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LOS ENEMIGOS DEL COMERCIO
IV. EL PUEBLO ELEGIDO (I)
Ya no te llamarán Jacob sino Israel, porque has sido fuerte
contra Dios, y prevalecerás sobre los hombres1.
La Biblia manda respetar al débil, apreciar al fuerte y querer
ante todo al que se yergue desde la nada por méritos propios, como
sus héroes. Lejos de considerar el ascetismo como un fin en sí,
que fortalecería el espíritu, propone templanza en vez de
abstinencia2.
Ayunar resulta anatema porque perturba la moderación, y el partidario
del celibato sugiere al rabino una ironía: ¿Quieres añadir
prohibiciones a las previstas por la Ley? Bastante prueba es circuncidarse,
y cumplir un centenar largo de preceptos cotidianos, para renunciar a
los potenciales éxitos y placeres del mundo. Falta, pues, la contraposición
alma-cuerpo que a través de Platón florece como espiritualismo
evangélico. Pero a efectos de nuestra historia el rasgo más
llamativo del judaísmo es su repugnancia ante la esclavitud, un
rasgo incompartido con el resto de las grandes culturas antiguas.
Entre israelitas estaba prohibido que el vínculo durase más
de seis años, y al cumplirse el séptimo el siervo no sólo
debía ser emancipado sino provisto de medios para reiniciar una
vida libre decorosa3.
Tampoco era admisible denunciar al fugado, o molestarle de cualquier otra
manera. Herir al esclavo y a esos efectos la pérdida
de un diente- supone emancipación automática,4
y matar acarrea castigo5.
Pertenecen a ese misma actitud otras medidas de liberalidad, como que
los propietarios cederán tierras un año de cada siete a
los faltos de ellas, o que cada siete veces siete (49 años)
se condonarán las deudas y volverán a sus antiguos propietarios
casas y tierras enajenadas6.
Con los foráneos no son aplicables tales miramientos. También
es lícito lucrarse en los tratos con ellos, e ilícito hacer
lo mismo con el israelita:
No prestarás con interés a tu hermano, trátese
de dinero, víveres o lo que sea. Podrás cobrar interés
al extranjero, pero prestarás sin interés a tu hermano,
para que tu Dios te bendiga por todas tus ofrendas, en el país
donde entrarás para tomar posesión7.
Limitar radicalmente la esclavitud y prohibir el cobro de intereses son
medidas de autodefensa grupal, que al discriminar entre nosotros
y ellos (los gentiles) buscan apuntalar la fraternidad.
De ahí el mandamiento: No explotarás ni expoliarás
a tu prójimo: el salario del trabajador no lo retendrás
hasta la mañana siguiente [
] En lo que respecta a los hijos
de tu pueblo, no te vengarás de ellos ni les guardarás rencor.
Amarás a tu prójimo como a ti mismo8.
Tan antigua como esta regla es aquella que ordena vender en vez de comprar,
y vender precisamente liquidez, dinero: Prestarás a muchas
naciones, aunque sin pedir tú prestado9.
Andando el tiempo el pueblo judío se convertirá en el más
destacado practicante del comercio, mientras una rama de su teología
va desarrollando lo opuesto: comerciar constituye el crimen antisocial
por excelencia. No es sólo un oficio de plebeyos -como piensan
romanos, egipcios, persas y tantos otros contemporáneos-, sino
la modalidad más perversa del robo.
1. Entre la Nación y el Estado
La sociedad fraternal que se remite a Abraham halla dificultades singulares
para avenirse a las pautas de ciudadanía convenidas por otros pueblos
antiguos, pues cualquier colectivo político supone de un modo u
otro haber dejado atrás la unidad basada en fe y sangre común.
La congregación de parientes-fieles constituye en el mejor de los
casos una gran familia, no una sociedad civil, y las diferencias que vayan
surgiendo en su seno tenderán a ser más explosivas que enriquecedoras
para el conjunto. Ni las castas ni las clases son admisibles en dicho
medio, y la fragilidad política resultante brilla en el hecho de
que los israelitas sólo logran ser una organización territorial
estable hacia el XI a.C., con David y su hijo Salomón.
