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LOS ENEMIGOS DEL COMERCIO
DEMOCRACIA Y DEMAGOGIA32
Las disputas con hombres que se obstinan en
mantener sus principios a toda costa son las más molestas de
todas, salvo quizá las que se mantienen con personas totalmente
insinceras 33.
Si buscamos ejemplos precoces de masas revolucionarias, lucha de clases,
guerras civiles, tribunos populistas y expropiación del rico
no será de provecho explorar la historia de China, India o Egipto,
donde situaciones de miseria aguda se prolongaron durante siglos y milenios
sin alterar la forma de gobierno. El ejemplo más antiguo y rico
en pormenores es Grecia a principios del VII a.C., cuando la situación
está produciendo en Atenas tales violencias que los adversarios
titulares de privilegios y perjudicados por ello- acuerdan someterse
a un arbitraje para cortar el bucle de venganzas. El laudo de ese árbitro,
Solón34,
no suprime la desigualdad de derechos pero apunta en esa dirección
al desligar la cuna del mérito, alentando directa e indirectamente
al laborioso.
Las primeras democracias aparecen un siglo más tarde, cuando
ciertas comarcas han llegado a tener una clase media rural y urbana
comparable o superior en número a la suma de nobles y parias,
y entregan el gobierno a un pueblo (demos) cuyos criterios se
forman por mayoría simple. La consecuencia es una esfera
sin gobernantes ni gobernados35,
protegida del despotismo por instituciones como el sufragio, el sorteo,
la separación de poderes y la libertad de palabra. Persia, la
gran potencia del momento, no tarda en comprobar que esos diminutos
pioneros del autogobierno son invencibles. Tras pagar de sus particulares
bolsillos una buena lanza, y el resto del equipo correspondiente al
infante acorazado (hoplita), los hombres libres griegos
vencen a enormes manadas de siervos obedientes a la orden de un rey-dios.
1. Religión y orden social
El tamaño de las polis o ciudades-Estado permitía asumir
sin delegación el gobierno de cada una, imponiendo de paso a
cada ciudadano comparencias asiduas en asambleas, comités y tribunales.
Carga honorable por excelencia, esta participación educaba en
el bien común al tiempo que promovía un individualismo
ético y cognitivo, cuyas manifestaciones más brillantes
parecen arrogancia y desprecio hacia la costumbre y provocan juicios
por impiedad contra varios filósofos. Sin embargo,
el más indomable entre ellos Sócrates- cambia las
cosas al acatar una condena que pudo rehuir en todo momento, dejando
como lección que el espíritu individual no es un enemigo
de la democracia sino más bien su garantía.
Reconocida la libertad de pensamiento y expresión, el nuevo régimen
planteaba cuestiones de largo alcance sobre el derecho de propiedad.
Quienes fundaron la polis ateniense difícilmente se habrían
sometido a un voto igual en caso de que eso hubiera implicado otorgar
poderes de requisa a la mitad más uno. Por otra parte, si la
situación empeorase ¿no podría verse llevada esa
mitad más uno a intentar vivir de un recurso tan huidizo como
el despojo de conciudadanos? Eventualmente, unas repúblicas que
nacieron desterrando el privilegio hereditario iban a desaparecer desgarradas
por luchas interminables e irreconciliables, presididas por facciones
que se vengan unas de otras con masacres, destierros, confiscación
de bienes y redistribución de tierras36.
Crónica y ya estéril incapaz de conquistar nuevos
derechos y una vida mejor- la guerra civil precipita la absorción
de Grecia por Macedonia, y algo después por Roma. Pero el detalle
del proceso resulta bastante más instructivo que su simple resultado.
Los estamentos antiguos
La antigua religión griega5 era un culto no salvífico
sino civil, que veneraba a la vez el fuego -una potencia cósmica
e impersonal- y algo tan privado como el linaje. Su ministro era un
patricio (el eupátrida griego y el pater latino)
que administraba cierto patrimonio de cosas y personas como señor,
juez y sacerdote, en términos de propietario absoluto. Debía
tener antepasados perfectamente definidos y custodiar sus restos bajo
un altar (domus), cuidándose de que siempre contuviera
las debidas ofrendas a los muertos y una llama o al menos brasas vivas;
en otro caso su dominium no estaría protegido por los
espíritus o deidades privadas38.
De puertas afuera su espíritu guardián era Término
(Terminus), manifiesto en forma de mojones que no podían
rozarse siquiera sin arriesgar pena capital. El paralelo femenino de
Término era Tijé, diosa del azar que en latín se
llama Fortuna.
Sin misterios ni promesas metafísicas, lo esencial de esta religión
es que consagra la dignidad e inviolabilidad de cada hogar. Pero en
la Grecia arcaica el culto a los antepasados estaba unido de modo no
menos esencial con el orden político, pues las magistraturas
públicas se reservaban a quienes tuviesen altar doméstico,
y eso excluía a dos grupos. La clientela, el primero, combatía
junto a sus patronos patricios, trabajaba en algunas fases del año
sus tierras y se hacía con ello acreedora a protección
ante terceros. La plebe agrupaba a personas sin arraigo (ignobilia
o desconocidas) surgidas en torno a la vida urbana, aunque
inicialmente no sólo careciesen de tierra propia sino de derecho
a penetrar en los perímetros urbanos propiamente dichos, como
la Acrópolis ateniense o el Palatino romano.
El cuarto grupo de población lo formaban esclavos, obtenidos
merced a guerras e incursiones de saqueo y también como consecuencia
de deudas, pues el derecho castigaba así el impago e incluso
permitía al deudor eximirse vendiendo como tales a hijas e hijos.
A veces la deuda era de otra naturaleza, como el crédito solicitado
para pagar la contribución territorial, un supuesto importante
en la Roma antigua por crear una especie de esclavo a plazo, cuya deuda
le vinculaba (a él y a sus descendientes) mientras no se saldara39.
Algo análogo ocurre en el Ática, comarca de Atenas, debido
al endeudamiento de clientes menos laboriosos o con peores tierras.
El salto al civismo
Entre los antecedentes indirectos de la revolución democrática
está una diversificación en el seno del poder político,
que reduce la potestad del rey al pontificado religioso y confía
a otros individuos la jurisdiccional y militar. Coetáneos a ese
cambio son recortes en el privilegio de primogenitura, que dividen la
propiedad en fundos progresivamente pequeños e incapaces de sustentar
al granjero y su familia sin mejoras en el rendimiento. Dichas mejoras,
por su parte, sólo serán factibles cuando viticultores
y olivareros se emancipen de la cuota pagada al eupátrida, y
empiecen a exportar. Antes de inaugurarse el siglo VII una combinación
de pudor y amnesia omite las atrocidades ligadas al conflicto interno,
pero los ecos resuenan en el primer poeta trágico:
Zeus ha abierto el camino al conocimiento
de los mortales mediante esta ley: por el dolor a la sabiduría.
