilismo como Saint-Just sugiere entonces poner
freno a la creación de dinero, para no tener que acabar dictando
leyes violentas sobre el comercio6.
Pero Robespierre y el resto de la Montaña no están de acuerdo
más bien piensan en simplificar drásticamente el intercambio
de bienes-, y la Asamblea Legislativa aprueba una nueva emisión
de pagarés que el mercado sólo acepta por la mitad de su
valor nominal. Esto significa reducir todo tipo de compras, y ante una
oferta menor la demanda tira hacia arriba de los precios.
El 23 de febrero de 1793 una cacerolada de lavanderas protesta por la
subida del jabón, y dos días más tarde las tiendas
de París son asaltadas para conseguir azúcar y café,
otros dos artículos que se han hecho prohibitivos. Marat denuncia
la avidez de lujo de los saqueadores, forzosamente manipulados
por el complot aristocrático, aunque la inflación se extiende
de inmediato a velas, leña y grano. La Comuna creía controlar
las émeutes a su antojo, y seguir disponiendo de manifestaciones
y disturbios como activo político sugiere volver a la anona romana.
El pan de París se subsidia, algo después la carne, cobrando
los proveedores con billetes impresos al efecto por la Caisse dEscompte,
futuro Banco de Francia. Su contabilidad refleja el medio millón
diario que cuesta el suministro de harina como préstamo de
fondos propios7.
En junio los reveses militares cortan el flujo de divisas y metálico
que los ejércitos incautaban desde principios de año en
Flandes y al norte del Rhin, imponiendo austeridad o seguir depreciando
los medios de pago. Pero lo primero implica que la política se
arrodille ante la finanza, y puede evitarse a corto plazo con más
pagarés. Así, un tope de assignats que ha pasado
rápidamente de 600 a 800 millones emite otros 1.200, elevando el
total a 3.100 millones de libras8.
Ya en febrero el valor de estos signes se había reducido
a la mitad, y cuando caiga a menos de la sexta parte la Convención
cree oportuno corregir los automatismos del mercado.
La economía obligatoria
Extender la pena capital a monopolistes es la culminación
de un proceso iniciado por la Ley de Máximos, un precepto que regula
a la baja salarios y beneficios -el margen del mayorista será el
5%, el del minorista un 10%9-,
a la vez que fija precios inalterables para multitud de mercancías.
Quien tenga bienes de primera necesidad debe hacer declaraciones
quincenales de sus existencias, y en agosto se incautan silos los
llamados gréniers de labondance- para acumular excedentes
en realidad imaginarios. Con el drástico recorte del comercio exterior
las malas cosechas son catastróficas y las abundantes casi peores
para el campesino, al reventar los precios. La Bolsa se clausura para
acabar con viles especuladores, aunque hace tiempo no funciona.
Para quienes saben y quieren arriesgar el negocio está en la política
gubernamental, que arruinando al incauto permite hacer enormes fortunas
con la depreciación10.
Ante el acoso de sus acreedores el Gobierno decide desmonetizar los assignats,
pero inaugura con ello un imponente mercado negro de monedas.
El principio de acción-reacción inventa a cada paso un contrapaso,
y seguir siendo auténtico sugiere al patriota curas cada vez menos
discernibles del homicidio. Ahora hay tres nuevos traidores que castigar
financieros, almacenistas y campesinos-, que la Ley de Máximos
encarga a un servicio de vérificateurs asistido por batallones
de sans-culottes. Hébert, padre de la medida, ha sugerido
que esos grupos paramilitares lleven una guillotina móvil para
ajusticiar in situ11.
En septiembre de 1793, cuando entran en vigor las normas sobre justiprecio
que incluyen tanto bienes en sí como costes de traslado-,
el egoísmo se diría al fin acorralado. Las tiendas se verán
obligadas a vender las cosas por su auténtico valor, y en efecto
lo hacen, aunque el Gobierno omite informar sobre el previsible efecto.
Un aflujo masivo de público vacía las existencias en un
abrir y cerrar de ojos, a partir del cual comienza el peor desabastecimiento
recordado.
Ese octubre la campaña contra monopolistes individuales
se amplía a urbes y regiones, que desde los golpes de Estado de
primavera padecen una dictadura ya desembozada del centro. En efecto,
provincias enteras y algunas ciudades entre ellas Burdeos, Marsella,
Tolón, Nantes y Lyón- sencillamente carecen de delegado
en una Convención donde sólo votan ya un tercio de los diputados
originales, y disentir en mayor o menor grado de la política neoespartana
las somete a répresentants-en-mission provistos de tropas
y poderes absolutos, cuya misión consiste en depurar y embargar.
Un anónimo alférez de veintitrés años, Bonaparte,
resulta decisivo para acabar a cañonazos con la rebeldía
de Tolón12.