Los reyes ulteriores jalonan la crisis interna del nosotros, sembrando
disensiones tribales aprovechadas finalmente por el caldeo Nabucodonosor
(586 a.C.) para destruir el fastuoso Templo levantado por Salomón,
y volver a Babilonia con unos diez mil rehenes de las mejores familias.
Al dominio de los caldeos seguirá el de los persas, a éste
el griego a través de los Ptolomeos egipcios primero, luego
a través de los Seleucos sirios- y por último el romano.
Entre los reinos helenísticos y la conquista de Roma el territorio
llamado entonces Palestina recobra su independencia durante una centuria,
si bien no como monarquía sino como gobierno de Dios gestionado
por pontífices (teocracia).
Aunque una parte considerable del pueblo judío apoya a mediados
del siglo II a.C. una Jerusalem propiamente política dotada
de constitución, poderes separados y otros rasgos de la polis griega-,
la teocracia de los Macabeos se instaura declarando que eso sería
blasfemia. Los primeros mártires terroristas circuncidan a algunos
hijos de gentiles y degüellan a hermanos partidarios de formas republicanas.
De esos conflictos emerge como principal derrotado el integrismo esenio,
un movimiento que desarrolla el principio de fraternidad con un principio
comunista muy distinto del aristocrático-militar representado por
Esparta y Platón. Pero nada entendemos de la secta esenia ni de
su heredera -la más influyente aún de los hombres
pobres o bautistas- sin atender a otras circunstancias.
La lógica mesiánica
El faraón Amenofis IV (1379-1363 a.C.) sustituyó el politeísmo
por un culto al Sol como deidad solitaria, y aunque los egipcios restauraron
pronto su viejo panteón la idea de un dios único reaparece
algo después como columna vertebral de la religión mosaica.
Para entonces el disco solar adorado por Ikhnatón ha perdido todo
rastro de naturaleza física, presentándose como un ser invisible
y belicoso10
cuyo nombre impronunciable sin desacato- se transcribe con las siglas
YHWH11.
Su esencia es una omnipotencia absoluta, algo no acorde con la insignificancia
de Israel en un entorno dominado por Egipto y otros imperios, pues quien
tiene de su lado al Todopoderoso debería ser hegemónico
en el concierto de los países, o cuando menos independiente en
vez de vasallo.
El desmentido de los hechos se supera anunciando la venida de un salvador/vengador
el Mesías-, que sustituirá la muerte por una vida
eterna de dicha o castigo12.
La espera de ese emisario se hace más ansiosa en función
del sentimiento de inferioridad que evocan otros países, unido
al desarrollo de la discordia interna, y sus premoniciones contemplan
contratiempos como que sea condenado a muerte y parezca vencido, previéndose
en tal caso una Segunda Venida13.
El marco del mesianismo es la tradición profética, que presta
contenido a la idea abstracta del Omnipotente con la relación entre
una deidad celosa y su grey adúltera: La fiel Jerusalem se
ha hecho prostituta14.
Los profetas desconfían de la urbanidad como el beduino de los
recintos, y su discurso alterna amenaza con arrullo, anuncios de ruina
con garantías de abundancia. El primero en poner por escrito su
videncia, Amós, subraya hasta qué punto bendiciones y maldiciones
provienen de un lazo marital:
Oráculo de YVWH: De entre todas las familias de la Tierra
sólo he cohabitado con vosotros15.
YHVW es un infinito fundido con exclusividad, afectado por predilecciones.
Su espíritu es esencialmente inmaterial y dueño del acontecer,
pero alberga un corazón enamorado que exige correspondencia, o
en otro caso obrará con la crueldad del despecho. Osada en términos
lógicos, la construcción colma al predilecto de autoestima,
al tiempo que le impone vivir agresivamente aislado:
No harás alianza con otros, ni les otorgarás concesiones.
