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LOS ENEMIGOS DEL COMERCIO
XV. BELICOSOS, PACIFISTAS Y UTÓPICOS
El prepucio de Cristo lo he visto yo personalmente en Roma,
Burgos y Amberes (al parecer existen un total de 14 ejemplares), y tan
solo en Francia hay ya 500 dientes del niño Jesús. En
muchos lugares se conserva la leche de la Virgen y en otros las plumas
del Espíritu Santo87.
La reforma luterana nace en una nación que tardará siglos
en unificarse estatalmente, donde el Emperador está sujeto a la
supervisión de un consejo formado por siete príncipes electores
y las instituciones feudales se mantienen vigentes en gran medida. Hacia
1500 apenas un diez por ciento de la población vive en ciudades,
y sólo tres de ellas Ausburgo, Colonia y Nüremberg-
superan los 30.000 habitantes88.
Salvo en el nordeste, que sigue sujeto a la Orden de los Caballeros Teutónicos
y dispone de grandes dominios hasta cierto punto rentables para sus magnates
(aunque limitados a un monocultivo cerealero), el sur y el suroeste están
fragmentados en dominios enanos cuya nobleza tanto laica como
eclesiástica no se repone del encarecimiento en la mano de obra
que suscitó la peste, cuyos rebrotes mantienen a la baja el crecimiento
de la población.
El anacronismo político tiene su reflejo en economías no
exentas de hallazgos industriales, como los primeros molinos de papel,
aunque arrastradas al estancamiento. El impulso original de la Liga Hanseática
fructifica en herederos como la Gran Compañía de Ravensburg,
que se crea en 1380 y un siglo más tarde concentra el tráfico
continental de minerales, además de tener una red de tiendas y
delegaciones por toda Europa que comercian con papel, especias y otros
productos. Sin embargo, es incapaz de resistir la competencia holandesa
y las trabas internas derivadas del feudalismo reinante, desapareciendo
en 1530. Cuando Lutero tiene dos años la codicia fiscal del arzobispo
de Salzburgo le ha valido una violenta insurrección, por ejemplo,
y la escasez de recursos determina que buena parte de la pequeña
nobleza se encuentre en situación desesperada; unos hidalgos sobreviven
vendiendo sus servicios como mercenarios en todo tipo de guerras, y otros
amparados bajo distintos pretextos y nombres- se han convertido
en simples salteadores89.
1. El comunismo alemán
Mientras en los Países Bajos las mercancías han empezado
a viajar solas90,
y el profesional del campo o la ciudad gana pacíficamente terreno,
en Alemania la llegada de la sociedad comercial evoca una resistencia
que no puede ser sino explosiva. Allí la vida del campesino está
sometida a condiciones tan inclementes como en Cataluña hasta Fernando
el Católico, y aplicar la llamada ley civil de Roma hace que el
mejor buey y el mejor caballo, el mejor traje y el mejor apero sean heredados
automáticamente por el señor al morir cada uno de sus siervos.
Además de normas sobre salarios máximos, análogas
al Statute of Labourers inglés, el señorío
reacciona a su crisis estructural con medidas como privatizar prados comunales,
o negar al villano su tradicional derecho de acceso a bosques y arroyos.
Sin embargo, la servidumbre tiene tal arraigo que los líderes de
las guerras campesinas son teólogos, y no hay voz de labriego,
minero o jornalero añadida a la suya, una diferencia digna de mención
cuando se compara con un fenómeno como la Jacquerie francesa, ocurrido
más de siglo y medio antes.
Según Engels, los insurgentes se aproximaron a 300.000 y un tercio
perecería91,
cosa no muy improbable considerando que la población alemana rondaba
entonces los doce millones, y nueve de cada diez personas vivían
en aldeas y granjas. Salvo Baviera y el nordeste, todo el país
acabará alzándose a partir de un foco inicial localizado
en la Selva Negra, que empieza con ataques a castillos y abadías
y cobra fuerza al apoderarse de algunos burgos. El lema de los insurrectos
es la libertad del cristiano reivindicada por Lutero, y lo
borroso de sus movimientos concretos contrasta con la nítida figura
de su primer líder.
El profeta clérigo
Thomas Müntzer (1489-1525) leía griego y hebreo, y tuvo su
primer encargo como pastor por recomendación de Lutero. Quizá
ser airado, anticlerical y apocalíptico hizo que no
congeniase con su feligresía, y tras pasar algún tiempo
en Praga -entre taboritas- volvió a Alemania para pronunciar su
Sermón a los príncipes alemanes (1524), donde se
presenta como el nuevo profeta Daniel. Ese mismo año
publica su Apología, que dedica Al Señor Jesucristo
y a su afligida y única esposa, la Iglesia de los pobres.