En lugar del sueño brota del corazón la pena que recuerda
la culpa [
] Los dioses gobiernan con violencia desde su santo
trono 40.
El tránsito al sistema democrático se articula sobre
lisonjeadores del pueblo41
que son tyrannoi por acceder al gobierno con golpes de Estado.
Esto les hace formalmente odiosos, aunque asumen una movilización
popular llamada demagogia42
que en la esfera política equivale a la empresa del poeta y el
filósofo en las suyas43.
Enemigos de la nobleza establecida a la vez que mecenas de las artes
y las letras, su égida coincide en la práctica con el
paso de una economía agraria a un tejido económico apoyado
sobre comercio exterior e industria. En el siglo VI a.C. son una especie
de internacional sostenida por matrimonios y otras alianzas, que al
conectar las ciudades más destacadas -Agrigento, Siracusa, Mitilene,
Samos, Éfeso, Mileto, Corinto, Atenas- consolida el marco físico
de la civilización helénica. Para entonces ha penetrado
profundamente la obra de Homero y Hesiodo, y con ella una religión
cuyos mitos presentan la Naturaleza (physis) como obra de arte.
Aunque los tiranos intentan perpetuarse a través de hijos y parientes,
ninguno logra prolongar su égida durante más de dos generaciones
y su caída precipita nuevas luchas civiles entre la nobleza y
el resto, amortiguadas ahora por el brote de prosperidad. Con ella llegan
demagogoi que en el periodo fundacional de las democracias no
son aliados del pueblo bajo sino eupátridas como el ateniense
Clístenes, que alía al sector ilustrado de su propio estamento
con clase media rural y urbana. Con Clístenes se consuma en 508
a.C. la isonomía o principio de la misma norma, hoy llamado
igualdad ante la ley. Su contemporáneo Esquilo saluda la decisión,
haciendo votos para que jamás rija en Atenas la discordia
civil, siempre insaciable de desgracias44.
Poco después de transformar sus castas en clases45
las polis derrotan al invasor persa en Maratón y Salamina (490
a.C.) y se lanzan a sanear y embellecer sus perímetros. Cuatro
décadas de febril actividad, por ejemplo, toma reconstruir la
Acrópolis ateniense con templos y dependencias que superan al
menos en un tercio a los mayores construidos por egipcios, babilonios
y persas. Algunos de los emporios más recientes encargan sus
constituciones a sabios, como sucede con Parménides en Elea,
y hacia 400 a.C. prácticamente todos los varones atenienses saben
leer y escribir46,
aunque la educación nunca recibió fondos públicos.
Hay centenares de escribas profesionales dedicados a transcribir distintos
textos, y constituye un estímulo indirecto que las decisiones
de la Asamblea, el Consejo y los tribunales se publiquen siempre, fijándose
en plazas y calles. De alguna manera, el derecho de todos a estar informados
instó un grado de alfabetización que Europa sólo
conseguiría en el siglo XX.
También sucede que haber abolido la desigualdad jurídica
subraya más aún la individual:
El día en que el hombre se liberó de los lazos
de la clientela vio brotar ante sí las necesidades y dificultades
de la existencia. La vida se hizo más independiente pero también
más laboriosa y sujeta a mayores accidentes; cada cual tuvo
en adelante el cuidado de su bienestar, cada cual su goce propio y
su misión específica. Uno se enriquecía con su
actividad y su buena suerte, otro quedó pobre47.
2. El estatuto del trabajo
Básicamente mesocráticas, Atenas y otras polis refutan
el tópico ancestral de que otium y negotium son
cosas opuestas, sinónimo de dignidad y vileza respectivamente.
El banquero-cambista (trapézitas) es allí un empresario
dinámico, y ya antes de la primera guerra con Persia hay en Corinto
y Atenas financieros famosos, capaces de montar fábricas de armamento
tanto como de equilibrar provisionalmente déficits en el presupuesto
de su ciudad. La prosperidad inicial de las democracias se manifiesta
en una variedad insólita de actividades económicas48
y en la propia falta de normas sobre interés del dinero, unido
al hecho de ser inferior al vigente en otros territorios49.
Su campo de negocios cubre un área muy vasta, que por el este
llega a la orilla más lejana del Mar Negro, por el oeste a Marsella
y Ampurias y por el sur a Egipto y Libia. Como no alimentan ambiciones
de expansión territorial, han ido fundando colonias costeras
para comerciar con pueblos tan variopintos.
Antes de acabar el siglo V la mesocracia fundante dibuja una figura
más estrecha y prolongada por los extremos. Las clases medias
rurales y urbanas han invertido masivamente en esclavos, y las buenas
familias tienen talleres para tejedores, albañiles, ebanistas
o armeros, a quienes en otro caso forman para explotarles como médicos,
arquitectos, constructores navales, pedagogos, agentes comerciales,
artistas, rameras y hasta funcionarios públicos subalternos.
Copan de tal manera la vida profesional que va dejando de ser decoroso
cultivarla, cuando la inversión sensata es comprar trabajo gratuito
para siempre, con herramientas vivas cuya integridad se
encomienda al interés de cada dueño, como dice Aristóteles.
También es cierto que formaban parte de la familia en sentido
amplio; abundan casos de esclavos que conseguían comprar su libertad,
e incluso tan bien avenidos con los amos que vivieron prósperamente
sin necesidad de emanciparse.
Un pueblo democrático no llega a creerse del todo que otro ser
humano sea un bártulo, y el genio artístico y científico
de los griegos tuvo su equivalencia en una actitud menos inhumana de
lo tradicional. Pero la desvinculación entre esfuerzo y premio
convierte al esclavo en el trabajador menos estimulado, y permanecer
en una esfera extramonetaria impide que esa masa de productores gaste
dinero y opere como multiplicador de la renta, acosando de paso a todos
cuantos han de ganarse profesionalmente la vida. Cuanta más proporción
del trabajo se encargue al siervo menos cantidad y calidad habrá
de empleo remunerado, cosa percibida del modo más nítido
por Solón: Para socorrer a la polis lo único útil
es estimular y dignificar el trabajo del hombre libre50.