No te casarás con otras mujeres, ni darás tu hija a sus
hijos, ni tomarás su hija para tu hijo. Porque tu hijo se desviaría
de mi senda, serviría a otros dioses, y mi cólera prendería
contra vosotros y os exterminaría al punto. Pero he aquí
cómo debéis comportaros con ellos: demoleréis sus
altares, romperéis sus estelas, cortareis sus baldaquinos sagrados
y quemareis sus ídolos.16
2. El influjo exterior
Esta xenofobia sin paliativos declina de modo paralelo a propia crisis
del Estado judío. Queda incluso en el recuerdo un rey próspero
e inteligente como Salomón, que contrajo matrimonios con princesas
extranjeras, les permitió seguir oficiando ritos paganos en su
reino y empezó a llamar sabio a YHWH, dejando de llamarle
guerrero. Su modelo es José, biznieto de Abraham y
tío abuelo de Moisés, cuya leyenda sirve de contrapunto
al talante profético. Lejos de agredir al infiel compensa la envidia
de sus hermanos que le han vendido como esclavo- con cualidades
llamadas a convertirle en primer ministro de Egipto. Nadie hay tan
discreto como tú17,
le dice el Faraón, fascinado por una inteligencia que brilla más
aún al callar que al hablar.
Pero no morir por la boca, como el pez, es tan preceptivo para sus admiradores
como hipócrita y paralizante para la locuacidad del vidente. Los
hitos de la discordia intrafamiliar la historia de Abel y Caín,
la del propio José- son meras anécdotas sobre el fondo de
odio que ofrecen dos modos de entender la Ley. Unos hermanos denuncian
el adulterio de aquellos que ofrecen a los gentiles fiabilidad,
discreción y respeto. El profeta hace de portavoz para los acusadores,
maldiciendo la flexibilidad intelectual: Palabra de YHWH: Destruiré
la sabiduría de los sabios, reduciré a la nada el entendimiento
de los prudentes18.
Los acusados no carecen de elocuencia y responden con un canto a la sabiduría:
Sus caminos son caminos agradables, y todos sus senderos son paz19.
Judaísmo legalista
La Diáspora empieza con los cautivos de Babilonia (586 a.C.), y
más precisamente cuando buena parte de ellos no sólo decide
quedarse pudiendo regresar, sino que aprovecha el contacto con la civilización
caldea y la fenicia20 para descubrir el comercio y moverse por toda la
cuenca mediterránea, donde pronto sus mercaderes y prestamistas
son difíciles de distinguir del cartaginés. Conocer otros
entornos destaca más aún hasta qué punto su Tierra
Prometida no es el amable lugar surcado por arroyos de leche y miel sino
un foco de resentimiento y subdesarrollo, cuya grandeza sólo puede
reconstruirse sobre bases más afines al realismo.
Esa perspectiva tropieza con hábitos y pautas de las masas campesinas
(amme haaretz) que quedaron atrás, hasta el extremo de evocar
resistencia armada durante la segunda mitad del siglo VI21.
El regreso sólo se logra en 445 gracias al apoyo de un destacamento
militar persa encabezado por Esdras y Nehemías, el primero un sacerdote-escriba
y el segundo un funcionario a quien Artajerjes encarga organizar Judea
como protectorado autónomo. La Biblia edulcora el conflicto de
los judíos babilónicos con sus amme haaretz alegando
que el campesino fue manipulado (por samaritanos, amonitas, edomitas y
árabes), pero reconstruir la muralla de Jerusalem exige tener siempre
a mano las espadas, lanzas y arcos22. Tras lograr que ese
recinto quede asegurado, y que la migración de judíos babilónicos
deje de ser hostigada, Esdras y sus colaboradores pueden concentrarse
en una compilación de la Ley o Torá23.
Por otra parte, codificarla significa que entre nosotros no todos
pueden redactar los anales24 y, a fin de cuentas, descarta la videncia
profética como verdad revelada. Las visiones apocalípticas
ulteriores a Malaquías dejan de tener acceso al Libro, y YHWH lo
certifica a través de ese mismo profeta diciendo: Recordad
la Ley25. Pero relegar el mesianismo a superstición del vulgo
es una victoria de los instruidos que no borra el ansia de portentos,
y casi medio milenio más tarde Jesús reprocha a los fariseos
ser hijos de quienes asesinaron a los profetas26, cuya ausencia
abruma al pueblo con fardos insoportables27.