Allí define al pobre en términos básicamente extraeconómicos,
como aquel que ha sufrido, que no vive de la avaricia ni para la
lujuria y desprecia los bienes de este mundo92.
Un año le basta para redactar en alemán la primera liturgia
completa de la Iglesia reformada, crear una Liga de los Elegidos que estimule
la insurgencia y apoderarse en 1525 de Mülhausen, una de las ciudades
imperiales, donde sustituye el ayuntamiento civil por una Liga Divina
Eterna. Melanchton, testigo presencial, escribe a Lutero para contarle
que ejerce allí poderes ilimitados y practica la comunidad de bienes:
Donde hace falta grano o tejido se acude a un rico y se le exige
en nombre del derecho cristiano. Sus aliados son bandas de labriegos
que se han lanzado espontáneamente al asalto de propiedades laicas
y eclesiásticas, cuyos zarpazos de furia podrían ser irresistibles
si se coordinasen.
Confiando en sus dones proféticos, y en el número de los
revolucionarios, Müntzer asume funciones de caudillo militar para
hacer frente ese mismo verano al ejército que apresuradamente han
formado algunos de los príncipes93.
Pero el tiempo ha corrido a gran velocidad no sólo para plantear
la revolución sino para resolverla, y el ejército campesino
es puesto en fuga a la vez que su mariscal pierde la compostura. Como
se le descubre escondido bajo una cama, los príncipes prefieren
desacreditarle a tomar la venganza acostumbrada: podrá morir decapitado,
en vez de sometido a tormento, si acepta recibir la comunión católica
y abjura públicamente de sus ideas. Müntzer acepta ambas condiciones,
firmando una retractación solemne de cualquier tesis reformista
que desmoraliza a sus partidarios.
Los vencedores han temido muy seriamente perder la guerra, y su ansiedad
se refleja en el panfleto llamado Contra las hordas asesinas y ladronas,
un sermón de Lutero donde denuncia a los profetas celestiales
de la guerra santa argumentando que reforma no es revolución,
y que el mundo terrenal es inseparable de desigualdades. Anticipa allí
que la corriente de quienes predican un segundo bautismo desembocará
en nuevos e inútiles derramamientos de sangre, dentro de una convulsa
atmósfera donde no pocos de sus mejores amigos y colegas se han
convertido en peligrosos sectarios94.
Los profetas burgueses
Desde sus primeras manifestaciones medievales -cátaros, petrobusianos,
enricianos, valdenses- la Iglesia de los pobres se aviene mal con el bautismo
infantil. Ahora, con todo, los representantes de esa Iglesia alegan categóricamente
que el sacramento así administrado es inútil, y que cada
fiel sólo puede remediarlo bautizándose de nuevo. Se percibe
en ello que el valor de la libertad y el de la conducta racional han crecido,
pues el fundamento de esta nueva herejía consiste en reclamar que
la fe se abrace de modo consciente, algo imposible sin uso de razón
y conocimiento de las Escrituras.
Por otra parte, con los primeros anabaptistas llega un milenarismo muy
puro que traduce a los profetas judíos sin interesarse por el resto
de la Biblia, para el cual rebautismo y comunismo son inseparables. Los
campesinos siguen sin producir dirigentes, y los protagonistas del segundo
estallido revolucionario son pequeños comerciantes, que han visto
cómo el primero se desvanecía casi en un abrir y cerrar
de ojos. Diez años después de que Müntzer publique
su Sermón a los príncipes alemanes los anabaptistas
se diseminan por una franja que va desde Austria y Suiza hasta Holanda
cruzando el sur de Alemania, están siendo objeto de una persecución
implacable95
y reabren la guerra civil religiosa tomando en febrero de 1534 la importante
ciudad de Münster, donde fundan un reino de terror e indescriptibles
orgías al declarar que las mujeres son tan comunes como el resto
de los bienes96.
Algo semejante suena a estereotipo y debe ponerse en duda hasta disponer
de más datos, que por lo demás hallamos en abundancia. Quienes
se apoderan del burgo son seguidores de un peletero muy viajado (Hofmann),
y forman una cúpula de profetas del reino de los mil años
integrada básicamente por un capellán (Rothman), un mercero
(Knipperdolinck), un panadero (Mathiessen) y un sastre holandés
(Jan de Leiden). Al llegar el otoño, con la experiencia que otorgan
nueve meses de gobierno, promulgan un edicto que entre otras cosas establece:
Llegó el tiempo de vivir el amor mutuo, la perfecta igualdad
y el desinterés. Queda abolido entre nosotros, por el poder del
amor y la comunidad, todo aquello que hasta ahora había servido
al provecho egoísta y la propiedad privada; por ejemplo, comprar
y vender, trabajar por salario, cobrar interés, comer y beber
del sudor de los pobres97.