En Burdeos la carnicería no el expolio- se modera gracias
al ascendiente de Teresa Cabarrús sobre Tallien. El representante
Lebon devasta Arras, y en Nantes otro de los delegados, Carrier, logra
superar en atrocidad a las mitraillades lionesas.
Los partidarios abiertos del Viejo Régimen son castigados con genocidio
el primero quizá de Europa-, documentado en diciembre de
1793 por el informe de otro de los répresentants a la Convención:
Ya no existe La Vendée, ciudadanos. Ha perecido bajo nuestra
espada libre junto con sus mujeres y niños. No tengo prisioneros
que reprocharme13.
Monopolistas y federalistas disgregadores son en realidad
caníbales (anthropofagues), una curiosa expresión
para tiempos donde cualquier carne vale. En el verano de 1794, cuando
llega el golpe de Estado contra la Montaña, los bienes son por
término medio unas diez veces más caros que hace tres años,
los assignés de 100 libras valen 4 y el interés del
dinero bueno puede llegar al 20% mensual14.
A lo largo de los últimos tres años sólo ha crecido
la producción de hierro, convertida en empresa estatal de armamento15.
La marina mercante es un décimo de la existente en 1798, y tanto
la crisis agrícola como el monopolio de la siderurgia asfixian
a la industria en general16.
Cuando el nuevo Gobierno derogue los controles sobre intercambios se abre
la veda para el tipo de negocio colosal que las condiciones de necesidad
extrema abonan siempre. No hay otro futuro inmediato que más inflación
todavía, y luego un desplome general de precios; primero se evapora
el valor de aquello que compra las cosas, y a continuación el de
las propias cosas.
2. La senda hacia el Imperio
La Convención se autodisuelve seis meses después de acabar
con Robespierre y el remanente de tribunos intempestivos. Asomada al abismo,
la clase media específica de los parlamentos previos17
ha encargado al incombustible Sieyès una nueva Constitución
que reconoce la división de poderes, creando dos cámaras
legislativas y un ejecutivo desempeñado por cinco Directores. El
signo más visible de la liberalización económica
es un círculo de nuevos ricos que llena cafés y teatros
básicamente a través de su prole, una jeunesse dorée
cuya revancha se manifiesta en insultos e incluso agresiones a hebertistas
y jacobinos. Esos hijos de papá son los nuevos titulares de la
arrogancia.
Mirado algo más de cerca, el Gobierno lo forman algunos antiguos
inquisidores feroces sumados al círculo nouveau riche, como
Tallien implacable desde que emerge en 1792 como secretario de la
Comuna Insurrecta- o el todopoderoso jefe de la policía política,
Fouché. La historia conmemorativa recuerda el Directorio (1795-1799)
como prototipo de cinismo corrupto, que pide al empresario paciencia con
los arcaicos mientras asegura a estos últimos la más
firme adhesión en materia de principios. Pero carga
también con la tarea de pasar página alegando lo contrario,
y su fraude más ostensible será anular porque sí
las elecciones del 97 y el 98. A despecho de la miseria reinante, el orgullo
nacional sigue en auge y exportar la Revolución es tanto más
factible cuanto que Robespierre dejó ya un país con más
de un millón de soldados repartidos en doce ejércitos18.
Tras un bienio caracterizado a grandes rasgos por el principio de que
no debe haber ni pobres ni ricos, en palabras de Saint-Just, los atropellos
padecidos por distintos propietarios dan paso a una sacralización
incondicional de la propiedad19.
El movimiento pendular se aleja una vez más de la democracia en
sentido anglosajón, presentando como gobierno moderado una oligarquía
de ex inquisidores convertidos en magnates. Ahora pasan por demócratas
unos conservadores tan opuestos como el enragé a lo básico
del liberalismo20,
que decretan autonomía para los negocios y dictadura para las opiniones
y partidos. Antes y después de que reine la guillotina, el criterio
dominante niega lo más elemental:
El buen gobierno no se logra consolidando o concentrando poderes,
sino distribuyéndolos. Si nuestro gran país no estuviese
ya dividido en Estados habría que proceder a la división
[
] Si la capital hubiese de decidir cuándo hemos de sembrar
y cuándo recolectar pronto nos faltaría el pan. Ese reparto
de cuidados, que descienden gradualmente de lo general a lo particular,
es la mejor manera de organizar la masa de los asuntos humanos21.
En efecto, no tarda en promulgarse una ley que suprime toda suerte de
comicios provinciales y municipales, confiando al poder central la provisión
de cualquier cargo22.
La atracción del centro succiona a las más diversas periferias,
y antes de dar paso a un nuevo autócrata con poderes omnímodos
el primer reto del Directorio es la previsible sublevación de París,
centro de los centros, acostumbrado a vivir de remesas enviadas por las
provincias (départements). Otros sacrificios al centralismo
seguirán siendo viables en el futuro, pero el hundimiento de los
assignats interrumpe el reparto gratuito de víveres a principios
de 1796, cuando los datos municipales afirman que más de la mitad
de sus habitantes están desnutridos, y la canción de moda
compuesta por el comunista Babeuf- comienza con Mourant de faim,
mourant de froid.