Por otra parte, el propio éxito de las democracias desdibuja
esa premisa, y gracias a la servidumbre los ciudadanos pueden desempeñar
sin delegación todas las funciones legislativas, ejecutivas y
judiciales de cada ciudad-Estado. Dos siglos después ni un demócrata
como Aristóteles considera que esclavitud e igualdad [jurídica]
son incompatibles51.
La Política, que compara una economía sin esclavos
con un telar sin tejedor, tampoco omite expresiones de desdén
hacia el comerciante y su oficio. El sector del pueblo más perjudicado
por la delegación del trabajo en subhumanos baraja cualquier
reforma salvo la abolicionista, y mide la riqueza por número
de siervos. El nivel salarial es determinado por aquellos que sólo
cobran salario para dárselo a su dueño, pero no parece
haber vida digna sin disponer de herramientas vivas.
Elementos circulares
El estancamiento en la capacidad del hombre libre humilde para abrirse
camino fomenta una divergencia entre forma y contenido de su participación
política. La forma es el servicio público desinteresado,
y el contenido la tentación de poner en venta el parecer
a causa de su pobreza52
(dando el voto a quien mejor lo pague entre facciones políticas
y otras partes litigantes). Como la Administración implica cargos
en Atenas la Asamblea reunía periódicamente a más
de 5.000 legisladores, el Consejo a 500, los tribunales populares a
varios cientos-, los humildes se presentan a cualquier elección
o sorteo no sólo para poder patrimonializar su voto, sino porque
las polis prósperas compensan con dietas el desempeño
de deberes cívicos53.
Jueces ahora, diputados luego y concejales más tarde, su aspiración
más o menos consciente es una clase política, que indigna
a los patricios como entrega de la Administración al menos preparado
e independiente.
Platón, por ejemplo, piensa que queriendo evitar la servidumbre
el pueblo acaba por tener como amos a los siervos54.
Su coetáneo Jenofonte lamenta la existencia de un demos
mayoritariamente ocioso y seducido por tribunos insensatos, que pide
recibir dinero por cantar, correr y danzar55,
mientras una literatura más amplia56
se dedica a mostrar que los mejores (gentes de calidad)
son enteramente distintos de los peores (gentes ligeras de juicio).
No llegan al registro escrito o sucumben de otra manera al tiempo testimonios
orientados a defender lo mismo, aunque llamando mejores a los peores
y viceversa. Con independencia de estas certezas, la comarca de Atenas
tiene en su periodo de esplendor algo más de quince esclavos
por cada varón adulto con estatus de ciudadano. Los registros
hablan de unas 150.000 personas libres -que incluyen ancianos, niños,
jóvenes, sexo femenino, libertos y extranjeros (metecos)- para
unas 365.000 no-libres57.
La discordia condiciona de modo decisivo la derrota de la liga pro-ateniense
de ciudades por la pro-espartana en 404 a.C., un evento que entre otras
cosas suspende por quiebra la remuneración del cargo público.
En las Asambleas de algunas polis los demagogos proponen restaurar las
arcas con expropiaciones, y el magnate Cleón que ha sucedido
a Pericles en el partido populista- ofrece a Atenas como única
alternativa viable hacer la guerra a vecinos débiles. La política
de incautación y subvención puede ser pan para hoy y hambre
para mañana, pero ese planteamiento es absurdo para quien se
acuesta con hambre. La concordia presupone cierto grado de prosperidad,
finalmente concretado en ingresos individuales, y las instituciones
democráticas pierden sentido o se desvirtúan cuando la
renta retrocede.
Ningún barómetro mide mejor esa tendencia que el llamado
ostracismo, pues a principios del siglo VI castigaba con destierro y
confiscación de bienes al reo de conspirar contra la paz pública,
y a principios del IV es un protocolo rutinario para cazar patrimonios.
Evitarlo impone sobornar a facciones de la Asamblea, y casi todos los
amenazados de requisa forman ya parte de clubs donde sólo se
entra jurando ser siempre enemigo del pueblo, y hacerle todo el
mal posible58.
Demagogos de primera generación como Teatégenes se contentaron
con degollar al ganado de los nobles; émulos de nueva hornada
como Malpágoras dividen a los ricos en dos grupos, uno de los
cuales será sometido a ostracismo y el otro ejecutado in situ.
La facción aristocrática no es en modo alguno menos feroz,
y cuando Esparta logre imponer en Atenas a los Treinta Tiranos su
privado lucro les lleva a matar en ocho meses casi tantos ciudadanos
como diez años de hostilidades militares59.
Unos y otros arrastran a la guerra más vergonzosa, dura
e impía: la guerra entre nosotros mismos60.
3. Expropiadores, colectivistas y moderados
Vale la pena recordar que para entonces la nobleza de sangre es un estamento
prácticamente arruinado. Como los nuevos ricos descienden de
familias clientelares y plebeyas, cuando no de libertos, saquear a ese
grupo con requisas promueve una fuga sustancial de recursos. El demos
ya no está combatiendo el privilegio, como en los comienzos,
sino intentando hacer que los notables o principales
de cada lugar y momento sufraguen la crisis del hombre libre empobrecido,
y desde Tucídides (h. 460-390 a.C.) algunos demócratas
se desmarcan del populismo. Será imposible conservar el Estado
como institución encaminada al progreso moral y material de los
individuos si sus líderes no van encontrando caminos alternativos
a la imprevisión, que disfrazados de filantropía abren
camino a regímenes de fuerza. Pero lo cierto es que ese proceso
ocurre con sangrienta monotonía61.
Aristóteles (384-322 a.C.), macedonio por nacimiento y heleno
por vocación, que escribe cuando Grecia es ya un protectorado
macedónico, piensa que la democracia es a fin de cuentas el régimen
político menos malo comparado con la monarquía y
la oligarquía-, si bien exige algo tan infrecuente como que esté
gobernada por aristócratas del conocimiento y la virtud. Insiste
en las fronteras que deben separar cada Constitución del arbitrio
momentáneo de alguna mayoría, y denuncia que con su simplismo
-la demagogia ha llegado al extremo de decir que el pueblo es
señor incluso de las leyes62.
Siglo y medio después ese criterio sigue alimentando guerras
civiles, como atestigua en detalle Polibio (200-122 a.C.). Lo insuperablemente
atroz ha ocurrido bastante antes de Aristóteles en Mileto, tierra
natal de la filosofía:
Al principio vencieron los pobres y obligaron a los ricos a
huir de la ciudad, pero en seguida sintieron no haberlos degollado,
y cogiendo a sus hijos los trasladaron a granjas para que los bueyes
los triturasen bajo sus patas. Los ricos penetraron muy poco después
en la ciudad, haciéndose dueños de ella, y a su vez
cogieron a los hijos de los pobres, les untaron de pez y les prendieron
fuego63.