La contundencia de estos asertos explica que el anarco-comunismo se
remita a ellos como origen98,
pues otra parte de sus disposiciones ordena o sanciona quemar registros
inmobiliarios, archivos notariales y demás libros que por
su carácter mundano y vano mancillen el espíritu del cristianismo
auténtico99.
La economía monetaria cesa, los bienes de consumo desaparecen y
cuando emerge la hambruna ese resultado se atribuye al sabotaje del rico.
Por lo demás, dicho contratiempo no deriva de tibieza o componendas,
pues ya en febrero -inmediatamente después de asumir el poder-
los Profetas han formado una inmensa pira con cualquier texto
distinto de la Biblia, y al calor de sus llamas el antiguo panadero Mathiessen
da ejemplo de compromiso revolucionario matando personalmente al primer
objetor.
Leiden, que se ha convertido en rey de la ciudad y su comarca (concretamente
nuevo rey David de la Nueva Sión), alega la poligamia
de Abraham y sus descendientes para hacerse con 16 esposas, sin aclarar
cómo se concilia ese acto de apropiación exclusiva con el
acervo común de mujeres. El trono pudo trastornarle el juicio,
pues según se comprobó luego- atesoraba en los sótanos
de su palacio buena parte de los víveres requisados a la población,
y tenía reservas para alimentar a su Corte medio año más.
Del trastorno ocasionado por la eminencia personal deriva también,
quizá, que a la hora de defender sus conquistas sociales los Profetas
den pruebas no ya de ineficacia sino de ambigüedad moral.
En vez de prepararse para soportar o romper el previsible cerco, sus enemigos
irrumpen inadvertidamente en el perímetro gracias al concurso
de los hambrientos ciudadanos, por supuesto- cuando Leiden y su cúpula
estaban pensando prender fuego a la ciudad para rechazarlos,
un plan cuya profundidad estratégica no parece ajena a las ventajas
del humo para huir. Su gobierno ha durado año y medio, exterminando
a muchos por muy diversas razones que no siempre fueron sabotear el proyecto
comunista. Idénticos a Müntzer en esto, como ni él
ni sus ministros optan por morir luchando acaban presos y luego abrasados
a fuego lento, dentro una gran jaula de hierro que aún se exhibe
en la catedral de Münster.
Al igual que sucediera siglos antes con los franciscanos rebeldes, el
destino del anabaptista revolucionario será formar bandas como
la de Jan van Batenburg, un bastardo de la nobleza que no ve nada anticristiano
en vivir del robo y la extorsión a infieles. Tras pasar
por la hoguera, en 1538, sus batenburgers quedan bajo el mando de Cornelis
Appelman el Juez, alguien más imperioso aún; quiso casarse
con una hija, y viendo que la madre protestaba ejecutó a ambas
por desacato100.
2. Puritanismo y civismo
A medida que las ciencias, las técnicas y el comercio civilizan
a Europa el cristiano trata de recobrar su raíz originaria y construir
al tiempo una ética acorde con la propia civilización, pues
no siendo ya estructuralmente esclavista tampoco puede ser moralmente
pobrista. Brillar en empeños civiles aumenta la gloria de
Dios, como repite Calvino, y bastante antes los luteranos escandalizan
al Concilio de Trento el gran cónclave de la Iglesia señorial-
argumentando: Quien por su clase es pobre debe soportarlo, pero
quien promete seguir siéndolo hace lo mismo que si jurase estar
siempre enfermo o tener mala fama101.
Este principio lo trasladan al terreno práctico todas las sectas
protestantes, que oponen caridad y limosna (giving alms is no charity)
y montan casas de labor para disuadir al inactivo, ya sea por paro profesional
o vocación.
Richard Baxter -capellán de Cromwell y autor de un Christian
Directory que codifica la moral puritana- es más sensible al
carisma de la pobreza evangélica que el calvinismo, pero evita
su denotación victimista. Sea cual fuere la santidad atribuida
por el Nuevo Testamento a la indigencia, el mundo impone ser laborioso
tanto al rico como al humilde: La riqueza puede excusarte de algún
tipo sórdido de trabajo, haciéndote más útil
para otro, aunque no por eso te excusa del servicio laboral más
que al más mísero de los hombres102.
La rama pietista enarbola la pobreza como ideal y se diría una
excepción, pero cristaliza bastante después cuando
no hay apóstoles ebionitas-, y defiende con su proverbial dulzura
tesis tan abominables para esa tradición como experimentar
la bienaventuranza ya en esta vida, o una Iglesia donde los fieles
no sean separados por pequeñas diferencias de fe.
