TODO EL RESTO

Según parece, la huelga de funcionarios permitirá ahorrar unos diez mil millones, porque ese día no cobran nómina. A primera vista, salvo los funcionarios mismos y sus familias, poca parte del país tiende a solidarizarse con un estamento que parece demasiado numeroso, cuando no indolente en la ejecución de sus cometidos. Y como es indudable que conviene recortar el déficit público, seguir manteniendo la congelación de sus sueldos tiene visos de medida dura, pero no insensata. Al Gobierno incumbe ahorrar por -y para- todo el resto.
Lo llamativo del caso es que en lo congelado no figura la factura de los propios gobernantes, aunque desde la transición a hoy su estamento haya experimentado la más vertiginosa de las progresiones. El día mismo en que se anunciaba el ahorro derivado de la huelga, este periódico publicaba una sabrosa información sobre el ex-alcalde socialista de Zaragoza, expulsado hace unos meses de su partido (según dicen, por fraude fiscal), que mantiene la condición de eurodiputado y pretende domiciliarse en Tenerife, para cobrar así treinta millones anuales más en dietas; actualmente, el ex-alcalde sólo cobra por su condición de parlamentario treinta y seis millones al año.
Entonces tira uno de calculadora, divide tal por cual y descubre que el ahorro derivado de no pagar un día del año a millón y medio de funcionarios se obtiene, igualmente, no pagando un día de cada mes a 4.000 colegas del ex-alcalde. Desde luego, no tiene sentido recortar haberes a quien trabaja incansablemente para paliar el déficit público, sin hacer huelga jamás. Pero como los colegas del ex-alcalde superan con mucho los 4.000 -añadamos tres ceros a la cifra, aproximadamente-, y entre sueldo, dietas y otros gastos pagados cobran entre quince y treinta veces más que el funcionario medio, la nómina de éstos podría aumentarse en un 8% o un 12% simplemente haciendo que la de aquéllos se redujese en un 0,3% o un 0,5%. Hablando de haberes, no hace falta recordar que otros sectores gubernativos -pongamos antiterrorismo, contratas de obras públicas, privatización o nacionalización de empresas- resultan mucho más rentables todavía. Con su abnegada entrega al bien común ¿cómo no se le habrá ocurrido al político que ese ínfimo sacrificio podría evitar conflictos a la larga graves, sin mermar en un solo céntimo el tesoro público?
Por otra parte, algo sucede en el funcionariado cuando no distingue su condición de la política, ni activa sus amenazas últimas. En efecto, ya desde antes de Confucio los funcionarios son reclutados por oposición y concurso de méritos, sistemas que pueden o incluso suelen estar viciados -ante todo debido al cohecho de tribunales y otras comisiones evaluadoras-, pero mejoran la recluta a dedo que preside ingreso y progreso dentro del estamento político. Por si fuera poco, ese estamento no puede dar cotidianamente medio paso sin apoyarse en funcionarios, mientras lo inverso es falso (pues los países funcionan al menos igual, si no mejor, en los interregnos). De ahí que sorprenda una convocatoria de huelga tan tarde, y centrada en un solo día. Los franceses plantearon un paro de 72 horas.
En cualquier caso, la petición de aumento salarial podría fructificar todavía mejor si se transformara en petición de un plebiscito urgente, centrado sobre campos prioritarios de ahorro. Ya sabemos que, a juicio del Gobierno, pueden evitarse grandes despilfarros recortando gastos en educación, por ejemplo. Pero pregúntese a la ciudadanía si ve el agujero negro actual en las grandes fortunas de siempre, la iglesia de turno y el clásico equipo de matones, o más bien en una fauna recién creada -de origen casi siempre humilde y heterogénea catequésis-, que aspira a prosperar gobernando como otros aspiran a prosperar jugando al fútbol o construyendo puentes.
Es discutible que enriquecerse gobernando sea tan legítimo como jugando al fútbol o construyendo puentes; si me aprietan, es discutible por lo mismo que nos hace distinguir entre embaucamiento y limosna, protección gangsteril y vena altruista, cleptocracia y democracia. Pero no es discutible que las señoras y señores del nuevo estamento quieren dedicarse vitaliciamente al gobierno -ocupando puestos de mando actual o como representantes de la oposición-, e indiscutible también que muy pocos de ellos podrían reciclarse estelarmente en otros oficios. Aunque luego casi todos resulten honradísimos -gracias a los auspicios de alguna deidad antiprobabilista, patrona suya- nada es más urgente que hacerle una auditoría al estamento en sí.
Alguien me dirá que semejante cosa es inverosímil. Con todo, hace apenas diez años era inverosímil que acabase la guerra fría, que desapareciesen la democracia cristiana y el partido socialista italiano, que terminase el servicio militar obligatorio, que se encarcelara al general Galindo. Si la meta es ahorrar -verdaderamente ahorrar, en vez de discutir la comida del loro- el camino empieza aplicando al horizonte de la política profesional lo vigente ahora en el horizonte del comercio, la industria y demás actividades humanas; esto es: hallazgos basados en última instancia sobre la telemática, que permite automatizar y descentralizar procesos.
En política, automatizar y descentralizar significa esencialmente que las decisiones de importancia no se adopten sin consultar antes a los ciudadanos. En vez de batirse contra dudas hamletianas -a propósito de hacer o no hacer esto o aquello otro-, los representantes legislativos y ejecutivos sencillamente preguntarán a su respectivo censo, algo que ahora puede llevarse a cabo de forma tan barata como rápida. Eso no promete llevarnos al paraíso, pero está a la vista lo que sucede en otro caso; en otro caso las responsabilidades de gobierno -comunes por definición- se inclinarán todavía más hacia el chollo -exclusivo por definición-, y en vez de ahorro habrá lo que tenemos hace década y media. A caballo sobre la mayor prosperidad conocida, como en un fastuoso rodeo donde montan reses domesticadas, los chollistas celebran su banquete anual elevando tenazmente el precio de toda suerte de cosas, para todo el resto.

 

Antonio Escohotado
Artículos publicados 2003
http://www.escohotado.org



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