Comunismo aristocrático
El fratricidio cobra renovadas fuerzas desde el triunfo de la liga pro-espartana,
y a ese preciso momento de humillación para Atenas corresponde
la república perfecta de Platón (427-347 a.C.), que nos
interesa de modo singular por ser también el primer sistema totalitario
o de unidad absoluta. La polis se le presenta como un
hombre sencillamente más grande, cuyas costumbres pueden
corregirse como haría un individuo con su conducta, y su meta
genérica es una depuración de lo innecesario
que restaure la convivencia sencilla, sana y feliz de la sociedad predemocrática.
Es preciso ante todo que el territorio antes capaz de alimentar
a sus habitantes no se torne exiguo64,
cosa imposible sin reprimir gustos artificiosos inducidos por la inflación
de empresarios, artistas y artesanos.
Pero si bien se mira es innecesario todo deseo gobernado por pasiones
excluyentes. No sólo las propiedades sino el matrimonio y la
prole son manifestaciones de posesividad, y el Estado perfecto sólo
consiente esas debilidades al estamento encargado de producir, cuya
alma está unida al vientre y al bajo vientre. A cambio de tolerancia,
sus miembros no tienen voto y ni siquiera voz en la polis. Gobierno
y administración se entregan a los más valientes y capaces
como guerreros, que tras educarse en un bien y una belleza limpios
de toda mezcla pasan del egoísmo a la abnegación65.
A este estrato de guardianes corresponde que sus mujeres
sean comunes a todos los hombres y ninguna pueda cohabitar privadamente
con alguno, siendo sus hijos también comunes66,
dentro de un programa orientado a la selección racial67.
La entrega de los guardianes y su elite filosófica a la justicia
se completa poniéndoles a cubierto también de opulencia
e indigencia, ya que la riqueza provoca sensualismo, holganza
y avidez de novedades, mientras la pobreza provoca sentimientos serviles
y bajo rendimiento en el trabajo68.
Entendemos que la Patrística cristiana llamara san Platón
a alguien de tan prodigiosa elocuencia, que empieza y termina su obra
política insistiendo en premios y castigos de ultratumba para
el puro y el concupiscente69.
Nadie ha contribuido en medida pareja a escindir los intereses del alma
y el cuerpo, anticipando el desgarramiento entre más allá
y más acá que define a la conciencia infeliz cristiana.
También parten de él dos directrices que la Iglesia convertirá
en doctrina y práctica respectivamente: 1) La esfera mercantil
es fuente última de las falsas necesidades, y genera una distribución
anárquica en la propiedad. 2) Debe instaurarse una meticulosa
censura de la imaginación y el pensamiento70.
Contrapuesta a su igualdad absoluta, la igualdad meramente jurídica
de las democracias siembra indulgencia y desprecio por la autoridad,
con un predominio de apetitos licenciosos que termina de
corromper la avaricia consustancial a los regímenes oligárquicos.
Es especialmente grave que el demócrata haya olvidado los valores
de la vieja nobleza, dejándose llevar por amor a la innovación71
y confianza en la suerte72.
Las Leyes, el último y más extenso de sus diálogos,
presenta la disposición militar como antídoto permanente
para el individualismo:
Lo fundamental es que jamás nadie,
hombre o mujer, tanto en la paz como en guerra, de un solo paso que
no esté mandado y viva siempre mirando y siguiendo al jefe [
]
En una palabra, debemos entrenar al alma para que ni siquiera considere
la posibilidad de actuar como un individuo o saber cómo se hace
eso 73.
Platón intentó aplicar estos principios en Siracusa, apoyado
por un tirano que le retiró algo después su favor e incluso
decidió venderle como esclavo74.
Nada de su vehemente idealismo encontramos en Aristóteles, que
sin perjuicio de venerar personalmente al maestro75
no puede estar más lejos de proponer alguna solución definitiva
o radical para la sociedad humana. Piensa más bien que los ciudadanos
no deben aceptar ningún cargo público vitalicio ni que
la mayoría quede excluida del voto, simplemente porque ser falibles
corresponde poco más o menos a todos. La libertad individual
le parece deseable e inevitable al tiempo, y negarlo viene de concebir
la polis como un individuo más voluminoso aunque gobernable por
una voluntad entre otras, cuando representa una multitud
de diversos76.
El programa ascético-comunista sugiere que
la hacienda sería de todos y en particular
de ninguno. Pero al decir todos hay engaño y razón
sofística, porque el vocablo dice lo uno y lo otro, lo igual
y lo desigual [
] Resulta como afirmar que de una manera es bueno,
aunque imposible, y que de otra manera es cosa ajena a todo buen entendimiento
y a toda concordia 77.
De ahí que los adultos sensatos tengan algunas cosas comunes,
no todas. La exclusividad erótica, familiar y patrimonial preserva
el sentimiento magnánimo, por ejemplo78,
y nada tan urgente y fundamental en política como evitar cegueras
demagógicas, aunque provengan del partido oligárquico.
La legislación que criticamos podrá
parecer atractiva y filantrópica, porque quien la escucha cree
que de esta manera existirá entre todos una maravillosa convivencia,
especialmente si se corrigen los males que aún existen en la
ciudad, como los litigios y la adulación al rico.
Con todo, ninguna cosa sucede por no existir comunismo, sino por las
malas y perversas costumbres de los hombres. Los que poseen las cosas
comúnmente y las comparten entre sí tienen más
contiendas que los que tienen repartidas sus haciendas. [...] Y no solamente
digamos de cuántos males carecerán los que posean en común,
sino también de cuántos bienes gozan los propietarios
ahora.
Parece, por tanto, que es del todo imposible el pasar la vida de esta
suerte [
] La polis conviene que sea una en cierta manera, pero
no absolutamente una 79.
4. La singularidad ateniense
Acusada de preferir la belleza al bien y afecta a un brillo que no soporta
envejecer80,
Atenas entregó su reforma política a Solón (630-560
a.C.), un eupátrida que alternaba la poesía y el comercio
antes de ser magistrado supremo en 594. Sugirió nuevas ocupaciones,
fomentó la exportación de los productos óptimos
(aceite de oliva y cerámica) y aprovechó unas pequeñas
minas de oro y plata del Ática para lanzarse a acuñar
moneda. Ya lo había hecho a pequeña escala un reino vecino
Lidia-, y el producto fue bienvenido en un área acostumbrada
a medios de trueque que eran incómodos o inexactos por peso y
medida, abriendo de paso la puerta a relaciones comerciales con Persia,
Egipto y otros Estados.