Los bautistas apacibles
Cuando ser fiel al origen no implica un esfuerzo paralelo por residir
sin desgarramiento en el más acá, y perfeccionarlo humildemente,
el comunismo piadoso puede suscitar protagonistas como Müntzer, Mathiessen
o Jan de Leiden. Pero dentro del universo religioso la causa del anabaptismo
se adapta bien al cambio social y político, algo demostrado por
su pervivencia y diseminación bajo ese nombre y otros muchos, empezando
por el de Iglesia bautista103.
Aligerado de violencia, insistir en todo cristiano conozca las Escrituras
y tenga uso de razón para abrazar su credo casa bien con sociedades
cívicas, y será en este círculo de fieles donde la
conciencia infeliz cuestionada por luteranos y calvinistas acabe rechazándose
de modo expreso. El troquel de venganza apocalíptica unido al precepto
de compartir desaparece cuando se percibe en ello un acto tan voluntario
como el propio bautismo.
Así lo afirma el holandés Meno Simon (c. 1496-1561), un
clérigo católico que meses después de ser vencidos
los anabaptistas deja sus hábitos para convertirse en pastor
de ese rebaño descarriado, cuya sangre llegaba demasiado caliente
para mi corazón104.
Su hermano ha muerto luchando por uno de los Profetas, y la decisión
de Meno supone vivir escondido desde entonces, con la cabeza puesta a
precio por católicos y protestantes. Lejos de sentirse martillo
divino, sin embargo, se esfuerza en denunciar el fanatismo místico,
la profecía incendiaria y cualquier recurso a la fuerza. Tanto
aboga por una absoluta libertad de conciencia que no sólo la propone
para cualquier confesión, y funda la propia sobre una autonomía
absoluta para cada feligresía local.
Sus cuatro puntos105
resumen lo teórico para una regla de vida basada sobre la sencillez
y el auxilio mutuo, que se liga por vocación al marco rural y será
lo común a menonitas holandeses, huteritas austriacos, amish suizos
y bautistas ingleses106.
Característicamente fiables y laboriosos, se verán llevados
a migrar de un país a otro por intolerancia religiosa o por negarse
al reclutamiento; pero donde no son perseguidos prosperan dentro del austero
límite que ellos mismos se imponen, y evocan el respeto de sus
vecinos. Esto ocurre lo mismo en Crimea que en Kansas o Paraguay, hace
tres siglos y ahora mismo.
Son para el cristiano occidental el equivalente a los Hermanos Moravos
en el movimiento husita, fuente de inspiración para el fundador
del metodismo:
La religión produce industria y frugalidad, cosas que
no pueden originar sino riqueza. Y una vez que esta riqueza aumenta,
crecen la soberbia, la pasión y el amor al mundo en todas sus
formas.
Hemos de hallar algún camino que impida esta decadencia continuada
de la religión pura. Pero no debemos impedir que las gentes sean
laboriosas y ahorrativas. Todos los cristianos deben ser adoctrinados
en su obligación y su derecho a ganar cuanto puedan, y a ahorrar
lo que puedan; es decir, en suma, a hacerse ricos107.
Aceptando el más acá
Lo mismo que acaba con la servidumbre como relación fulmina al
sacerdote como mago, abriendo dentro de cada fiel un espacio de arbitrio
solitario y vacilación. Sin mediadores entre ellos y su Dios, los
miembros de las nuevas Iglesias siguen esperando salvación eterna
en una vida venidera, pero el sentido crítico veda liturgias milagrosas.
Cualquier parafernalia de esa índole les parece tan útil
para tranquilizar a pobres de espíritu como tramposa para quienes
empiezan a salir de la miseria material con trabajo y conocimiento. Rodeados
de progresos seculares, aspiran a descubrir y retener el God within
del primer cuáquero, la fuente de divino entusiasmo que fecunda
e ilumina los logros terrenales.
El hecho de estar diseminados por toda Europa -aunque el temperamento
y la geopolítica les concentren en el noroeste- no modifica que
coincidan en lo básico; a saber, que cada cual deba practicar la
probidad y compartir sus bienes- aún faltando nada remotamente
parecido a seguridades sobre una recompensa celestial. Las comparsas ávidas
de milagros y revancha que siguieron a Juan Bautista o Jesús se
habrían dispersado oyendo algo parejo, pero una civilización
orientada hacia el trabajo inventivo puede permitírselo. Toda la
duda se centra en si hay predestinación o más bien libertad
para construir cada cual su destino, un modo indirecto de optar entre
Dios como voluntad omnipotente o como ley de la Naturaleza. Sea como fuere,
son indicios del favor divino sobresalir en el oficio, y los sentimientos
de benevolencia que cada individuo suscite en su círculo.