Para cuando volvamos a tener noticias hay ya dos tipos de israelita: uno
quiere desahogo y vivir en buenos términos con los demás
pueblos, sin perjuicio de cumplir la Ley; el otro es endógamo y
percibe una estrecha relación entre las palabras rico,
violento y malvado por una parte, y pobre,
manso y piadoso por otra28. El segundo grupo
-que tiene en común anatemizar a los grandes29- reprocha
al primero un pueblo despojado [...] donde no aparece un Mesías
diciendo: Devolved eso30. Tales hermanos están
corrompidos por haraganear sobre los divanes y el damasco de sus
lechos31. A Amós, decano de los futurólogos, corresponde
también la expresión más contundente: ¡Malditos
sean los gozadores que viven en paz!32.
3. La recurrencia del rey-mesías
Con la llegada de Roma la pendencia entre legalistas y proféticos
coincide con una guerra civil que es al tiempo guerra de liberación
nacional. A juicio del Talmud de Palestina, escrito bastante después,
florecen entonces hasta 24 sectas apóstatas que mezclan
fe en YHVW con zoroastrismo, astrología, magia y proyectos de desquite
contra quienes no preparen el Fin del Mundo. La indignación adopta
alguna variante de Guerra de los hijos de la luz contra los hijos de
la oscuridad, una epopeya descubierta entre los rollos de Qumrán
que une a la mística algún croquis de batalla33.
En Galilea, tierra natal de Jesús, cuando él acaba de nacer
la muerte de Herodes el Grande coincide con el alzamiento del primer caudillo
mesiánico, Judas Galileo. De allí son también su
descendiente Eleazar Ben Jair líder de la primera gran guerra-
y un tal Ezequías, antecesor de los ulteriores caudillos independentistas34.
Exigiendo el gobierno exclusivo de YHWH, estos hijos de la luz han formado
ya en tiempos de los pontífices macabeos (130 a.C.) las cofradías
de celotes y sicarios o portadores de daga (sica), opuestas al
extranjero y renegados judíos que proponen pactar con los
gentiles35.
A principios del siglo I les vemos limitados a motines urbanos, guerrillas
y represalias selectivas, pero en 66 degüellan por sorpresa a la
guarnición romana de Masada -una fortaleza en principio inexpugnable-,
sublevan a todo el país y demuestran su capacidad militar derrotando
al legado Cestio Galo, que llega al frente de 35.000 legionarios36. Siguen
siete años de guerra sin cuartel que terminan donde empezaron,
en la inaccesible Masada, cuando los romanos están terminando de
construir un enorme talud que les permite atacar desde arriba y los defensores
se inmolan colectivamente, dándose muerte unos a otros o arrojándose
por el precipicio. La campaña de Vespasiano, que le convierte indirectamente
en Emperador, será concluida por su hijo Tito con una demolición
hasta los cimientos del Templo de Jerusalem.
Acaudillada por Lukuas, otro rey-mesías, la segunda guerra entre
Roma e Israel tiene por teatro a la Cirenaica (actual Libia), donde ya
en tiempos de Sila (89 a.C.) se registran graves fricciones entre la colonia
judía y polis griegas de la costa37. En 115 los celotes cirenaicos
-cuyos líderes son refugiados de la primera guerra o hijos suyos-
fundan una teocracia que se apodera del país y destruye todo tipo
de templos e instituciones civiles paganas. Tienen tiempo para exterminar
a unos 200.000 griegos y romanos38, causando grandes pérdidas
a las legiones de Trajano antes de sucumbir en 117.
La tercera y última guerra, que vuelve a tener la Tierra Prometida
como sede, ha sido preparada en secreto aunque cuidadosamente39 por el
gran rabino Akiba ben José y el nuevo rey-mesías Simón
bar Kokhba, un jefe valiente y capaz que sólo será vencido
por las legiones de Adriano al cabo de tres años (132-135). Junto
a ambos, perecen 580.000 combatientes y un número adicional
incontable por hambre, fuego y espada, quedando baldía toda Judea40.
El integrismo ha sacrificado sus cuadros durante cinco generaciones, manteniendo
en jaque al Imperio durante más de un siglo.
