HISTORIA GENERAL DE LAS DROGAS

 

FENOMENOLOGÍA DE LAS DROGAS

Ergina
Posología
Efectos subjetivos
Principales usos

 

A diferencia de su dietilamida, la amida del ácido lisérgico o ergina es el principio activo de muchas trepadoras, que entre nosotros se conocen como campanillas, campánulas y otros nombres, pertenecientes a las especies Ipomoea violacea y Turbina corymbosa. Hoy este tipo de plantas crece salvaje en zonas templadas de todo el planeta, animando el paisaje con su bello colorido, aunque sólo las semillas de algunas poseen una concentración alta del alcaloide.

Más curioso aún es saber que la amida del ácido lisérgico se encuentra también en el hongo llamado cornezuelo o ergot, y puede obtenerse con un procedimiento extremadamente sencillo, que es pasar las gavillas de cereal parasitado por agua; los alcaloides venenosos del cornezuelo no son hidrosolubles y quedan adheridos a él, mientras otros (entre ellos la ergina) se disuelven en el agua. Este dato, sumado al hecho de que el cornezuelo de ciertas zonas mediterráneas (sobre todo las griegas) tiene una proporción inusitadamente alta de los principios visionarios -y casi nula de los más tóxicos-, sugiere que podrían haber intervenido en las iniciaciones de distintos Misterios paganos, y especialmente de los celebrados en Eleusis. Alrededor de esa zona, todavía hoy, el ergot no sólo parasita cereales cultivados sino trigo salvaje, cizaña y otras variedades de pasto.

Está fuera de toda duda, desde luego, que la ergina (obtenida partiendo de Ipomoeas y Turbinas) fue una droga medicinal y sacramental en la América precolombina, conocida todavía hoy con el nombre de ololiuhqui. Esta «comunión con el diablo» -según los clérigos españoles- la siguen realizando actualmente en Oaxaca chamanes y chamanas zapotecas, mazotecas y de otras tribus.

 

Posología

La amida y la dietalimida del ácido lisérgico se distinguen tan sólo en que dos átomos de hidrógeno han sido reemplazados por dos grupos etilo. Sin embargo, esto basta para hacer que la ergina sea mucho menos activa, y tenga efectos subjetivos bastante distintos. A. Hofmann fue el descubridor de esta sustancia, así como de su síntesis química. El coste de producción en laboratorio es también unas cien veces superior al de la LSD.

Para personas entre 50 y 70 kilos, la dosis activa mínima es de unos 0,5 miligramos. La dosis media, ya con efectos visionarios, ronda los 2 miligramos. 4 o 5 miligramos son dosis altas. No se conoce la letal, ni ningún caso de intoxicación aguda. Los zapotecas utilizan unas treinta semillas, maceradas en agua o en alguna bebida alcohólica, aunque debe tomarse en cuenta que sus variedades suelen poseer más actividad que las de otras zonas. Dosis leves producen efectos durante unas tres horas, y dosis altas hasta ocho o diez. Las semillas de Turbina corymbosa, redondas y de color café, se conocen como hembras y son usadas por las mujeres, mientras las semillas de Ipomoea violacea, angulosas y negras, se conocen como «machos» y son usadas por los hombres. Los zapotecas mantiene -con razón- que las negras son más potentes, y las toman en grupos de siete o múltiplos de esa cifra (14, 21, 28, 35, etc.); las semillas de color café se administran a veces atendiendo al número trece, que es el del espíritu protector.

 

 

Efectos subjetivos

El efecto de la ergina es muy curioso. Ya los primeros botánicos españoles observaron que -a diferencia del peyote y los hongos visionarios- el ololiuhqui lo toma el individuo a solas con su curandero, «en un lugar solitario, donde no pueda escuchar tan siquiera el canto de un gallo». Lo mismo sigue sucediendo hoy en Oaxaca, y el carácter solitario del trance no se aviene con la suposición de que este fármaco fuese un ingrediente de los banquetes mistéricos grecorromanos.

Sin embargo, el desarrollo de la experiencia subjetiva sí se aviene con los testimonios de algunos iniciados a esos Misterios. En dosis altas, de 4 miligramos o más (60 a 100 semillas de Ipomoea violacea) hay una fase inicial de apatía y vacío psíquico, con sensibilidad incrementada para estímulos visuales, y sólo varias horas después un período de serenidad y bienestar, que puede prolongarse varias horas más. La dura fase inicial -acompañada por algunas molestias de estómago y vértigos- contiene elementos de angustia que potencian el carácter liberador de la segunda, pues no sólo posee virtudes psiquedélicas o visionarias sino un intenso poder sedante, desconocido en otros fármacos de su especie. Teniendo en cuenta que la constante de los testimonios clásicos es -en palabras de Apuleyo- empezar «rozando los confines de la muerte» para «acabar adorando a los dioses desde muy cerca», la ergina podría colaborar eficazmente en la producción de trances análogos.

 

Principales usos

Desprovista de los rasgos luminosos que caracterizan a su primo hermano, la LSD, esta droga es usada hoy por los zapotecas para finalidades terapéuticas interesantes. La más destacable es el diagnóstico -tratamiento de enfermedades, una operación donde colaboran estrechamente el curandero y su paciente. Este se administra el fármaco, concentrado en llegar a la fuente de su propia salud, y a través de las declaraciones que hace el chamán va adivinando los medios para lograr una recuperación, o para aceptar el carácter incurable del mal.

Cuando comenzaron las dificultades para obtener LSD pura y barata, importantes sectores de la juventud norteamericana decidieron sustituirla por semillas de Ipomoea violacea, dada su ubicuidad en todo el mundo. Pero comprobaron pronto que la sustitución equivalía -saltando de esfera psicofarmacológica- a buscar los efectos del opio en barbitúricos, o los del champán en la cerveza.

A mi juicio, la experiencia con ergina puede tener el interés de conocer su peculiar naturaleza, mediante una o dos tomas en las que se observen las precauciones (sobre todo el ayuno) ya expuestas para cualquier otra sustancia visionaria potente. Otra cosa son las administraciones con fines de autodiagnóstico (en dosis leves o medias), pues en este terreno podría resultar especialmente útil.

 

 

 

BIBLIOGRAFÍA

ESCOHOTADO, A. Historia General de las Drogas. Pág. 1342-1346. Ed. Espasa, 2005

 

© Antonio Escohotado
http://www.escohotado.org



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