Nuevas rebeliones y nuevas respuestas
La furia del indigente crece a lo largo de marzo y desencadena dos latigazos
populares en abril. Su lema -Pan y la Constitución del 93-
invoca el droit de subsistence descubierto por Robespierre y exige
un retorno a la Ley de Máximos. Estas iniciativas tienen ímpetu
bastante para tomar la antigua Convención, pero son deficitarias
en liderazgo y hasta en términos de entusiasmo revolucionario,
quizá porque el resultado de las recetas económicas jacobinas
está a la vista. Cuando la Guardia Nacional cerque los barrios
obreros de Saint Antoine y Saint Marcel los insurrectos se rinden sin
lucha.
La amargura del momento queda compensada esa misma primavera por grandes
éxitos militares en Bélgica, Holanda y la margen izquierda
del Rhin. El fenómeno del momento es que el prestigio del credo
sans-culotte haya entrado en eclipse, y la inyección de
recursos que sigue a esas conquistas aviva el orgullo nacional sin avivar
el populismo. Desde Luis XVI ha parecido sencillamente sacrílego
combatir con tropas regulares cualquier alzamiento de la población
civil, cuyas muchedumbres simbolizaban veracidad, espontaneidad y unanimidad.
Ahora los actos masivos violentos que se atribuían sin excepción
a patriotas pueden presentarse como obra de asociales,
y en la práctica son reprimidos con fuego cruzado de artillería.
A mediados de octubre llega la insurrección llamada monárquica,
que según los Directores levanta en armas a unos 135.000 parisinos23.
La cantidad parece formidable, y el Director Paul Barras (1755-1829),
que es de largo el más influyente, responde llamando al ejército
y armando a un grupo civil llamado patriotas del 89, donde
entre otros hay diputados declarados inelegibles por implicación
en masacres, miembros del llamado Ejército del Interior (antiguos
batallones de vérificateurs) y prácticamente todo
el cuerpo de delatores y espías llamado Legión de Policía.
Son personas que están en paro sin economato desde febrero, humilladas
colectivamente desde abril, y su decepción tras apoyar al Gobierno
en octubre les llevará al golpe de Estado que intentan el siguiente
mayo, en nombre de un movimiento panteonista que es igualitarismo
militante.
El brazo firme de la ley opuesto en la práctica a todas esas amenazas
es el recién ascendido Bonaparte, que brilla como maestro artillero24
y por la energía que despliega su servicio de inteligencia. Barras
le premia con una de sus numerosas amantes, Josefina, y el mando de una
campaña contra Italia donde se cubrirá de gloria.
3. Vencedores y vencidos
La grandeur helénica sigue presente en el hecho de que las
cámaras se llamen Consejo de los Quinientos y Consejo de los Ancianos,
aunque tanto ellas como la junta de Directores despachan los asuntos sin
grandeza, envueltos en sospechas de cohecho y fraude, mientras los esforzados
ejércitos revolucionarios luchan no sólo en toda Europa
sino en Egipto y Siria. Esto repite número tras número el
Journal de Bonaparte et les Hommes Vertueux uno de los tres
periódicos controlados por el general-, y en 1799 un golpe de Estado
incruento convierte el Directorio en República Consular, una entidad
que sigue fiel a la divergencia entre forma clásica y contenido
galo-romántico. Los Cónsules romanos eran dos y nombrados
por años; los franceses son en principio tres25
pero no tardan en ser uno solo con mandato indefinido, el Primer Cónsul
Vitalicio Bonaparte26.
La casa del poder absoluto, supuestamente demolida por la Révolution,
no ha dejado de fortalecerse a su costa. Ahora toca expresamente revivir
las gestas de Carlomagno y Luis XIV, abrazando un destino de eminencia
internacional que a cambio de no interrumpir los sacrificios permitirá
dictar orden y órdenes a Europa. Cuando el Consulado se convierta
en Imperio, cinco años más tarde, el titular de esa empresa
no puede recibir la corona de otras manos que las suyas propias, y el
cuadro de Ingres le muestra en su trono áureo con los atributos
de una majestad que empequeñece a la del Rey Sol. Curiosamente,
el primer monarca francés autocoronado resulta ser alguien que
hasta su ingreso en la academia militar era por sangre y vocación
un independentista corso27.
Los verdugos de Luis XVI creían que Julio César fue asesinado
por adeptos de la democracia -una peregrina opinión de Rousseau-,
y quince años más tarde la patria se confía al equivalente
de Octavio Augusto. Otros países abolieron el Viejo Régimen
para racionalizar la coacción, y muchos franceses aspiran sin duda
a eso mismo, pero un nudo de circunstancias impone revivir antes el tránsito
de la Roma republicana a la imperial. Gracias a su gran caudillo, y a
fiables veteranos, Francia puede nombrarse Nation tutora de repúblicas
hermanas que sufragan materialmente su guía ética
y política. El Emperador levanta un Arco de Triunfo, nombra a parientes
y mariscales suyos reyes de España, Holanda, Westfalia y partes
de Italia, ejerce como Protector de Suiza y fuerza a que los Habsburgo
le cedan la mano de María Luisa, una archiduquesa de Austria estrechamente
emparentada con María Antonieta.