Sicarios y ecuménicos
En el año 46, con ocasión de confirmar las prerrogativas
del pueblo judío, Claudio les había instado a ser más
razonables con las religiones de otros pueblos41.
En 135 un tercio de las legiones imperiales han debido concentrarse en
Judea, Adriano está seguro de que la religión mosaica no
merece existir y se aplica a mostrar en distintos campos la impotencia
de su Omnipotente. Los deportados a Roma, por ejemplo, unos diez mil hijos
de las mejores familias judías, levantarán la casa de todos
los dioses llamada Panteón. Los pontífices verán
cómo arde públicamente el rollo sagrado de la Torá.
Quienes circunciden son en lo sucesivo vulgares mutiladores, castigados
como tales. Judea pasa a ser Siria Palestina (tierra de los filisteos),
un templo a Júpiter se levanta sobre el dedicado a YHWH y una Jerusalem
rebautizada como Aelia Capitolina queda restringida a paganos. Los judíos
podrán visitarla, o vivir tranquilamente allí, mientras
abjuren de una religión que les manda despreciar a todas las demás.
En efecto, la última gran guerra contra el Imperio ha partido de
confiar en el apoyo de YHWH, algo inevitable cuando los romanos llevan
setenta años combatiendo al hijo de la luz con tácticas
de tierra abrasada, y mal puede encontrarse en sus parajes un trozo de
pan o una manufactura. Regalo del Todopoderoso es que a despecho de la
penuria el rey-mesías Kokhba pueda tener dos años de austera
gloria, un periodo donde acuña moneda, hostiga a los apóstatas
(fundamentalmente algunas comunidades cristianas) y rebautiza Judea como
Israel, nombrándose príncipe o nasi de un pueblo
redimido42.
Redimirse supone penurias extraordinarias hoy, y un mañana de discriminación
negativa para judíos locales o expatriados; pero el universo profético
no puede ser más ajeno al futuro probable y al ahora material.
Si su vida no sigue empeorando es gracias a Antonino Pío y Marco
Aurelio, que derogan buena parte de lo decretado por su antecesor Adriano.
Les mueve a compasión el judaísmo moderado, que desde los
primeros tiempos del dominio romano prefirió su égida a
la teocrática. Sin embargo, de alguna manera aquellos pedregales
quedarían predispuestos a la avidez por matar y morir religiosamente,
habilitando un sepulcro glorioso para sicarios de Dios. Separados por
dos mil años, los mártires asesinos de Palestina tienen
en común ser gentes del Libro como dijo Mahoma, cuya
guerra santa ha sido expuesta ya por el cerebro del primer alzamiento
el rabino Ben Sira- en términos inmortales: Alzad vuestra
furia, derramad vuestra rabia, destruid al oponente, aniquiladle43.
Hasta entonces la religión de YHWH ni se cierra enteramente sobre
sí ni se vuelca sobre el proselitismo Desde las primeras sinagogas
es admitido como hermano de pleno derecho el gentil que acepte circuncidarse,
aprenda los prolijos deberes del buen fiel y obre con rectitud algunos
años. En esto coinciden moderados y fanáticos, cuya pretensión
de pueblo elegido no descarta un mestizaje originario: Eres del
país de Canaán, tu padre amorreo y tu madre hitita44.
Con todo, las convulsiones del siglo I añaden al legalista y al
apocalíptico un tercero como el cristiano, que por una parte espera
portentos mesiánicos y por otra simplifica drásticamente
los trámites de incorporación a la hermandad. Quiere cumplir
lo esencial del judaísmo suprimiendo lo que tiene de religión
familiar, hasta abolir el conflicto entre sobrios escribas y profetas
ebrios con una exclusión del judío practicante en general.
Judas Galileo, Eleazar, Lukuas y bar Kokhba, los reyes-mesías que
se van alzando en armas, están llamados a ser episodios fugaces
comparados con la estabilidad suprema de añadir a un dios tan sentimental
como YHWH la figura de un hombre divino.
Antonio Escohotado
Marzo, 2007
NOTAS
1
Génesis, 32: 25-29.
2
Johnson 1988, p. 155.
3
Deuteronomio, 15:12-13.
4
Éxodo, 21:27.
