ESPONTANEIDAD
Y COMPLEJIDAD
La impostura intelectual se ha generalizado como modelo tras
aparecer el libro de Sokal y Bricmont1
, que ofrece al público una antología del ensayismo ligado
al verbo èpater (apabullar al ignorante). Tras
una época feraz presidida por Sartre y Camus- la industria
cultural francesa montada en torno a pensadores propiamente dichos siguió
funcionando con espíritus cada vez más alicaídos,
y exportando tanto vanguardias como ortodoxias al resto del mundo. Progresivamente
hueca, pero sostenida por la inercia de brillantes lanzamientos editoriales,
esta haute culture no tenía por delante mucho más
que seguir la senda de la haute couture, mordiendo la cola de su
propio apabullar con sintaxis laberínticas, léxicos abstrusos
y otros recursos adaptados a fingir una refinada substancia en un medio
desprovisto de ella. Como es lógico, dicha tendencia iban a administrarla
líderes movidos por una amalgama de misantropía y escepticismo
radical ante el conocimiento. Deleuze, por ejemplo, que empezó
con un digno opúsculo sobre Spinoza, se embarcó luego en
aventuras como la Lógica del sentido, breviario ejemplar
de criptografía. Lacan muy útil para que la práctica
del psicoanálisis no se hundiese en la miseria desde los años
sesenta- troquelaba mientras tanto una eficaz ensalada de ambigüedad
conceptual y arbitraria jerga iniciática, apta desde luego para
vestir como teoría lo desprovisto de ideas. La técnica del
desplante arbitrario se observa en Luce Irigaray, otra representante del
movimiento, cuando pregunta: Es la ecuación E = mc2 una ecuación
sexuada? Tal vez, pues privilegia la velocidad de la luz respecto de otras
velocidades que son vitales para nosotras. 2
1 Contraponiendo luminarias como Lacan y Sokal, o Baudrillard y Bricmont,
el terreno se abona para una disyuntiva cargada de inconvenientes. En
un extremo se sitúan los frívolos, que sobrenadan la ruina
de viejos ideales profesando la pretensión llamada constructivismo,
cuyo núcleo es una versión muy aguada de las tesis spenglerianas:
cada cultura, cada clase e incluso cada grupo de individuos vive inmerso
en burbujas incomunicables, y finalmente lo mejor es alinearse con los
relativistas cognitivos. Así vemos al posmoderno R.Anyon decir
que la ciencia es una forma entre otras de conocer el mundo,7
y no precisamente aquélla donde es esencial considerar cualquier
modo y fuente de conocimiento8.
En el otro extremo están los serios, que cuando no usan su formación
para investigar y hacer hallazgos encuentran espoleados ahora por
Imposturas intelectuales- alguna posibilidad de perseguir el intrusismo
profesional, confundiendo a relativistas con realistas como cierto hidalgo
confundió a gigantes con molinos. 2 Ninguna transición contemporánea parece comparable en hondura
a que la conducta de sistemas humanos y extra-humanos se entienda como
flujo de información-conocimiento. A ello atribuyo que tras milenios
de identificar el orden con un fruto de coacción o necesidad exterior
descubramos en toda suerte de horizontes formas espontáneas, que
devuelven su inmanencia a cada realidad. Esto es un revés para
las pretensiones racionalistas tradicionales, acostumbradas a legislar
sobre una objetividad supuestamente inerte, y a imponer su personal designio
sobre el impersonal crecimiento de instituciones y costumbres14.
Bien mirada, sin embargo, esa cura de humildad purifica a la inteligencia,
preparándola para convivir con el orden ampliado que ella misma
contribuye a crear cuando no confunde su tarea con una cancelación
del azar. Admitiendo lo incierto de cualquier pronóstico, se instala
en el puesto que le corresponde ante realidades cuyo contenido de información
rebasa con mucho el suyo propio, y respecto de las cuales no le incumbe
tanto fijar estados admisibles como percibir orientaciones. La piedra de toque más sencilla para distinguir una racionalidad
adaptada a lo complejo o aferrada aún a lo simple es nuestra propia
civilización, que tras descansar sobre sociedades militares ha
acabado formando sociedades decididamente comerciales. Lo que unas organizan
mediante líneas jerárquicas se ventila en las segundas con
intercambios voluntarios, mediando una alta movilidad social de los partícipes.