La situación de los negocios
Reinando Luis XVI seguía vigente el derecho canónico en
materia de usura28,
y la falta de pagarés admisibles hacía que hileras de estibadores
eligiesen el mediodía para cruzar de una casa a otra cargando pesadas
sacas de monedas. Con el Directorio el interés del dinero es ya
legal y los medios de pago se han multiplicado, aunque el metálico
de calidad vuelve a estar oculto y los assignats llegan a valer
apenas su precio en papel29.
Los veinte años que transcurren entre el gobierno de los Directores
y el destierro de Bonaparte están marcados por una resurrección
mercantil no exenta tampoco de paradoja, pues el país está
provisionalmente ahíto de experimentos colectivistas pero sigue
siendo una economía de guerra, y el Imperio llega cuando el Estado
francés cumple una década de bancarrota. Dicha situación
se prolonga con altibajos otra década, concretamente hasta que
más de 600.000 soldados franceses perezcan en la campaña
de Rusia.
Mitigada por saqueos aquí y allá, la insolvencia crónica
impone una práctica de mendigar calderilla expuesta modélicamente
por el caso de la llamada Louisiana, un territorio gigantesco30
que tras robarse a España se ofrece a una Norteamérica gobernada
entonces por Jefferson. La delegación americana aspira a comprar
el puerto de Nueva Orleans, por el cual pagaría hasta diez millones
de dólares, y queda estupefacta al oír que Francia vendería
toda la Louisiana por quince si recibe rápidamente el dinero31.
Tanta prisa tiene, en efecto, que acepta pagar poco menos de la mitad
de esos quince millones a las dos compañías más solventes
del momento -la Hope holandesa y el banco Barings de Londres-, vendiendo
finalmente la hectárea a seis centavos de dólar. Bonaparte
presenta esta operación al país como un ahorro substancial
en los gastos militares, pues si los territorios siguieran siendo nacionales
deberían ser defendidos de Inglaterra. Jefferson deduce que el
Primer Cónsul de la Francia tan admirada por él32
no es sólo un tirano sanguinario, sino un payaso acuciado por la
indigencia.
Por lo demás, Napoleón tiene en la más alta estima
el derecho de propiedad, que regula de modo generoso y exhaustivo en su
Código civil. Acierta plenamente cuando piensa que esa compilación
resulta más meritoria y duradera que ganar sesenta batallas, y
da allí rienda suelta a su mentalidad conservadora regulando del
modo más tradicional la herencia, el matrimonio y la familia. Más
próximo al liberalismo está el Código mercantil,
una materia de la cual sabe menos y que por eso mismo puede adaptarse
a los usos contemporáneos. Como dice el ponente de la parte dedicada
a la letra de cambio:
Históricamente, este descubrimiento es algo comparable
al del compás o América [
] Ha liberado capital mueble,
ha facilitado sus movimientos y ha creado un inmenso volumen de crédito.
Desde ese instante dejó de haber otros límites que los
terráqueos para la expansión del comercio33.
Si la Révolution no ofreciese tantos ejemplos de equivocidad
podría parecer extraño que Bonaparte quiera desplegar las
alas del comercio francés manteniendo al país como gendarme
y cobrador de Europa, pues ha tenido varias oportunidades para concertar
una paz duradera y las ha rechazado una por una. Los gastos militares
repercuten como un cuanto de dificultad añadido a cada empresa,
y por si eso fuese poco las Constituciones napoleónicas retornan
al centralismo cerrado que informa tanto a la monarquía absoluta
como a la república neoespartana. El Emperador y su política
no pueden ser más tradicionalistas, pero la grandeur incluye
un panteón patriótico donde Marat y otros pobristas fervientes
ocupan puestos de honor invariables. Para el empresario este conjunto
de circunstancias equivale a estar rodeado por una cadena de incoherencias,
que le mandan someterse al dirigismo y le exponen simultáneamente
al desprecio y la sospecha.
En realidad, Waterloo llega antes de que Lyón y los grandes puertos
franceses del Mediterráneo y el Atlántico se recuperen del
ataque padecido en 1793, que interrumpe su desarrollo no ya años
sino décadas, y la articulación de unas cosas con otras
puede considerarse responsable del rendimiento económico
un tanto decepcionante del país en los próximos cien años34.
La vida cotidiana fue quizá siempre más cómoda en
Francia que en Inglaterra y Alemania, aunque el desempeño industrial
y comercial de esos vecinos les asegura avances más sostenidos
en renta. Todavía a mediados del siglo XX el canciller alemán
de la posguerra, Adenauer, ironiza diciendo que el estilo acorde con la
grandeur gala es viajar en primera con billete de segunda.