Jurídicamente, el conflicto social partía de que los patricios
monopolizaban las mejores tierras y el gobierno, manteniendo al resto
de la población en la alternativa de trabajar para ellos o granjearse
una esclavitud por impago de créditos. Solón hace frente
a esto llamándolo mal público, prohibiendo
todo préstamo garantizado por la persona del prestatario y sentando
un hito en la historia del derecho como es abolir cualquier esclavitud
derivada de empréstitos. Por lo demás, mantiene el resto
de las deudas y sus intereses, cancelando sólo el sexto del producto
que el cliente debía tradicionalmente al noble. No quiso atender
a la insistente petición de redistribuir la tierra, convencido
de bastaría suprimir privilegios para que fuese plantada
toda.
Querer que el peso de la cuna fuese equilibrado por la prudencia y otros
méritos le llevó a repartir la ciudadanía en cuatro
niveles de ingreso81,
creando un consejo -el de los Cuatrocientos (cien diputados por cada
nivel)- encargado de preparar las decisiones sometidas a la Asamblea.
Atenas seguía siendo una oligarquía, ya que las magistraturas
superiores estaban reservadas a los dos niveles más altos de
renta, pero su decisión no dejaba de ser un recorte capital para
las prerrogativas hereditarias que estimuló a los emprendedores
y redujo los peores focos de miseria. Aunque la nobleza entendió
que había sido traicionada por uno de los suyos, y los humildes
se consideraron igualmente excluidos, unos y otros coincidieron en estimar
que sus nuevas leyes debían seguir vigentes durante un siglo.
Días después de ausentarse Solón entra en escena
Pisístrato, quizá efebo suyo, que interrumpe formalmente
el esquema constitucional con su tiranía aunque mantiene gran
parte de sus instituciones y fomenta vigorosamente la prosperidad82.
Fue odiado como usurpador a la vez que respetado como persona, y cuando
desapareció los ciudadanos recordarían aquellos años
como la era de Cronos, una edad de oro83.
Sólo entonces empiezan a ser preponderantes en el Ática
las clases medias, mientras el Pireo pasa a ser el puerto más
activo del Mediterráneo; la cerámica que se embarca allí
no sólo traslada vino y aceite griego sino una industria de vasos
pintados que deslumbra lo mismo en Odessa que en Libia. Falta poco para
que llegue el democrático Consejo de los Quinientos, donde el
nivel de renta es indiferente a efectos de votar y ser elegible para
cualquier magistratura.
A Pisístrato se debe la iniciativa de importar papiro egipcio
para poner por escrito los poemas homéricos y venderlos. Este
germen de una industria editorial no deja de crecer desde entonces,
coordinado con certámenes de teatro y poesía donde emergen
la tragedia y la comedia como géneros. La variedad de textos
acumula formas expresivas, técnicas y saber de un modo exponencialmente
superior a todo lo conocido, y bastará siglo y medio para que
el proyecto científico futuro quede delineado y en gran medida
expuesto, merced a monumentos como la obra de Euclides o el Corpus
aristotélico.
De ahora en adelante la amenaza para Atenas no es la miseria sino una
opulencia odiosa para su rival griego84,
Esparta, que odia la escritura y alardea de no haber conocido tiranos.
El ateniense vive de su ingenio, y Esparta de esclavizar a un país
siete veces más poblado que ella Mesenia-, cuyos hombres
arden en deseos de revancha aunque deban esperar cuatro siglos para
lograrlo. Los persas saquean Atenas brevemente en el 480, poco antes
de ser derrotados, pero la presión espartana acaba obligando
a que la ciudad viva durante años como si fuese una isla, refugiada
su población entre los Grandes Muros y unida al mundo tan solo
por mar. A pesar de ello, allí el trabajo es digno y se ha dividido.
Sumado al estipendio que recibe de otras polis por defenderlas de Persia,
basta eso para tener a raya el guerracivilismo.
Con Pericles (495-429), almirante y campeón del partido democratikós,
Atenas es un imperio comercial que emprende colosales obras públicas
sin perder de vista la reducción del paro. Carece de precedente
en la Antigüedad que estos trabajos estuviesen vedados al esclavo,
reservándose todas las labores a hombres libres. Pericles fue
capaz también de liquidar con superávit los presupuestos
durante periodos largos, y aprovechar que Atenas atrajese no sólo
a hombres de negocios, vecinos y curiosos sino a un millar largo de
peregrinos -entre los cuales no faltaban reyes y otros notables- llegados
de todo el mundo para iniciarse cada otoño en Eleusis. Pericles
redondeó el esplendor de estas ceremonias, presentando la llanura
ateniense como origen del cereal granado y, en consecuencia, de la civilización.
Cuando empiecen las hostilidades con Esparta, su discurso combina descripción
y análisis:
Hemos convertido nuestra ciudad en la más
autogobernada [...] pues nuestra constitución democrática
no depende de unos pocos sino de los más. A todo el mundo asiste,
de acuerdo con nuestras leyes, la igualdad de derechos [...] Gobernamos
liberalmente lo relativo a la comunidad, y en la suspicacia cotidiana
recíproca- ni sentimos envidia del vecino si hace algo por gusto
ni añadimos molestias nuevas [...] Nos hemos procurado frecuentes
descansos para el espíritu, sirviéndonos de certámenes
y festividades, y de decorosas casas particulares cuyo disfrute diario
aleja las penas [...] En efecto, amamos la belleza con economía,
y usamos la prosperidad más como ocasión de obrar que
como jactancia. [
] Arraigada está entre nosotros la preocupación
por los asuntos privados y también por los públicos. Somos
los únicos en considerar que quien no participa de estas cosas
es no sólo un confiado ( idiotés) sino un inútil. 85
El ateniense enseña al resto del mundo la libertad como autocontrol.
Esto es inseparable de que su ciudad-Estado sea comercial desde los
orígenes, y prefiera siempre la negociación al reclutamiento.
En la cúspide de su influencia llegó a convertir a los
aliados en algo próximo al súbdito, pero jamás
fantaseó con un destino mejor que ir viviendo de intercambiar
bienes y servicios86. Sus logros dependieron del arte de poseer
[
] con vistas a la abundancia de aquellas cosas de las cuales
se puedan sacar dineros, necesarios para pasar la vida y tan útiles
para conservar la compañía así civil como militar87.