YHWH castigó la rebeldía de Adán y Eva condenándoles
a morir y sufrir108,
algo que no se entiende del mismo modo después del reloj y el telescopio,
cuando en algunas zonas la situación de intemperie empieza a mitigarse
de un modo insólito por democrático. Milton, el coloso poético
del puritanismo, remata su Paraíso perdido con un arcángel
Miguel que adelanta a Adán el bien derivado de tanto mal.
En esencia, abandonando este Paraíso te harás con
otro, interior, de lejos más feliz109.
Seguirá siendo preciso trabajar, desde luego, con la muerte como
término; pero haber desarrollado inteligencia habría sido
imposible en otro caso, y con tal implemento el ser humano dispone de
un sí mismo.
Cuando la Biblia puede narrarse con acentos y ritmo homérico, como
hace Milton, los denuestos milenaristas han cedido ante el deber de ser
próspero, y trabajar a disgusto se considera una prueba de que
falta en esa persona el estado de gracia. Herederos últimos de
un entusiasmo religioso surgido a finales del siglo XII -cuando aparecían
también la contabilidad por partida doble y el pagaré ejecutivo-,
los puritanos combinan su aspiración al desahogo con una coacción
ascética al ahorro, y allí donde el lucro sólo
está limitado por las figuras del Código penal activan la
más poderosa palanca imaginable para lo que hemos llamado espíritu
del capitalismo110.
Aquí cabe, no obstante, un equívoco. Si por capital se entiende
lo objetivo del caso -aquella parte del producto o las existencias que
no ha de consumirse inmediatamente-, va de suyo que el capitalismo sólo
falta en grupos como los extintos nambicuara del Mato Grosso, que en invierno
nunca apilaban suficiente leña para no pasar frío y cada
noche iban acercándose a las brasas hasta amanecer embadurnados
de ceniza111.
Allí donde un grupo humano puede importar y exportar hay ya un
sistema capitalizador, y espíritu del capitalismo alude
a un régimen político donde la parte del producto que no
exige ser consumida inmediatamente puede en principio corresponder a cualquiera,
y cambiar de manos. La tiranía y la eventual ruina de Imperios
como el chino o el romano no son separables de que sus emperadores fuesen
propietarios de todos los bienes comprendidos en sus dominios.
Si Europa puede en el siglo XVII descubrir y poner en relación
todo el globo terráqueo es porque las ciudades han frenado las
requisas y chantajes de autócratas. A fin de cuentas, entre la
Atenas de Pericles y la Ámsterdam de Spinoza la estructura de negocio
sólo difiere en que el trabajo ya no resulta monopolizado por siervos
hereditarios. Atenas era pagana mientras Europa es cristiana, y el proceso
que hemos seguido desde la crisis de Roma hasta la sociedad comercial
exhibe sucesivas versiones en la interpretación del Nuevo Testamento,
tantas como preciso fuere para pasar de una pequeña secta hostil
a la propiedad privada y la previsión hasta la clase media más
amplia y previsora de los anales.
Aunque los Evangelios prometen vengar al pobre del rico, el cristianismo
más fervoroso ha dejado de ser ajeno al merecimiento singular y
a una lógica del beneficio inseparable del hallazgo como motor
económico. La conciencia infeliz cumple así un ciclo paralelo
al auge, ocaso y extinción de la sociedad esclavista, sin que dejar
de reinar suponga una catástrofe para la fe cristiana. Y
tan alta vida espero/ que muero porque no muero, su expresión
sublime, padece una erosión proporcional al grado en que mejora
la residencia humana en la Tierra. Pero el mensaje originario no carece
de sempiternidad, y su crepúsculo es también preparación
del nuevo día. Restituir, lo esencial, se prolonga
en los primeros pasos de un comunismo acorde con los nuevos tiempos, apoyado
sobre fundamentos no tanto religiosos como políticos y de sentido
común.
3. El alba de las utopías
La versión europea más antigua del igualitarismo material
como sociedad perfecta aparece en 1515, cuando está gestándose
la revolución comunista en Alemania, y es un opúsculo de
santo Tomás Moro que edita en forma anónima su amigo Erasmo
de Rotterdam, con el subtítulo Libro verdaderamente áureo
y tan salvador como juicioso sobre la mejor constitución estatal.
La omisión de autoría se explica por las altas responsabilidades
políticas de Moro, que acaba siendo lord canciller de Inglaterra
y es el último mártir católico inglés, decapitado
por Enrique VIII cuando se opone a su primer divorcio.