Los estigmas de la gloria
Probablemente el primer europeo que se declaró tribuno grecorromano
fue la gran estrella del foro Simon Linguet (1736-1794), un populista
nostálgico del medievo enfrentado a la guillotina tres semanas
antes que Robespierre. Los anales le recuerdan por una técnica
de arenga para multitudes basada en lemas de efecto bombástico
o infalible, entre los cuales está que amar a la patria excluye
amar el dinero35.
No hay constancia de que este criterio informase sus minutas36,
tampoco lo hay de que sus compatriotas mirasen o miren el céntimo
menos que otros europeos, y lo diversificado de la hostilidad ante el
comercio en Francia sugiere tanto lo abisal de la discordia como un singular
gusto por la declamación. Ya siglo y medio antes la corriente cartesiana
revivió la perspectiva dualista con un deslinde absoluto entre
materia y pensamiento. Basta trasladar esa actitud a ética y teoría
política para que engrane con la inclinación al patetismo
que los antiguos gnósticos celebraron como ebriedad de lo inaudito.
La revolución francesa procedió a la manera de las
revoluciones religiosas37,
incorporando al proceso civil una carga de ecumenismo e intolerancia hasta
entonces reservada a un par de credos monoteístas. Otras democracias
tuvieron como nexo de unión para sus ciudadanías que el
Estado ni tuviese religión ni se pareciese para nada a una secta,
donde siempre resulta esencial cierto mesías y un programa de salvación.
Original siempre, la Révolution funda sus actos en mandatos
del Ser Supremo, procede con una fe inasequible al desaliento e inaugura
el fanatismo político rechazando en general los desmentidos de
la experiencia. Un contemporáneo observó que dicho giro
sólo podía producir un vacío cortejado por
la usurpación de un tirano militar, dando ocasión a esas
atrocidades que desmoralizaron a las naciones del mundo y destruyeron
y destruirán todavía- a millones y millones de sus
habitantes38.
No pudo estar más en lo cierto, pues parte del censo insistiría
en pensar y obrar sin ser dirigido, mientras otra parte contrapondría
número de votos a auténtica voluntad popular para decretar
lucha a muerte. Llamativamente, el respeto por la iniciativa privada debe
esperar a los códigos napoleónicos, cuando libertad mercantil
no supone libertad de prensa o asociación. Como demostrará
el primer ensayo de sufragio universal (masculino) que se hace esperar
hasta 1848-, el credo sans culotte no es un sentimiento mayoritario
ni siquiera entre los más desfavorecidos, pero sí la bandera
ya permanente de intelectuales, estudiantes y algunos proletarios. Dicho
grupo entiende que la Revolución cesó antes de instaurar
justicia social, y hasta qué punto París es fiel a ello
lo indican posteriores explosiones de dictadura communard, desde
la sublevación de 1830 a las Comunas de 1848 y 1871.
Lejos de ventilarse en los treinta años mencionados por Jefferson
o en los cincuenta atestiguados por Tocqueville, el impulso que llama
a la igualdad montañesa se prolonga poco menos de un siglo, con
reviviscencias que llegan a Mayo del 68. Aún hoy los manuales franceses
de enseñanza media dicen que la verdadera Constitución revolucionaria
fue la nunca promulgada de 1793, pues sólo ella declara el droit
de subsistence. Concebir el quinquenio álgido como un fenómeno
que fue radicalizándose de alguna manera sin querer, acosado por
la agresión extranjera y el sabotaje de los aristócratas,
sencillamente carece de apoyo en los hechos. Fue Francia quien declaró
la guerra a toda Europa porque quiso, quien decidió que emigrar
merecía confiscación y quien no tardó en prolongar
la requisa a cualquier pariente de un emigrado. Lejos de ser una consecuencia
no pretendida, la Révolution atiende desde el principio
a un código de valores cristiano-igualitarios, agresivamente antimercantil
y antiliberal39.
Si se prefiere, el Terror es un Sermón de la Montaña aligerado
de caridad y expuesto en términos bélicos, tan sempiterno
como otras recetas de salvación. Analizar la composición
y el voto de las sucesivas asambleas revolucionarias nos ha servido para
comprobar que en ningún momento esta receta se acercó a
una mayoría simple, y su componente religioso brilla con especial
fulgor en el hecho de que se considerase siempre una expresión
de la voluntad general. Debía exterminar al parásito insolidario,
aunque se cebó con campesinos e industriales fundamentalmente:
Arrasó ante todo las áreas de gran crecimiento:
los puertos de ambos mares, las ciudades textiles del norte y el este,
la gran metrópolis de Lyón. La bourgeoisie
que la historia marxista presenta como beneficiario esencial del proceso
fue, de hecho, su principal víctima40.