Ni siquiera perder la Guerra del Peloponeso cambia su Constitución,
que en el 401 a.C. prohíbe someter a la Asamblea propuestas demagógicas,
una regla imitada luego por la Confederación Corintia y Creta.
Décadas después de la derrota, en plena decadencia, el
censo de los atenienses -unos 15.000- revela que sólo un tercio
carece de parcela agrícola y casa propia88.
La singularidad espartana
Al hacer la biografía de Licurgo cuenta Plutarco que dividió
Esparta en lotes idénticos, prohibiendo su enajenación
para asegurar la igualdad89.
Sin embargo, en tiempos no legendarios la mayoría de la tierra
estaba en manos de veinte o treinta individuos, incomparablemente menos
distribuida que en Atenas90.
Algo análogo puede decirse del Estado como educador del ciudadano
en la virtud, pues como declara Tirteo, su poeta nacional- pueblo
es la comunidad del ejército, y se entiende por formación
cívica la vida del cuartel. Su desequilibrio entre mini y latifundios
remite a que heredaban tanto hombres como mujeres, pero sobre todo a
factores perfectamente desconocidos, pues ninguna cultura ha venerado
tanto el secreto y el misterio. Para asegurarse la más absoluta
arbitrariedad, Esparta nunca puso sus leyes por escrito; y para demostrar
que despreciaba tanto el comercio como la industria prohibió
otra moneda que la acuñada en hierro, un dinero nada bienvenido
por sus vecinos.
Lo mismo cabe decir de la violencia innecesaria o cruel, pues ciertos
días del año sus reclutas jóvenes cazaban y exterminaban
por deporte a sus vasallos. Para curtir bélicamente a los niños
los separaban las madres desde los siete años, sometiéndoles
a intemperie y hambre. También estimulaban en ellos el robo y
el engaño como recursos viriles, siempre que lograsen
evitar la captura in flagranti. El matrimonio y la adopción
dependían de obtener un permiso expreso de alguno de los dos
reyes en funciones. Como sugería molicie y afeminamiento, el
esposo no podía dormir con su esposa debía hacerlo
junto a sus compañeros de armas-, y para yacer con ella verificaba
un simulacro de asalto nocturno seguido por violación en su propia
casa. Los varones almorzaban en común e idéntica comida
todos, si bien esa solidaridad de barracón no llegaba al extremo
de compartir con el que no tuviera doblones de hierro en ese preciso
momento.
Aunque finalmente llamaban virtud (areté) a vivir en un
estado de belicosidad continua, aterrorizando a los demás, los
cronistas coinciden en que uno a uno resultaban fáciles de sobornar
debido a su avidez de dinero. Criticaban a los atenienses por libertinos,
cuando sus maltratadas mujeres tenían fama de ser las griegas
más disolutas, y también les reprochaban ser
avaros, aunque cobrasen un sexto del producto agrícola a sus
clientes y ellos exigían la mitad a los suyos91.
De Esparta viene anteponer siempre lo público a lo privado, una
actitud incongruente con el secreto que reinaba allí, y en particular
con el derecho a la información que consagraron Atenas y otras
polis.
Sin embargo, esta supremacía de la costumbre y lo supuestamente
colectivo ejerce una atracción magnética en momentos de
crisis para las democracias. Platón y Jenofonte, ven en la politeia
espartana una especie de revelación primordial92,
y habrá ocasión de comprobar que en el Medievo y hasta
finales del siglo XVIII las turbulencias inherentes a una soberanía
popular hacen volver los ojos una y otra vez hacia su antídoto
contra el individualismo. Por lo demás, cuando agredir
resultaba arriesgado recurrían a la traición. Así,
para derrotar a Atenas se aliaron con Persia, que décadas antes
había devastado su propio país. Les resultaba sentimentalmente
sencillo, pues su gobierno era más afín al despotismo
asiático que al espíritu helénico. Al hacerse hegemónicos
excitaron la reacción oligárquica en toda Grecia, con
los resultados previsibles de masacre y regresión política.
Poco más tarde, para devolver el dinero y los barcos recibidos
del rey persa le entregaron todos los enclaves griegos en Asia Menor.
Su breve hegemonía fue abortada por Tebas, cuya victoria militar
desencadenó la liberación de Mesenia, y andando el tiempo
la nación militar se convirtió en una especie de circo
barato para el invasor romano. Por unas pocas monedas algunos jóvenes
escenificaban los ritos sagrados de sus ancestros, luchando entre sí
hasta mutilarse e incluso morir. Incapaz de saquear, la severidad autoritaria
había desembocado en una pantomima lindante con el martirio,
excitada a su vez por hambre endémica. Laboralmente nulos, los
guerreros otrora altivos disputaban a perros y otros animales las sobras
del campamento ocupado por cada legión romana. Teniendo
guerra libraban bien y al ser señores se perdieron, porque no
sabían vivir en paz93.
La visita actual al Museo de Esparta tampoco resulta estimulante, pues
depara una total ausencia de arte clásico. De la rudeza arcaica
salta a obras uniformes y sin inspiración de los periodos
helenístico y romano94.
El deslumbrante genio griego pasa de largo por todas las salas del recinto.
4. Grecia como precedente revolucionario
Hoy sabemos que sin información libre la misma catástrofe
se cobra más víctimas95, o que ninguna materia prima es
un activo económico comparable siquiera sea vagamente con la
inventiva. Los griegos calculaban el patrimonio por medidas de grano,
aceite y vino, y aún así osaron cambiar su sistema de
castas por otro donde el mestizaje resulta inevitable. Esto sucedió
mientras crecían comercial e industrialmente, poniendo en práctica
algo tan poco especulativo como las ventajas de la exogamia. Los polinizadores
multiplican la fertilidad de un campo al permitir que las plantas se
crucen salvando distancias, y el autogobierno inventa una cohesión
que transforma enclaves minúsculos en las grandes potencias de
su época. Por otra parte, la producción va entregándose
al desmotivado, y toda reforma habrá de ceñirse a la distribución.
Miseria y redención
La clase media ha dado paso a bolsas de personas libres castigadas por
el paro y la competencia servil en cada menester, alimentando una lucha
de clases concretada en la expropiación como programa, con líderes
que reclaman poderes absolutos para llevarla a cabo. Pero la civilización
griega es todo menos enemiga del comercio, y embarcarse en aventuras
fratricidas no modifica su criterio de que el superior en areté
(virtud) merece más riqueza, más posición
social y más autoridad política96.