Moro empieza diciendo allí que en la isla Utopia (del griego ou
topos, no lugar) justicia y opulencia se consideran cosas
antagónicas, que no hay propiedad particular y que el dinero sólo
se usa para sostener un ejército de mercenarios o sobornar a posibles
invasores. Su democracia tiene un jefe del Estado vitalicio que eligen
dos tipos de representantes (filarcas y protofilarcas),
a su vez elegidos cada año, y los temas imprevistos se resuelven
consultando al pueblo mediante plebiscitos. Los utópicos concentran
sus energías en cubrir las necesidades mínimas de todos,
y la preocupación pública es por eso que nadie pida
más de lo necesario. Como los bienes son limitados, aquello
que uno tenga en exceso merma las existencias de otro u otros.
Repartir las necesidades es fruto de una cuidadosa planificación.
Uniformes en atuendo y comida, el tiempo libre de los utópicos
se aprovecha para asistir a conferencias científicas, participar
en actividades musicales y practicar el ajedrez, ya que los juegos de
azar están prohibidos. El orden en materia de espacio, por ejemplo,
parte de que ninguna familia pueda tener ni menos de 10 ni más
de 16 personas, y el económico en una jornada laboral de
seis horas los siete días de cada semana, idéntica para
todos aunque adaptada al sexo y la edad de cada uno. Moro no se expresa
con la vehemencia del iluminado sino a menudo con humor y guardando una
distancia estética, como al terminar el opúsculo: No
puedo adherirme a todo lo que acaba de ser contado sobre la isla de Utopia,
pero reconozco que allí ocurren cosas que me gustaría ver
imitadas por nuestras sociedades.
No encontramos sentido del humor en la jornada laboral, sin embargo. Dos
siglos más tarde un espíritu tan analítico como Cantillon
observa que aproximadamente la mitad de los ingleses apenas trabaja112,
a pesar de lo cual el país va permitiéndose cada vez más
las cosas superfluas que hacen agradable la vida. Moro no
podía ignorar un absentismo muy superior en su tiempo, y es tanto
más significativo que considere digna de imitación una jornada
obligatoria de 180 horas mensuales para todos, cuando tener cubiertas
las necesidades impone al conjunto una frugalidad extrema.
¿Acaso ha anticipado en tal caso genialmente- los efectos
prácticos de una planificación centralizada? Parece más
verosímil atribuir esa carga indiscriminada de labor a una condena
moral del ocio, que es un modo indirecto de seguir siendo fiel al pobrismo.
Con el tiempo realmente libre podría llegar un cuestionamiento
de aquello en lo cual coincide por completo con su contemporáneo
Müntzer, que es la oposición irreconciliable entre justicia
y prosperidad:
De hecho, me parece [
] que donde haya propiedad privada,
donde todo se mide con el valor del dinero, no será nunca posible
llevar a cabo una política justa con éxito113.
La prolongación del monasterio
No encontramos una nueva sociedad perfecta hasta La ciudad del Sol
(1606), otra isla racional descrita por Tomás Campanella, un eclesiástico
que pasó treinta años encarcelado por herejía. Como
Moro, Campanella considera nuclear que nadie tenga más de
lo necesario y los lujos estén prohibidos, pues la prosperidad
de unos implica pobreza para otros. El jerarca máximo de los solarios
controla producción y consumo con normas sobre alimentación,
ropa y reparto de incumbencias laborales. No hay familias sino una comunidad
femenina encargada de la función reproductiva, que evita
pugnas entre intereses de clan y fomenta desapego hacia las posesiones.
Los domicilios, por ejemplo, se intercambian cada seis meses y la mujer
ya no puede elegir fecundador, pero el sentimiento simultáneo de
desposesión y comunidad compensa esa pérdida:
Eran todos ricos y pobres al mismo tiempo; ricos porque todos
tenían lo necesario, y pobres porque ninguno poseía nada.
Pero no servían a las cosas, sino las cosas a ellos114.
Marx propondrá controlar la economía, en vez de ser controlados
por ella, y Campanella muestra también un tono combativo inexistente
en Moro, pues antes de que lleguemos a plantar y construir es preciso
destruir y derribar muchas cosas. Como media casi un siglo entre
ambas obras, puede considerarse un eco del progreso técnico que
las seis horas diarias de trabajo social obligatorio en Utopía
se reduzcan a cuatro en La ciudad del sol. Los solarios viven unos
doscientos años por término medio, gracias a su regla dietético-gimnástica
y la evitación de vicios.