4. El comunista profesional.
François-Nöel Babeuf (1760-1797), que adoptó como alias
el nombre de Graco, tribuno del pueblo, fue hijo de campesinos humildes
y empezó trabajando en la oficina del catastro, donde compuso un
largo texto sobre reforma agraria que no leyó prácticamente
nadie. Condenado por falsedad documental en tiempos de Robespierre, abominó
de sus métodos mientras estuvo preso, aunque beneficiarse de una
amnistía41
y palpar la calle le hizo reconsiderar las ventajas del Terror. En la
cárcel había leído el Código de la Naturaleza
de Morelly -creyéndolo escrito por Diderot-, que acabó de
perfilar sus ideas sobre la justicia. Desde entonces supo que la Naturaleza
ha dado a todos los hombres el mismo derecho a disfrutar de todos los
bienes42.
El Evangelio manda vender las posesiones para repartir ese dinero entre
los pobres, y Babeuf actualiza el precepto del siguiente modo:
Todo ciudadano que rinde todas sus posesiones al país
es miembro de la gran comunidad nacional, que garantiza a sus miembros
todas sus necesidades. La gran comunidad impondrá trabajo obligatorio
a quienes hayan dado mal ejemplo por pereza, lujo y conducta laxa, y
sus bienes serán confiscados. Quien acepte pago o tesoros será
castigado severamente43.
Lo novedoso es una praxis que asegura la Gran Comunidad formando revolucionarios
profesionales para un asalto relámpago al poder44.
En cosa de un año las actitudes han cambiado tanto que esta tesis
le vale a Babeuf no ser admitido en el club jacobino -por égorgeur
(degollador)-, algo tanto más amargo cuanto que sus
viejos amigos Tallien y Fouché, égorgeurs eminentes
otrora, ocupan las cumbres del poder y hacen gala de moderación.
Está a punto de olvidarse que la llama revolucionaria se apagará
si el rico deja de ser considerado enemigo del pueblo, y que triunfará
el contrarrevolucionario si la sociedad formada por desiguales no es sustituida
sin demora por una dictadura de iguales. Calculando que en Francia hay
22 millones de oprimidos por un millón de opresores45,
el grupo de Babeuf presenta al país en 1795 un texto redactado
por el literato S. Maréchal entonces tenido por eminencia
de las letras- bajo el título Libertad política: igualdad
económica:
¡Exigimos igualdad real o muerte, y la tendremos a cualquier
precio! La Revolución es sólo la precursora de otra mayor
y más solemne, que será la última [
] Perezcan
todas las artes mientras subsista la igualdad real. El bien común
es la comunidad de bienes. ¡Desaparezca para siempre la repugnante
distinción entre ricos y pobres, gobernantes y gobernados! Dicen
que sólo queremos saqueo y masacre, pero la sagrada empresa que
organizamos sólo apunta a terminar con la miseria pública.
[
] Vuelven los días de la restitución general. ¡Pueblo
de Francia, te corresponde la forma más pura de toda gloria!
¡Sí, eres tú quien podrá ofrecer al mundo
este conmovedor espectáculo! [
] Los amantes del poder absoluto
no se avendrán a la igualdad real, pero ¿qué pueden
unos pocos miles de descontentos contra una masa de personas felices
sin excepción, sorprendidas al hallar la dicha al alcance de
su mano? ¡Pueblo de Francia! Abre tus ojos y tu corazón
a la plenitud de la felicidad, reconoce y proclama con nosotros la República
de los Iguales46.
Mientras difunde este texto, Babeuf se aplica a organizar un Directorio
secreto de salud pública, que en 1796 intenta alzar en armas
a unos 17.000 hombres. La maniobra fracasa antes de empezar, infiltrada
por un topo del entonces general Bonaparte, haciendo que caigan en manos
de la policía no sólo todos sus jefes47
sino documentos teóricos y tácticos. Sigue a ello un juicio
público donde la prueba incriminatoria básica es el propio
plan del golpe, que insiste en matar sin dilación a cualquier disconforme.
Babeuf alegará el último día de la vista oral: Sólo
se me acusa de resistir a la opresión, como Jesús el galileo,
que predicó la igualdad, y Licurgo, que se exiló para no
ser sacrificado por aquellos a quienes benefició48.
Esto no le libra de una condena a muerte que se cumple en 1797. El corso
P. Buonarrotti uno de sus cómplices- escapa con prisión
perpetua gracias a un remoto parentesco con Napoleón, y casi treinta
años más tarde publica La conjura de los iguales
(1824), un extenso texto que inspira a todas las generaciones ulteriores
de comunistas.
Entre los papeles que le fueron incautados con ocasión de su arresto
destacan piezas como Análisis de la doctrina del tribuno Babeuf,
proscrito por decir la verdad, la Carta de la Francia libre a su amigo
el Terror o el escrito llamado Comercio, donde entre otras
cosas afirma que la república no acuña dinero49.