Demagogos lúcidos y enérgicos como Pisístrato pudieron
fortalecer al estamento intermedio o pueblo propiamente dicho, mientras
sucesores con menos margen de maniobra se verán llevados a profundizar
en la desunión.
Como repite Polibio, cada guerra civil griega traslada patrimonios y
ni un solo demos se plantea abolir genéricamente la propiedad
privada. Los espartanos, que según su tradición repartieron
originalmente la tierra en lotes iguales, son quienes la tienen más
desigualmente repartida. La República de Platón
circunscribe la comunidad de bienes a la minoría gobernante,
partiendo de una mística órfico-pitagórica que
ha importado de Oriente la transmigración de las almas y un rechazo
de la carne. Fuera de ese estrecho círculo los poetas
y filósofos celebran una vida consagrada a refinar el ocio con
placer sensual e intelectual, y será difícil encontrar
cultura más ajena a ideales de renuncia y auto-mortificación.
En una arqueología del comunismo como sentimiento y proyecto
político los helénicos sólo aportan la lucha de
clases, a su vez un efecto de haber desbaratado el sistema ancestral
de castas. Solón prefigura el camino que seguirán Atenas
y otras polis insistiendo en no disociar ocio y negocio, aunque en su
tiempo no resulta contradictorio honrar el trabajo del hombre libre,
y es precisamente eso lo que irá haciéndose inviable por
caminos tan indirectos como seguros. Por una parte, Grecia enseña
al mundo las ventajas de una movilidad social que recorta la hegemonía
del linaje y la espada, exaltando méritos capaces de mejorar
la posición del ser humano en un medio físico indiferente
siempre a su necesidad. Por otra coagula ese dinamismo y sus ventajas,
incorporando una explotación de la servidumbre que la acerca
estructuralmente a sociedades no democráticas.
El gobierno pacífico de la mayoría pide una renta incompatible
con desmoralizar al trabajo. Cuando la erosión del estímulo
se haya realimentado en medida bastante las polis están maduras
para caer en manos de Macedonia, con un Alejandro que usa su cosmopolitismo
para fundar el primer imperio de Occidente. Desde ese momento el Estado
necesita que el poder de la sangre y las armas sea de alguna manera
atemperado por la justicia, y tan difícil es acercarse a ello
que sólo puede asumirlo el pueblo con un umbral de dolor más
alto, cuyo nombre Rhome- significa fuerza bruta
en la lengua de Homero.
Grecia y sus colonias han traído el primer florecimiento autónomo
del comercio, que complementa la libertad política incorporando
relaciones voluntarias al marco de las heredadas. Roma desprecia lo
mercantil, como el resto de los Imperios tradicionales. Pero la semilla
del comunismo ha sido sembrada con la del humanismo, y brota como una
enemistad radical hacia los negocios inseparable de una veneración
por su opuesto, la indigencia. El propio auge de la esclavitud no tarda
en hacer que hombres y mujeres libres afluyan a los mercados para venderse
a cambio de algún techo y sobras, cuyo patrono eventual será
una religión de pobres espirituales y materiales. El rechazo
de la riqueza deja de constituir una veleidad -dependiente de ser uno
pobre por nacimiento, o por causas sobrevenidas-, para convertirse en
batalla del ideal contra una realidad inadecuada.
La opulencia mancha, la miseria purifica. Los esclavos, observó
Nietzsche, han convertido en vicios las virtudes del amo; competencia,
orgullo y autonomía son pecados capitales para la moralidad verdadera.
Desde una perspectiva más pedestre, los ciudadanos se habrán
depauperado hasta el extremo de odiar la existencia, uniéndose
así de corazón a la masa carente de ciudadanía
y hasta de entidad humana.
Antonio Escohotado
Marzo, 2007
NOTAS
32
Capítulo primero de Los enemigos del comercio. Origen y desarrollo
del movimiento comunista. Manuscrito inédito.
33
Hume 1993, p. 31.
34
Cf. infra, p.
35
Arendt 1993, p. 45.
36
Polibio, Hist. IV, 17.
37
Por no decir grecorromana, indoeuropea y universal, ya que el culto
a los antepasados se encuentra prácticamente en todas las sociedades
de Oriente y Occidente.
38
Entre otros nombres, conocidos en latín como lares, manes
y penates.
39
El nexus romano fue un esclavo estatal, que Tito Livio describe
de modo minucioso (Anales II, caps. 23-32). Uno de estos vinculados
centurión precisamente- echó en cara al Senado no
haber podido pagar el préstamo para pagar la contribución
porque su granja fue saqueada, privándole de la cosecha, mientras
él se distinguía luchando con una legión en otro
frente. Las continuas guerras de Roma con sus vecinos hicieron que esos
casos no fuesen para nada excepcionales, y el clamor popular resultante
produjo la rebelión del Monte Sacro, cuyo principal fruto fue
el tribunado de la plebe.
40
Esquilo, Agamenón 158-164.
41
Aristóteles, Política 1365a. Uso la versión
renacentista de Pedro Simón Abril.
42
De demos (pueblo) y agó (conducir).
43
Cf. Jaeger 1957, p. 217. Dos de los Siete Sabios de Grecia Pítaco
de Mitilene y Periandro de Corinto- son tyrannoi.
44
Euménides 976-980.
45
India deroga oficialmente su sistema de castas en 1949, y aún
hoy los miembros de la cuarta (o intocables) padecen agresiones
y hasta masacres ocasionales por pretextos ligados al viejo orden, como
haber matado una vaca o acercarse demasiado a algún miembro de
la primera.
46
Cf. Murray 1988, vol. I, p. 257-258.
47
Fustel 1984, p.332.
48
Cf. Rostovtzeff 1967, vol. I, p. 370-393.
49
En tiempos de Solón van del 12 al 18 por ciento anual en préstamos
ordinarios, aunque puedan elevarse al 60 en el arriesgado préstamo
marítimo o a la gruesa. El Código de Hammurabi (XX a.C.),
por ejemplo, fija el 33 por ciento para cereales y del 12 al 20 para
metales. La ley romana de las Doce Tablas, típica de un país
con circulación monetaria muy insuficiente, fija un interés
algo superior al 8 por ciento mensual, que al año equivale a
muy poco menos del 100. Cf. De Martino 1985, vol. I, p. 188-189.
50
Fustel 1984, p. 335.
51
Rostovtzeff 1998, vol II, p. 1.110.
52
Aristóteles, Política 1270b.