Al comparar los dos proyectos observamos que el punto de partida común,
y también el término al que ambos abocan tras las oportunas
reformas, es la sociedad feudal y el régimen monástico donde
se formaron. En sus proyectos de comunidades perfectas no aparecen las
modificaciones que el tejido económico ha ido experimentando en
Europa, y eso explica la influencia antisocial atribuida a la riqueza115.
Sólo perciben amenaza en el hecho de que la relación voluntaria
se haya multiplicado a expensas de la involuntaria credo, territorio,
cuna-, abriendo el horizonte a resultados imprevisibles.
Quizá por ello no volvemos a oír sobre sociedades propiamente
utópicas hasta siglo y medio más tarde, cuando en vez de
una alegoría expuesta con seriedad y esperanza al modo de
Moro y Campanella- florezca un género literario de viajes fantásticos
a repúblicas sin propiedad privada, invariablemente insulares,
donde la edificación moral tiene mucho menos peso que elementos
novelescos. Entre ese género y el escueto elenco de textos renacentistas
y barrocos sobre comunismo no hay quizá más secuela intermedia
que el movimiento inglés de los niveladores o levellers,
también conocidos como diggers116.
Bajo dicha rúbrica se encuadran manifestaciones muy diversas, algunas
afines incluso a una especie de protoliberalismo político, aunque
para nuestra historia sólo sea procedente aludir a su rama anticomercial.
El origen de dicha tendencia es una ocupación de tierras comunales
en Surrey, verificada hacia 1650, que termina con el desahucio pacífico
de los ocupantes poco después. La guerra civil ha coincidido en
Inglaterra con la transformación de muchos labrantíos en
tierras de pasto para ovejas y reses, los productos agrícolas se
han encarecido bruscamente y a la voz de ¿por qué
no adviene ahora el reino de los mil años? algunos líderes
de la nivelación reclaman a Cromwell que la muerte del rey sea
seguida por un reparto de sus regalías entre los oprimidos,
esclavos, siervos y mendigos. Gerrard Winstanley sistematiza sus
puntos de vista en La ley de la libertad en una plataforma, o la magistratura
restaurada (1652), donde leemos:
¿Son la compra y la venta un honrado derecho natural?
No, es una ley de conquistadores. ¿Cómo puede resultar
honesta una patraña? ¿No es acaso habitual que cuando
se tiene un caballo malo, una vaca mala o cualquier clase de mala mercancía
se lleve al mercado para tratar de engañar a cualquier incauto,
y luego reírse abiertamente en sus barbas? Cuando la Humanidad
comenzó a comprar y vender perdió su estado de inocencia.
Nadie puede ser rico sino mediante el trabajo de los demás117.
En la sociedad nivelada será obligatorio trabajar duro hasta
los cuarenta años, y a partir de entonces el empleo se irá
adaptando al envejecimiento. El suministro en general lo verifican almacenes
estatales, y el trabajo asalariado queda prohibido, al igual que
cualquier compraventa privada. Walwyn, otro leveller, asegura que
si hubiera comunismo habría menos necesidad de un gobierno,
porque no existirían ladrones ni hombres avariciosos118.
Algunas décadas más tarde encontramos un paralelo francés
en el cura de aldea J.Meslier, que prefigura la teología de la
liberación en Mi testamento, donde propone abolición
de la propiedad privada y trabajo obligatorio universal.
Inglaterra se acerca entonces a las turbulencias que preceden a la Revolución
Gloriosa, con la victoria de los liberales (whigs) sobre los conservadores
(tories), y las tesis niveladoras coinciden con un país
que sigue otros caminos119. Aquello que Winstanley llama un honrado
derecho natural, también derecho cristiano para
los Profetas alemanes, se eclipsa ante la interposición de un cuerpo
tan opaco como el desarrollo económico a gran escala.
Exponer la evolución del ideal comunista y sus reflejos prácticos,
que es el propósito de este libro, bien podría saltar casi
dos siglos sin omitir informaciones pertinentes al respecto. Sin embargo,
el movimiento que resurge con formidable vitalidad y elocuencia en 1848
depende crucialmente de lo acontecido y pensado durante la fase de eclipse,
y debemos perfilar siquiera sea sus líneas más generales
para estar en condiciones de retomarlo sin amnesia.
NOTAS
87
Alfonso de Valdés, secretario de Carlos V, carta fechada en 1526.
Cf. Deschner 2003, p. 66.
88
Cf. Encyclopaedia Britannica, 15ª ed., voz Germany,
history of, p. 86.
89
Ibíd, p. 87.
90
Braudel 1992, vol. I, p. 419.
91
Cf. Bloch 2002, en quien me baso para la vida de Müntzer.
92
Cf. Bloch 2002, p. 39.
93
Los de Sajonia, Hesse y Brunswick (Prusia).