Se ha especulado con la traición de Barras a los Patriotas del
89 que acabarían formando la Unión del Panteón
y el movimiento encabezado por Babeuf-, pero la carta de éste dos
días después de ser encarcelado ayuda a entender por qué
Barras le consideró un gran tonto.
¿Qué pasaría, Directores, si este asunto
pasase a la luz pública? ¡Que se me encomendaría
el papel más glorioso! Demostraría con toda la fuerza
del carácter, con toda la energía que como sabéis
poseo, la rectitud de la conspiración que encabezo [
] ¿Os
opondríais a toda la gran secta sans culotte que no se
ha dignado aún considerarse vencida? Si perdéis el apoyo
de los patriotas quedaréis solos ante los monárquicos.
La muerte o el exilio serían mi senda hacia la inmortalidad,
que recorreré con celo heroico y religioso, pero eso no asegura
la salvación de la República. Sólo veo una senda
sabia para vosotros: declarar que nunca hubo una conspiración
seria. Mi habitual franqueza puede garantizaros la paz, pues sabéis
hasta qué grado llega mi influencia sobre los sans culotte.
Graco50.
Para entonces hay monárquicos no menos que comunistas en cada
familia, como una década antes aconteciera con la revolución
bátava, y posibilistas de distinto tipo empiezan a defender términos
medios. Que la Révolution equivalga a abolir la diferencia
entre gobernantes y gobernados -como viene declarando desde Marat- debe
asumir una vida de espora, sumida en latencia para resistir lo inclemente
del entorno. El mediador entre ella y las democracias prosaicas sólo
puede ser socialismo, un término lo bastante denso
y a la vez difuso como para albergar a partidarios de la libertad en sentido
negativo y positivo. Un contemporáneo de Babeuf -del que hablaremos
enseguida- empieza ajustando cuentas teóricas con la gran explosión
que ha llevado de la Bastilla a Waterloo, y atribuye a los enciclopedistas
de mediados del XVIII cierta responsabilidad por el ataque de autoimportancia
combinado con simplismo. A su juicio, los autores de la Enciclopedia
no indicaron qué idea debía adoptarse para sustituir al
Antiguo Régimen desacreditado por ellos51.
Antonio Escohotado
Noviembre, 2007
NOTAS
1
Jefferson 1987, p. 102.
2
Robespierre, en Soboul 1983, p. 655.
3
Las expresiones monsieur y madame serán sustituidas
siempre por ciudadano y ciudadana, ordena un decreto de la Convención
(10/10/1792). También se impone que el rey la reina de la baraja
sean sustituidos por un genio de la guerra y una libertad
de las artes respectivamente. Las estereotipadas vírgenes
de parroquia rural se transforman por ley en efigies de la Francia Republicana,
con dos cambios: los senos se desnudan y la cabeza dejando intacta
el aura- se corona con el gallo gálico.
4
Ser la amante de Tallien y refrenar sus impulsos carniceros salva a
innumerables gentes de Burdeos y luego de París, donde se la
conocerá como Nuestra Señora de Thermidor. La pasión
que inspira a Tallien del cual se divorciará algo después-
precipita el golpe de ese mes e interrumpe así el reino del Terror,
pues el grupo de Robespierre pretende guillotinarla y su esposo prefiere
morir a verla muerta. Cf. Escohotado 1941, p. 112-130.
5
Cf. Schama 1989, p. 707.
6
Discurso a la Asamblea Legislativa del 29/11/1792.
7
Cf. Schama 1989, p. 708.
8
Ibíd, p. 709.
9
Cf. Soboul 1983, p. 655.
10
No tarda en surgir un lobby basado en que los assignats
puedan adquirirse a crédito, desembolsando inicialmente sólo
una fracción de su precio, cuya política fue siempre apoyar
la declaración de guerra a nuevos países. Con un gobierno
hipotecado a esos gastos siempre habría maneras por ejemplo,
suscribiendo nuevas emisiones de asignados- para evitar el reembolso
de lo impagado; cf. Soboul 1983, p. 656.
11
Cf. Schama 1989, p. 758.
12
A partir de ese momento pasa a ser un protegido de Robespierre, amigo
íntimo de su hermano Agustín.
13
Westermann, en Schama 1989, p. 788.
14
Cf..Armand y Maublanc 1940, p. 17.
15
Cf. Greenfeld 2001, p. 145.
16
Cf. Soboul 1983, p. 688.
17
Una ley de octubre de 1795 sigue excluyendo del cargo público
no sólo a emigrés sino a cualesquiera parientes
suyos, emigrados o no; cf. Soboul 1983, p. 657.
18
Ibíd, p. 655.
19
La nueva Constitución establece que la propiedad es el
fundamento que sustenta el cultivo de la tierra, cualquier producción,
todos los medios laborales y el conjunto del orden social (art.
8).