53
En Atenas los miembros de la Asamblea y los tribunales recibían
3 óbolos por comparecencia, y los del Consejo 5. Los cargos más
codiciados eran judiciales los correspondientes al actual jurado-,
que implicaban reuniones casi diarias.
54
Platón, República 569 b. La democracia surge
cuando los pobres, victoriosos, matan a algunos del partido opuesto
y destierran a otros, compartiendo igualitariamente gobierno y empleos
públicos (Ibíd. 557 a).
55
Pseudo-Jenofonte 1971, p. 5.
56
Cf. Musti 2000, p. 82.
57
Cf. Engels 1970, p. 149.
58
Aristóteles, Política 1310a.
59
Jenofonte, Helénicas II, 4, 21.
60
Ibid, II, 4, 22.
61
En Cos sucumbió la democracia cuando empezaron a surgir
demagogos rastreros, que hicieron unirse a los notables de todo tipo.
En Rodas querían cobrar un estipendio mientras vetaban la devolución
de lo suyo a los trierarcos, pues éstos ante los juicios
que se emprendieron contra ellos- se vieron obligados a unirse y derrocar
la democracia. También fue disuelta la democracia en Heraclea
inmediatamente después de su fundación, pues los principales
a quienes se perseguía sin equidad acabaron siendo desterrados,
y agrupándose todos volvieron y cambiaron de régimen.
Lo mismo acabaría con la democracia de Megara: el partido popular
se apoderó del poder y empezó confiscando los bienes de
algunas familias ricas, pero lanzado ya por ese camino no le fue posible
parar; cada día hubo necesidad de nuevas víctimas, y el
número de ricos despojados y desterrados fue tan grande que alcanzó
a formar un ejército, con el cual vencieron por las armas, para
establecer una oligarquía en lo sucesivo. Ocurrió lo mismo
en Cumas (Política, 1304b1305a).
61
Ibid, II, 4, 22.
62
Política 1305a.
63
Heráclides Póntico, en Ateneo XII, 26.
64
República, 373 d.
65
El programa pedagógico comprende sucesivamente aritmética,
geometría plana, geometría del espacio, astronomía,
armonía musical y metafísica (dialéctica),
hasta comprobar que el seleccionado ya no desea sino la ciencia
inmune a error. En ese momento se le impone como sacrificio-
la entrega al servicio público.
66
República 457c-d. Platón fue célibe toda
su vida; cf. Jaeger 1957, p. 639.
67
Sus estipulaciones implican dejar morir por abandono no
sólo a cualquier tullido de nacimiento, sino a los que nazcan
de hombres inferiores o de uniones no vigiladas por
el Estado. Criar a los niños desde el principio en asilos
públicos aseguraría una generalizada devoción de
los adultos hacia ellos (pues los de cierta edad podrían ser
hijos suyos), y el correspondiente respeto de éstos hacia aquellos
(pues podrían ser sus padres). Así se asegura también
que todos reciban idénticos cuidados y educación.
68
República 422 a.
69
Eso explica de paso que se conserven varias ediciones impecables de
su obra, y sólo un amasijo muy incompleto de la aristotélica,
por no mencionar la destrucción total de legados tan copiosos
como los de Demócrito o Epicuro. Véase., por ejemplo,
el prólogo a la traducción francesa de sus Obras completas
hecha por Robin y Moreau, 1950, p. XIV-XVII.
70
Por ejemplo, castigaría al ateo con pena de muerte,
supervisaría las artes plásticas y propone desterrar la
poesía, la tragedia, la comedia y hasta la mitología,
entendiendo que contienen ficciones no pedagógicas.
Los trágicos y los cómicos excitan pasiones violentas,
descompuestas; lágrimas y risa inmoderada. Tanto como la
música sensual, el poeta debe ser acallado cuando
no componga himnos a dioses y héroes.
71
República 555 d.
72
Ibíd 557 a.
73
942 b-c.
74
La tradición cuenta que fue comprado y emancipado por su amigo
Aniceris en 361, y que fundó la Academia de Atenas al poco de
regresar.
75
El epitafio de Platón, redactado por él, decía:
Enseñó cómo ser sabio y bueno al mismo tiempo.
76
Política II, 1261a - 1261b.
77
Ibíd., 1262b.
78
Los que desean hacer muy una la ciudad [
] destruyen dos
virtudes, que son la templanza acerca de las mujeres y la liberalidad
acerca de las posesiones. Porque ni se mostrará nadie liberal,
ni realizará acto alguno liberal, por cuanto el ejercicio de
esa virtud consiste en el uso de las posesiones. Ibíd 1263b.
79
Ibíd.
80
Se atribuye al primer Aristóteles, cuyos Diálogos no se
conservan, haber completado un pensamiento del poeta Teognis diciendo
que lo mejor es no haber nacido, y en otro caso morir joven.
81
Fijados por medidas de aceite, grano y vino, de manera que quien tuviera
otros bienes dinero, por ejemplo- los reconvertía a medidas
de aceite, grano y vino para saber cuál era su grupo político.
82
Financiándose con un nuevo impuesto sobre rentas agrícolas
y aranceles portuarios, amplía sustancialmente la cámara
subterránea donde se celebraban los Misterios eleusinos, construye
el gran acueducto, promueve el cultivo de vid y la industria del vino,
otorga créditos al campesino para adquirir equipo y estimula
los intercambios comerciales de Atenas con países y particulares.
83
Aristóteles, Constitución de Atenas, 13-17.
84
Los espartanos eran dorios, y los atenienses aqueos, dos ramas de un
pueblo ario que invadió los territorios luego llamados griegos
en tiempos remotos, desde luego antes del XI a.C.
85
Tucídides, Historia de las guerras del Peloponeso, II,
36-40.
86
Cf. Hansen 1991, p. 80.
87
Aristóteles, Política 1256 b.
88
Dionisio de Halicarnaso, De Lysia, 32.
89
Concretamente, habría concedido 9.000 parcelas a los espartanos
urbanos, y 30.000 a los rurales o lacedemonios.
90
En Esparta hay varios que tienen haciendas extremadamente grandes,
y muchos otros muy pequeñas y hasta miserables (Política
1270 a).
91
Cf. Tirteo, frag. 5 (Diehl).
92
Jaeger 1957, p. 86.
93
Aristóteles, Política 1271 b.
94
Toynbee 1970, I/IV, p. 274.
95
Cf. Sen 2000, passim.
96
Por ejemplo, cf. Finley 1986, p. 48-49.
©
Antonio Escohotado 2007
LOS ENEMIGOS DEL COMERCIO
http://www.escohotado.org
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