Estas segundas aprovechan mejor la información disponible -gracias
a lo cual alojan confortablemente a cien donde antes malvivían
dos o tres-, a pesar de no ser sistemas trazados con cartabón y
regla, o de algún otro modo racional, sino una confluencia
constante de caudales aleatorios. Como observa Hayek, allí cada
individuo va descubriendo y generando sin pausa conocimientos, aunque
mucho más rápidamente cuanto menos se estorbe el hallazgo
de nuevos fines y nuevos medios. Precisamente a fin de evitar estorbos
arbitrarios en esta selección, las sociedades comerciales respetan
normas abstractas y muy prácticas a la vez, que son los hábitos
y maneras custodiados por el derecho, un subsistema no nacido de la razón
ni de las pulsiones y, de hecho, incómodo para ambas: la razón
le imputa desoir sistemáticamente sus recetas normativas, en materia
de justicia por ejemplo, mientras las emociones deben plegarse a formas
comunes de conducta so pena de sufrir represalias17.
Con todo, el derecho positivo y el consuetudinario codifican costumbres
pacíficas de autocontrol, que procesan y clasifican un conocimiento
incomparablemente superior al de cualquiera de sus individuos, y que son
el motor primario para nuevos grados de complejidad18.
4 Se entiende que el caos de la libertad sobrecoja, y que una añoranza de estructuras fijas funcione como aliado del no menos antiguo maniqueismo: o blanco o negro, o bueno o malo, o verdadero o falso. Pero cierto grado de civilización promueve órdenes extensos, dotados de una complejidad intrínseca, donde con una mezcla de anacronismo y buena voluntad no dejan de brotar nostalgias por lo simple: en definitiva, lo justo y placentero para todos debería ser hegemónico. El inconveniente de estos atajos reside en que el grado de bueno y placentero obtenido en órdenes extensos sin planificación es incomparablemente superior al que se obtiene tratando de planificarlo con una doma del egoismo individual, directrices lineales centralizadas y altruismo forzoso. Descartes -padre del racionalismo a ultranza- se hallaba fascinado por lo simple, y abrió su Discurso del método alabando al autoritario espartano, ya que sólo ese irreconciliable enemigo de la libertad tenía leyes originadas en un solo individuo, y tendentes a un solo fin. En agudo contraste con estas simplezas, Mandeville nos recordó que lo peor de toda la multitud hizo algo por el bien común22, sin desviarse de un criterio que aparece incluso en Tomás de Aquino, cuando admite que mucho de lo útil desaparecería si se prohibieran estrictamente todos los pecados23. Si no comulgamos con el sectarismo o la ignorancia deberíamos saber a estas alturas de nuestra historia lo que ya sabía Adam Ferguson en 1767: Cada paso y cada movimiento de la multitud se hacen con igual ceguera acerca del futuro. Las naciones se topan con instituciones que son el resultado de la acción humana, pero no la ejecución de algún designio humano [...] Las comunidades admiten las mayores revoluciones cuando no se busca ningún cambio.24 En realidad, sigue abierta para cualquiera la vía de regresar
a su aldea y tribu, o si hubiese nacido en sociedades complejas-
de encontrar aquellas que sobreviven aún en selvas o desiertos.
Quizá allí encuentre la sencillez sin fisuras de un orden
cerrado, con ceremonias siempre idénticas e idénticamente
compartidas, donde se excluya la posibilidad de que unos prosperen mucho
mientras a otros les sucede lo inverso, y donde todos están protegidos
por la férula de un venerable jefe. El inconveniente es que el
orden aldeano resulta salvajemente gregario, y sobremanera odioso para
casi cualquiera que haya conocido el global; su reiteración de
ritos purificadores25
y autoafirmativos no logra ocultar que la solidaridad tribal arranca de
una básica insolidaridad humana la de los nuestros
frente a los demás-, cuya única cura viene a
ser el prosaico comercio de bienes y servicios, gracias al cual los extraños
se transforman en socios y clientes.