20
A saber: 1) que el Estado debe estar abierto siempre a cualquier cambio
democrático; 2) que la mayoría debe gobernar en todo caso,
aunque sin privar a las minorías de su derecho a existir y expandirse
en cuanto tales; 3) que ningún pretexto justifica coartar el
derecho ciudadano de oponerse a la opresión, una facultad preservada
por prensa libre, asociaciones libres y el recurso a la desobediencia
civil.
21
Jefferson 1987, p. 89-90.
22
En febrero de 1800. Cf. Soboul 1983, p. 659.
23
Cf. Belfort Bax 1911 (2006), c. 2.
24
Simple perdigonada, en sus palabras, la mortandad que los
cañones de Bonaparte causan a la masa de insurrectos en 1795
supera largamente a la de 1792, cuando la Guardia Nacional usó
sus fusiles para defenderse de otra masa (que deseaba linchar a Luis
XVI). Dos años después el gran Bailly alcalde en
1792- fue guillotinado bajo la acusación de no evitarlo; pero
la historia oficial recuerda a los muertos de un evento como mártires
y a las del otro como traidores, anulando cualquier comparación
cuantitativa.
25
Sieyès, Ducos y Bonaparte.
26
Este paso es precedido por una consulta al censo electoral de aquellos
momentos, que arroja una mayoría colosal: 8.354 votos en contra
y unos 3.550.000 a favor. El plebiscito de 1804, que sigue a su coronación
como Emperador, reduce los partidarios del no a una cuarta
parte (apenas 2.500); cf. Soboul 1983, p. 660.
27
Vástago de una familia toscana en origen, Nabulione Buonaparte
vino al mundo precisamente en 1769, cuando Francia invadió una
Córcega hasta entonces unida la república de Génova.
El dialecto corso y el italiano fueron sus primeras lenguas, y teniendo
20 años escribió a su amigo Pasquale de Paoli, líder
de la resistencia independentista: Nací cuando mi país
agonizaba. Treinta mil franceses desembarcaron en nuestras costas, ahogando
el trono de la libertad en un mar de sangre: ése fue el espectáculo
que ofendió mis ojos infantiles; Napoleón, en Durant
1975, p. 91.
28
La última confirmación del Vaticano en ese sentido había
sido la bula Vix Pervenit (1754).
29
En marzo de 1796 serán sustituidos por mandats, que al
mes siguiente valen sólo el 1%; esto significa cumplir en treinta
días la depreciación que el assignat experimentó
a lo largo de tres años; cf. Soboul 1983, p. 657.
30
Algo superior a los dos millones de kilómetros cuadrados, que
se extendía desde el Golfo de México hasta la frontera
canadiense, ocupando casi la mitad del actual país.
31
Cf. Wikipedia, voz Louisiana purchase.
32
Su altura intelectual, las disposiciones comunicativas de sus
hombres de ciencia, la cortesía de los modales comunes, la soltura
y vivacidad de su conversación, proporcionan a la sociedad francesa
un encanto que es imposible hallar en ninguna otra parte; Jefferson
1987, p. 116.
33
Cf. Hirschman, 1997, p. 174.
34
Greenfeld 2001, p. 153.
35
Linguet, en Greenfeld 2001, p. 150.
36
Al contrario, sabemos que reclamó y cobró aprovechando
el auge de la Montaña- 24.000 libras al duque DAiguillon;
cf. Schama 1989, p. 167-169. El movimiento Otro Mundo es Posible ha
rescatado lemas suyos adicionales, como que el jornal esclaviza
o el mercado es la prisión; cf. Wikipedia, voz Esclavitud
del salario.
37
Tocqueville 1987, vol. I, p. 59.
38
Jefferson 1987, p. 111.
39
Schama 1989, p. 611.
40
Ibíd, p. 787.
41
La decretada al disolverse la Convención.
42
Cf. Cole 1975, vol. I, p. 28.
43
Babeuf, memorando llamado Igualdad, libertad y bienestar universal;
cf. la página web Belfort Bax: Babeuf (1911).
44
Cf. Cole 1975, vol. I, p. 26-29.
45
En el Tribuno del Pueblo de noviembre de 1794; cf. Fetscher,
1987, p. 62.
46
Maréchal, en Belfort Bax: Babeuf (1911), cap. V.
47
La plana mayor está compuesta por los montañeses Debon
(sanguinario représentant de la Convención en Arras),
el impetuoso Darthé y Lepelletier (ávido de venganza por
ser hermano del primer mártir sacrificado por contrarrevolucionarios),
que están en las listas de diputados inelegibles por implicación
en alguna atrocidad durante el Terror.
48
Babeuf, en Belfort Bax 1911 (2006), cap. VI.
49
Ibíd, caps. 2-4.
50
Ibíd, cap. 6., A despecho de componer una biografía hagiográfica,
Belfort Bax considera que la misiva no fue muy sabia o digna de
las circunstancias.
51
Saint-Simon 1971, p. 111.
©
Antonio Escohotado 2007
LOS ENEMIGOS DEL COMERCIO
http://www.escohotado.org
|
|