5
Ibíd., 21:20. El pasaje no precisa cuál.
6
Como las enajenaciones derivaban de compraventas, y recobrar un inmueble
suponía devolver su contrapartida (en ganado u otros bienes)
-cosa normalmente indeseable para ambas partes-, el precepto no parece
haberse puesto en práctica. Cf. Fetscher 1977, p. 17.
7
Deuteronomio 23: 20-23.
8
Levítico 19:15-18.
9
Deuteronomio, 15: 6.
10
El más antiguo texto bíblico podría ser la oda
triunfal de la profetisa Débora, donde su avance hace temblar
la tierra y estremece a los cielos (Jueces 5:4). También
se llama a sí mismo jefe del ejército (Josué
5:14).
11
Vertido normalmente como Yahvé y Jehová. Cuando pronunciaban
su nombre los israelitas le llamaban Elohim (ser divino)
y Adonai (mi señor). El acrónimo YHWH aparece
unas seis mil veces en la Biblia hebrea; cf. Bloom 2006, p. 133.
12
En los comienzos, con todo, ese individuo puede no tener rasgos sobrenaturales.
Ciro el Grande, que permite a los judíos de Babilonia volver
a su país, pasa por ser el ungido de YHWH (Isaías
45:1).
13
Es la intención primaria en el Libro de Daniel -no profético
para el judaísmo-, prototipo de la literatura llamada seudónima.
Alega haber sido redactado en 600 a.C. aunque no sea anterior a 170
a.C., y se apunta como pronóstico certero toda suerte de hechos
intermedios. Algo análogo sucede con los capítulos 40-66
de Isaías, que están escritos varios siglos después
de los anteriores, y pueden por eso anticipar la destrucción
de Babilonia.
14
Isaías 1:21.
15
Amós 3:2. El original dice conocer, en el
sentido en que el esposo conoce a la esposa, por ayuntamiento.
Sobre el posible factor femenino en la tradición yahvista, cf.
Bloom 1995.
16
Deuteronomio, 7: 2-7.
17
Génesis 41:39.
18
Isaías 29:14.
19
Proverbios 3:17.
20
Fenicia es otro nombre para la tierra de Canaán que
conquistan los caudillos israelitas arcaicos, y un territorio donde
sin duda echaron raíces antes de ser desplazados políticamente
por otros grupos.
21
Cf. Johnson 1988, p. 86.
22
Nehemías 4:7.
23
Los cinco libros llamados también Pentateuco (Génesis,
Éxodo, Levítico, Números y
Deuteronomio).
24
Josefo, Contra Apionem 1:37.
25
Malaquías, 4:4.
26
Mateo 23:31.
27
Lucas 11:46.
28
Renan 1967, p. 178.
29
Ibíd.
30
Deutero-Isaías 42:22.
31
Ibíd. 3:2
32
Amós 6:1.
33
El Rollo de la Guerra distribuye un ejército de 28.000 infantes
y 6.000 caballeros, reforzados por gran número de ángeles;
cf. Eliade, 1983, vol. II, p. 344.
34
Cf. Josefo 1, 7, 252-274.
35
I Macabeos 1:11.
36
Suetonio, Vit. Vesp., IV, 5. Al parecer, Cestio Galo proyectaba
una marcha triunfal y siguió avanzando ante una resistencia aparentemente
difusa. Cuando percibió la trampa quiso retroceder, pero pagó
su temeridad con una catastrófica desbandada.
37
Cf. Jewish Enciclopedia, voz Lukuas.
38
Dión Casio, Hist. Rom. 63, 32. El exterminio alcanza
tales proporciones que Cirene y el resto de la provincia habrán
de recolonizarse.
39
Por ejemplo, construyendo una vasta red de túneles para ocultar
combatientes y pertrechos.
40
Dión Casio, 69, 4.
41
Cf. Josefo, Ant. jud. 19:286.
42
Cf. Jewish Encyclopaedia, voz Kokhba.
43
Eclesiástico, 36:7.
44
Ezequiel 16:3. Se está refiriendo a Abraham y Sara.
©
Antonio Escohotado 2007
LOS ENEMIGOS DEL COMERCIO
http://www.escohotado.org
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