REFERENCIAS 2Sokal y Bricmont, 1999, pág. 116. 3The Logic of Scientific Discovery, Hutchinson, Londres, 1959. 4Sokal y Bricmont, 1999, pág. 75. 5Ibid. 6Ibid., pág. 76. 7En Sokal y Bricmont, 1999, pág. 213. 8Por ejemplo, Anyion considera que la visión de los indios zuñi sobre la prehistoria es tan válida como la del arqueólogo. Sin perjuicio de que la visión zuñi pueda ser tan aguda o más, sólo será equiparable a la arqueología cuando se interese por todas las culturas, disponga de medios para hacer múltiples excavaciones y pueda comunicar a cualquiera los datos recopilados sobre el asunto. Esto es, cuando cierta sociedad detraiga energías recaudadas colectivamente para un asunto como rastros documentales de culturas desaparecidas. 9Los comprometidos con el ideario determinista insisten en que los fenómenos caóticos son predecibles, aunque en la práctica una ligera imprecisión en los datos iniciales se amplifique rápidamente, y pronto se pierda la predictibilidad del fenómeno. Eso, a su juicio, nada tiene que ver con el dogma de que la naturaleza sigue al pie de la letra sus regularidades. Ahora bien ¿a qué atribuimos esa rápida amplificación de las imprecisiones? ¿Al fenómeno, al observador, a ambos? Cabe distinguir entre procesos caóticos deterministas y flujos aleatorios indeterminados, pero con eso no soslayaremos el fondo del asunto, donde de nuevo será necesario contraponer el mundo mandobediente de Newton y sus epígonos a la evolución de complejidades que se auto-organizan. 10F.A.Hayek, La fatal arrogancia, Unión Editorial, Madrid, 1997, págs. 214-215. 11En su Tratado sobre la naturaleza humana (1740), Hume proponía ya debilitar las pretensiones de la razón mediante el análisis racional. 12La voz de la conciencia es el daimon socrático luego retomado por chivos expiatorios como Cristo o Bruno-, que funde instintividad y razón legislativa, siempre en detrimento del tercer término (cultural o civilizado), y abre la crítica dirigida contra Protágoras y el resto de los sofistas. Lo que subyace a este arcaismo es la tragedia de Antígona, desgarrada entre los deberes del orden restringido -familiar o tribal- contrapuestos como ley de un eterno reino subterráneo al cambiante derecho de cada época: las sombras del pasado proyectan su entidad sobre la luz de cada día. 13Que fue el expediente orientado a salvar la crisis de fundamentos en matemáticas desde mediados del siglo XIX, si bien desembocó en la paradoja de Gödel y otras inconsecuencias del axiomatismo. Sobre génesis y desarrollo del expediente formalizador, cfr. A.Escohotado, Caos y orden, Espasa, Madrid, 1999, págs. 100-115. 14La naturaleza debería permanecer arrodillada ante la razón operativa, que gracias a la técnica aspira y con serios motivos- a cumplir profesionalmente dicho proyecto. Sin embargo, es la propia técnica quien va demoliendo esas pretensiones, apostando crecientemente por estimular pautas espontáneas o descentralizadas, no por cumplir ideales de justicia sino para pagar aquella parte debida a la eficiencia, la economía. 15Hayek, 1997, vol. I, pág. 215. 16Ibid., pág. 217. 17A diferencia del tabú, cuya desobediencia provoca siempre fulminación (tormento seguido de muerte), el derecho gradúa cuidadosamente las transgresiones, promoviéndolas en aquellos casos donde individuos y grupos perciben la inadecuación moral del precepto. Léase otra vez la cita que abre este artículo. 18El eje primario de estos hábitos es el cumplimiento de los negocios jurídicos o contratos (cuya base radica exclusivamente en la autonomía de la voluntad adulta), hasta el extremo de que la justificación nuclear del Estado consiste en asegurar dicho cumplimiento. A tales efectos se autoriza que emita cierta valuta o dinero con poder liberatorio para extinguir cualquier deuda económica. 19De hecho, la revolución comunista puede ser considerada una de las más ambiciosas creaciones del espíritu [...] Algo tan valiente y atrevido que justificadamente ha logrado suscitar la más excelsa admiración. Si queremos salvar a nuestro planeta de la barbarie, lejos de ignorar desdeñosamente los argumentos socialistas será preciso refutarlos (L. von Mises, Socialism, Liberty Classics, Indianápolis, 1981, pág. 14). 20Escohotado, 1999, vide caps. II y III, en paralelo con caps. VIII y IX. 21En su Investigación sobre el entendimiento humano comenta Hume: Los fanáticos pueden suponer que la dominación se funda en la gracia, y que sólo los santos heredan la tierra; pero el magistrado civil coloca con toda justicia a estos teóricos sublimes al mismo nivel que los simples ladrones; cfr. Hayek, La tendencia del pensamiento económico, Unión Editorial, Madrid, 1995, pág. 115. 22Cfr. Hayek, 1997, pág. 80. 23Multae utilitates impedirentur si omnia peccata stricte impedirentur; Summa Theologica, II, 2, 78 i. 24An Essay on the History of Civil Society, Edinburg University Press, pág. 187. 25El mecanismo de descontaminación por transferencia del mal, nervio de la medicina articulada sobre el empleo de chivos expiatorios. 26De hecho, buscarle leyes -obtenidas observando sus regularidades- tiene el mismo propósito de intervenir, si bien se trata aquí de forzar cada sistema, frente a la perspectiva de potenciar la auto-organización de aquellos considerados útiles. Es un asunto de rendimiento, que probablemente acabará de despejar el paso de los años.
Antonio
Escohotado
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