94
Es el caso de su director de tesis el teólogo y canonista
Andreas Karlstadt-, por ejemplo, que tras celebrar en 1521 la primera
misa reformada (donde los fieles se sirven ellos mismos el pan y el
vino) pasa en 1524 a vestirse de campesino pobre y practicar la iconoclastia,
destruyendo los ornamentos de su parroquia.
95
La persecución del anabaptista empieza dentro de la Iglesia reformada,
cuando en 1527 arde el primero por orden de Zwinglio, el Lutero suizo.
Los católicos continentales no se quedan atrás, si bien
creen que el antídoto óptimo es ahogar a esos
herejes. Sólo Inglaterra prefiere seguir purificándolos
con fuego.
96
Cf. Cath. Encycl., voz Anabaptists, c).
97
Cf. Troeltsch 1992, vol. II, p. 694.
98
Es la tesis de Kropotkin en su artículo Anarchism
para la Encyclopaedia Británica (edición de 1910).
99
Cf. Gómez Casas 1988, p. 45.
100
Cuando Appelman perezca sus sucesores se fragmentan en pequeños
grupos, cuyo último acto registrado será degollar a 126
vacas de cierto monasterio, en 1580. Cf. Wikipedia, voz Jan
van Batenburg.
101
Profesión de fe de Wittenberg; cf. Weber 1998, vol. I, p. 175,
n. 44.
102
Baxter en Weber ibíd, p. 170.
103
Los bautistas parten del menonita inglés John Smyth, que muere
en 1621 tras sentar las bases de los General Baptists o bautistas
arminianos. Al igual que el teólogo holandés Jakob Arminius
(1560-1609), postulan una redención general en vez de limitada
a los elegidos, como piensa el calvinista.
104
Cf. Mennonite Encyclopaedia, voz Menno.
105
1. Autoridad suprema de la Escritura. 2. Bautismo basado en la profesión
de fe. 3. Pacifismo riguroso. 4. Separación total entre Estado
e Iglesia.
106
La huella de su espíritu puede prolongarse hasta la Religious
Society of Friends o secta cuáquera, fundada por George Fox
en 1648 e indirectamente decisiva para la Constitución norteamericana
(gracias al estatuto del posterior estado de Pennsylvania que redacta
William Penn, un ferviente amigo de Fox).
107
John Wesley, en Weber 1998, vol. I, p. 193.
108
Dijo a la mujer: Incrementaré los pesares de tu fecundidad,
parirás hijos con dolor, sentirás ansia de tu esposo y
él será tu amo. Al hombre le dijo: Maldita sea la tierra
por tu causa. Con esfuerzo te ganarás el alimento todos los días
de tu vida, porque la tierra producirá espinas y cardos, dándote
sólo plantas salvajes para comer. Te ganarás el pan con
el sudor de tu frente hasta que vuelvas a la tierra, porque eres polvo
y al polvo volverás (Génesis 3:16-20).
109
Then wilt thou not be loath/ To leave this Paradise, but shall possess/
A Paradise within thee, happier far. Milton nunca aceptó,
por cierto, la idea de los elegidos. Cuando se le preguntó
sobre el Dios de Calvino repuso: Podré ir al infierno,
pero un Dios semejante nunca tendrá mi respeto.
110
Weber 1998, vol. I, p. 189.
111
Cf. Lévi-Strauss 1997, p. 271-329.
112
Essai
XVI, 2.
113
Moro, en Fetscher 1977, p. 44.
114
Campanella, en Fetscher 1977, p. 47.
115
Durkheim 1982, p. 128.
116
En el sentido de los que cavan (dig) de un modo u otro, empezando
por el arado. Sus representantes rurales empiezan arando y sembrando
terrenos no propios.
117
En Fetscher 1977, p. 54.
118
Ibíd, p. 51.
119
El transporte acuático se ha abaratado, gracias a mejoras en
la red de canales y en construcción naval que aumentan las relaciones
entre ciudades costeras y del interior. Hay un consumo en rápido
ascenso de azúcar, té, café y tabaco, así
como mercados boyantes para queso, mantequilla, cerveza, cereales, carne,
cuero y leguminosas. Causan revuelo nuevos tejidos venidos del Este,
y las ciudades provinciales se empiezan a reconstruir a una escala propia
de patricios, mientras núcleos de hombres ricos -muy ligados
a cierta localidad y a la vez con intereses en todo el país-
promueven buenas oportunidades para invertir a corto plazo. La propiedad
crece en tamaño, el instrumento hipotecario se prolonga y desarrolla...
Cf. Plumb 1967, cap. I.
©
Antonio Escohotado
LOS ENEMIGOS DEL COMERCIO
http://www.escohotado.org
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